El fútbol tiene una cualidad curiosa como deporte: siempre pone a cada uno en el lugar que le corresponde (salvo contadas excepciones). No importa si se habla de una estrella mundial, una joven promesa o un jugador vilipendiado por la crítica, el deporte rey tiene como costumbre ser justo. Irlanda lleva desde 2002 sin acudir a una cita mundialista, cuando cayó a manos de España en octavos de final tras una agónica tanda de penaltis. Desde entonces, la ocasión en la que más cerca estuvo de lograr la clasificación fue en 2009, en un encuentro ante Francia marcado por la mano de Henry. Tres lustros después de aquello, el fútbol le ha brindado a Irlanda una nueva oportunidad para resarcirse y tiene un delantero de altura para lograr la gesta. Una joven promesa que, tras dar tumbos en segunda y tercera división inglesa, finalmente ha encontrado el rumbo en Países Bajos y con 5 goles en dos partidos ha hecho soñar a todo un país: Troy Parrott.

Justo antes del parón de noviembre, Irlanda marchaba tercera de grupo y a un punto de Hungría, segunda clasificada y que tenía la plaza para la repesca. El cuadro británico necesitaba dos victorias en sus últimos encuentros de clasificatoria para arrebatarle ese puesto a los húngaros. Dos partidos de nivel ante Portugal en tierras irlandesas y frente a su rival directo como visitante. Una empresa casi imposible de llevar a cabo. Sin embargo, en el primer duelo, apareció el héroe de esta historia por primera vez en la ventana internacional. Parrot anotó un doblete a la Portugal de Cristiano y mantuvo vivo el sueño de la repesca para todo un país.

El delirio máximo llegó ante Hungría. Los locales se adelantaron en dos ocasiones y durante todo el partido tuvieron en su haber el marcador que necesitaban para acudir a la repesca. Incluso la estrella del combinado nacional, el jugador del Liverpool Dominik Szoboszlai, hizo algún gesto en el terreno de juego en señal de burla hacia los irlandeses. Todo era fiesta y jolgorio en Hungría hasta que este cambió de bando en el último instante de la contienda. De nuevo Parrot, que había igualado las dos ventajas previas de los locales, firmó un épico hat-trick que desató la locura entre los irlandeses, convirtiéndose así en héroe nacional para su país.

Tras el pitido final, el joven delantero de 23 años habló ante RTE Sport en el terreno de juego. Visiblemente emocionado, apenas era capaz de encadenar palabras sin soltar una lágrima: "Estoy realmente, realmente emocionado. Son lágrimas de alegría. Ah, qué noche, qué noche". Parrot señaló que "por esto amamos el fútbol, porque pueden pasar cosas como esta. Mira, amo de dónde vengo, así que esto significa el mundo para mí. Mi familia está aquí…". "Es la primera vez que lloro en años también, realmente, realmente no puedo creerlo. Todos están llorando. Dije contra Portugal que esto es de lo que están hechos los sueños, pero esta noche, no creo que alguna vez tenga una noche mejor en toda mi vida", concluyó el delantero del AZ. 

El chico que cargó con la etiqueta de “sucesor de Kane”

Troy Parrott (2002) creció en la cantera del Tottenham como uno de esos proyectos que el fútbol inglés señala antes de tiempo. En categorías inferiores destrozaba registros: 17 goles en 15 partidos con el Sub-18 y 9 en 9 en la UEFA Youth League. Ese rendimiento, unido a su estilo de delantero móvil y resolutivo, provocó que rápidamente cargara sobre sus espaldas con la pesada etiqueta de ser “el heredero de Harry Kane”. La realidad, sin embargo, siempre exige un poco más de paciencia.

Su debut en Premier League llegó en 2019, de la mano de José Mourinho. El técnico portugués, consciente de la presión que empezaba a rodear al joven delantero, tuvo un gesto que aún recuerdan en Londres: pidió a Son que le entregara a Parrott el balón del partido para que guardara un recuerdo de su estreno. Pero Mourinho también fue el primero en poner freno al ruido: “Creo que tiene potencial, pero necesita trabajar mucho. Puede jugar minutos, pero para cargar con la responsabilidad de reemplazar a Kane no creo que esté preparado en absoluto”.

Después llegó la etapa más dura. Parrott encadenó cesiones y se acostumbró a un fútbol menos glamuroso que el que le habían prometido: Millwall e Ipswich Town en la 2020-21; un paso muy notable por el Milton Keynes Dons en 2021-22; y una temporada irregular en el Preston North End en 2022-23, donde coincidió con Álvaro Carreras. Eran años de aprendizaje, de tocar barro, de partidos en campos fríos con poco público y aún menos margen para la fantasía. Pero también eran años necesarios para moldearlo.

La explosión definitiva llegó lejos de Inglaterra. Su cesión al Excelsior neerlandés lo cambió todo. En un contexto más ofensivo y con mayor libertad, Parrott anotó 17 goles en 32 partidos y llamó la atención del AZ Alkmaar, que lo fichó en 2024 por solo cuatro millones de euros. Desde entonces, su crecimiento ha sido sostenido y evidente: cerró su primer curso con 20 goles en 47 encuentros y esta temporada suma ya 13 (seis en Liga) en apenas 14 partidos. Marca cada 71 minutos, una cifra impropia de un jugador que hace no tanto parecía haber perdido su rumbo.

Ese repunte goleador ha coincidido con su explosión como referente de Irlanda. Tras años buscando un heredero que devolviera al país a la escena grande del fútbol, Parrott ha asumido el liderazgo sin complejos. Sus goles ante Portugal y su hat-trick épico frente a Hungría lo han convertido en símbolo nacional. Ha pasado de ser “el sucesor de Kane” a ser, simplemente, Troy Parrott: un delantero en estado de gracia que quiere llevar a Irlanda de vuelta a un Mundial después de más de dos décadas de espera.

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