Bio, eco, noGMO, orgánico, tradicional, sostenible. Vivimos cada vez más rodeados por todo tipo de productos naturales. Alimentos que nos aseguran que han sido obtenidos sin emplear ningún producto químico. Ni herbicidas ni fertilizantes artificiales. Que no proceden de agricultura intensiva. Ni modificado genéticamente. Consumirlos es una buena idea. Pero no basta.

Crece el consumo de agricultura ecológica

Un reciente estudio publicado en Science advierte que la producción ecológica de alimentos no es suficiente. Su consumo está creciendo muy rápidamente en los países desarrollados. Pero es muy difícil plantearse que estos sistemas de producción sostenible sean capaces de alimentar a la Humanidad a medio plazo. Ni tan siquiera que llegue a una tasa de consumo que suponga un cambio medioambiental relevante. Los expertos de la Universidad de British Columbia, en Estados Unidos, han definido que la producción de alimentos orgánicos a la misma escala que los cultivos tradicionales, producirían muchísimo menos. No utilizar pesticidas o fertilizantes supondría una merma en las cosechas de entre el 19 y el 25%.

Más tierras para producir lo mismo

La solución no es tal. Porque para producir lo mismo, habría que emplear más tierra. Y la expansión de las tierras de cultivo es uno de los fenómenos que más está afectando a la biodiversidad. Y queda un último factor. El precio. Los alimentos orgánicos son casi un 20% más caros. Esto hace mucho más difícil su implantación en países en vías de desarrollo.

La agricultura ecológica es el principio

Pero los autores del informe quieren mostrar otra perspectiva. “Que los alimentos orgánicos no sean suficientes no quiere decir que no sean válidos”, asegura Navin Ramankutty, uno de los coautores del informe. Primero porque los alimentos orgánicos contribuyen a que los consumidores se preocupen más por lo que comen y por cómo se produce. “Tenemos que dejar de pensar en agricultura orgánica y tradicional como dos elementos opuestos”, continua Ramankutty. “La agricultura ecológica ha de mostrarnos el camino para que los consumidores demanden mejores prácticas de los productores. Hasta que al final podamos alimentar a toda la Humanidad de forma sostenible”, concluye.