Vamos a empezar explicando qué es el racismo medioambiental, porque es más que probable que no lo hayan escuchado ustedes nunca. Son “sistemas que producen y perpetúan desigualdades en la exposición a contaminantes medioambientales”.

Según publica en Nature Harriet A. Washington, autora de varios libros sobre el tema, “los  principales culpables son la inidiferencia y la ignorancia, análisis inadecuados de químicos industriales, racismo, discriminación en la vivienda, avaricia corporativa y una legislación laxa”.

Los patógenos son democráticos por naturaleza

Exposición a contaminación

Washington afirma que “es cierto que los patógenos son democráticos por naturaleza. También es cierto que se ha incrementado la exposición a contaminación medioambiental y se ha reducido el acceso a la sanidad de las minorías étnicas”. Según ella, “todo esto crea vulnerabilidades físicas y sociales que hacen que la gente de color sea menos capaz de resistir y sobrevivir a infecciones como el coronavirus”.

El problema no se reduce a Estados Unidos. En el Reino Unido, una investigación del Centro de Auditoría e Investigación de Cuidados Intensivos realizada en abril, concluyó que el 35 por ciento de las personas ingresadas en UCIs por Covid-19 son negras, asiáticas o minorías étnicas. En el país, solo un dos por ciento de personas blancas viven en condiciones de hacinamiento en el hogar, pero en el caso de los bangladesíes la cifra asciende al 30 por ciento, 16 por ciento en el de los pakistaníes y 15 por ciento en el de los africanos negros.

Minorías étnicas

Según Washington, “los negros y las minorías étnicas tienen más probabilidades de vivir en barrios más expuestos a altos niveles de plomo y contaminación. La mayor exposición a la contaminación ambiental se ha relacionado durante mucho tiempo con una esperanza de vida menor, hipertensión y problemas en el sistema inmunitario”.

Para mitigar y prevenir estas y otras desigualdades, propone “recoger y diseminar mejores datos. Las autoridades necesitan documentar la raza y no asumir que toda la información relevante puede ser capturada por el estatus socio-económico”.

Washington establece un paralelismo con la situación que se produjo en los años 90, cuando los expertos no se percataron de las altas tasas de infección y mortandad por VIH en las comunidades de color. “Ese patrón se está repitiendo en el caso de las muertes por Covid-19. Los legisladores tienen que reconocer esta situación y realizar intervenciones, quizá mediante el incremento de los tests en poblaciones vulnerables”.