Emigró de Ecuador a España en 2002, donde empezó fregando platos en un bar. Hoy es el propietario de dos establecimientos hosteleros de Madrid, uno de ellos ubicado en una de las zonas más populares, cerca del Palacio Real, y tiene empleadas a más de una veintena de personas.

Se trata de Bladimir Pillacela. Llegó a España con 18 años y tres lustros después es el dueño de dos restaurantes. Su espíritu emprendedor, además, no se detiene porque ya está pensando en abrir un tercer negocio ahora que es "joven", porque "a lo mejor a los 40 años" no tiene "tanta fuerza", afirma.

Uno de los establecimientos que posee está situado en la madrileña calle Mayor, 'Tapería Mayor' que abrió sus puertas al público en 2015; el otro, 'La Mayor Tapería', ubicado en la Plaza de la Remonta, también de la capital, comenzó a funcionar hace menos de un año.

En ambos establecimientos trabajan más de una veintena de personas y factura de media unos 30.000 euros mensuales, en "Tapería Mayor algo menos, porque no tiene terraza", indica Pillacela.

El manido 'sueño americano'

Su historia bien podría ser incluida en las que desde EEUU en forma de película o serie de televisión describen el manido 'sueño americano', pero a la española, claro.

Bladimir Pillacela proviene de una familia humilde de Gualaquiza, una ciudad de cerca de 30.000 habitantes, situada en la provincia ecuatoriana de Morona Santiago. Tiene siete hermanos, cinco de los cuales residen en España.

"Mi madre me daba de comer arroz, con sal, pero sin aceite y manteca; aún así recuerdo que fui feliz y aprendí que la humildad es muy importante en la vida. Hay que tocar tierra", afirma.

Su "sueño" inicial fue residir en Estados Unidos, pero su hermana, que ya vivía en España, le "convenció" para optar por Madrid, donde llegó con la idea de residir temporalmente y "reunir algo de dinero" para "montar un negocio" en su país.

Hoy no se arrepiente, está encantado de su elección y ya no piensa regresar a Ecuador. "Aquí la vida es mucho mejor; tenemos más seguridad, médico... Soy ecuatoriano y estoy orgulloso de ello, pero a mi país no vuelvo", afirma convencido.

El difícil camino emprendedor

Sus primeros pasos como emprendedor no fueron fáciles. "Me tiré tres meses sin poder pagar el alquiler de mi casa; el dueño me pagaba hasta la luz". A los proveedores tampoco podía pagarles puntualmente.

Sin embargo, salió del "túnel" y ahora no tiene deudas. En su primer restaurante invirtió alrededor de 150.000 euros. Él mismo reconoce que "comencé de cero, con un local diáfano, que no tenía ni luz, ni agua; monté la cocina y fue duro. Pensé que abrir un restaurante era más sencillo, como alquilar un piso, pero no fue así".

Además asegura que la gente le daba, como máximo, dos años de vida al negocio, ya que anteriormente en este local hubo otros restaurantes que no funcionaron, pero "cuando uno lucha por lo suyo, sale". "Abría a las 7 de la mañana y cerraba a las 2. Así estuve un año. Ni un día libre", recuerda Bladimir. 

Ser empresario, para él es "cumplir un sueño", afirma, y añade que cuando llegó a España trabajaba de seis de la mañana a doce de la noche. 

Está casado con una hondureña que conoció al poco tiempo de llegar a España, que trabaja en uno de los restaurantes (como una de sus hermanas) y con la que tiene una hija de 16 años.

Las redes sociales tampoco le son ajenas y sus negocios están presentes en ellas. "Tenemos muy buenas críticas", asegura.

Sobre si se maneja más dinero que antes, cuando había crisis, afirma que "se nota que esto comienza a fluir; la gente ya no tiene miedo de salir a gastar y ya no se oye todos los días la palabra crisis".

Más allá de las dificultades iniciales tanto cuando llegó a España, como a la hora de empreder, asevera que aquí le han tratado muy bien, aunque él también ha trabajado y ha hecho que le "respeten". A sus compatriotas, les recomienda que se adapten y trabajen honradamente.