“La inteligencia artificial [IA] puede incrementar la productividad, disparar el crecimiento económico y elevar los ingresos. Sin embargo, también puede borrar del mapa millones de trabajos y agudizar la desigualdad”.

Esa es la advertencia del Fondo Monetario Internacional [FMI], que ha publicado los resultados de una investigación en la que se analiza el impacto de esta nueva tecnología en el mercado de trabajo y la economía mundial.

El 33 por ciento de los puestos de trabajo en las economías avanzadas están en peligro

¿Más progreso o más desigualdad?

“Nuestra investigación ha mostrado cómo la IA está preparada para redefinir la economía global”, señala el FMI. Entre los principales cambios que puede suponer, este organismo señala la puesta en peligro del 33 por ciento de los puestos de trabajo en las economías avanzadas, el 24 por ciento en las emergentes y el 18 por ciento en lo países con bajos ingresos.

Es decir, una de cada cuatro personas podría perder su trabajo en países como España, que se encuentra entre los más preparados para incorporar este tipo de tecnología.

La IA genera un enorme potencial para impulsar la productividad

Lo positivo

“Pero, en el lado positivo, también genera un enorme potencial para impulsar la productividad de los trabajos ya existentes para los que la IA puede ser una herramienta complementaria y crear nuevos puestos e incluso nuevos sectores”, apunta el FMI.

Un impacto que puede ser muy diferente en la mayoría de los países emergentes y de bajos ingresos que cuentan con “cuotas menores de trabajos altamente cualificados que las economías avanzadas y, por tanto, es probable que se vean menos afectados y tengan que afrontar menores disrupciones provocadas por la IA inmediatas”.

Muchos países carecen de la infraestructura o la fuerza laboral preparada para aprovechar los beneficios de la IA

Otros impactos

Pero no todo son buenas noticias para estas naciones con menor porcentaje de profesionales altamente cualificados, ya que “al mismo tiempo, muchas de ellas carecen de la infraestructura o la fuerza laboral preparada necesaria para aprovechar los beneficios de la IA, lo que podría empeorar la desigualdad entre los países”, advierte el FMI.

La institución señala que “aunque los trabajadores en este tipo de países están menos expuestos a la IA, también están menos protegidos por programas sociales como el seguro de desempleo, debido a una mayor presencia de sectores informales en sus economías”.

Por eso, es necesario encontrar “aproximaciones innovadoras que se apoyen en las tecnologías digitales para facilitar la expansión de la cobertura de los programas de asistencia social en estos países”.

Más desigualdad

“En la mayoría de los escenarios, la IA probablemente incrementará la desigualdad general, una tendencia preocupante que los legisladores deben trabajar para prevenir”, señala el FMI.

La institución se pregunta si tiene sentido crear un impuesto a la IA “para mitigar las disrupciones en el mercado laboral y que pague sus efectos en los trabajadores”. Algo que estaría en línea con otras propuestas que apuntan a la creación de este tipo de tasas aplicables a los robots, para evitar que sustituyan a la mano de obra humana.

Su conclusión es que este tipo de impuestos “no es recomendable”. Según explica, “un impuesto específico sobre la IA podría reducir la velocidad de inversión e innovación, lo que reduciría la productividad. También sería difícil ponerlo en práctica y, si no se aplica de forma correcta, haría más daño que bien”.

¿Qué hacer?

“En las últimas décadas, algunos países avanzados han reducido los impuestos corporativos sobre software y hardware en un esfuerzo para impulsar la innovación. Sin embargo, estos incentivos también tienden a animar a las empresas a reemplazar a los trabajadores por automatización”.

Por tanto, el FMI considera que este tipo de políticas “deben ser reconsideradas”, puesto que pueden tener un impacto negativo en la fuerza laboral.

Impulsar sin bloquear

“Muchos países emergentes y en vías de desarrollo tienden a tener sistemas de impuestos corporativos que desaniman a la automatización. Esto puede distorsionar a su manera, al frenar las inversiones que capacitarían a esas naciones para ponerse al día en la nueva economía global de la IA”, dice la institución.

Y añade que “la IA generativa, como cualquier otro tipo de innovación, puede suponer mayor desigualdad de ingresos y concentración de la riqueza. Los impuestos sobre los ingresos de capital deberían ser, por tanto, reforzados, para proteger la base impositiva contra futuras bajadas en la cuota de ingresos de la fuerza laboral y para evitar la creciente desigualdad de riqueza. Esto es crucial, al igual que un mayor inversión en educación y gasto social para ampliar los beneficios de la IA”.