Si a alguien le dicen que el considerado por muchos ‘mejor pivote de la historia’, integrante de uno de los mejores centros del campo de siempre y dominador absoluto del juego durante más de una década, nunca estuvo entre los veinte mejores en el ranking del Balón de Oro, probablemente no se lo crea. Ningún futbolista se adapta mejor a la definición de ‘futbolista infravalorado’ que Sergio Busquets. A sus 37 años, el centrocampista catalán anunció el pasado jueves su retirada del fútbol profesional, dejando atrás una laureada carrera tras vestir la camiseta de, tan solo, dos equipos: el FC Barcelona y el Inter de Miami.

En sus redes sociales, publicó que se retirará cuando finalice la temporada con el cuadro estadounidense, ya clasificado para los playoffs de la MLS: “Siento que ha llegado el momento de decirle adiós a mi carrera como futbolista profesional. Han sido casi 20 años disfrutando de esta historia increíble que siempre soñé. Me retiro muy feliz, orgulloso, pleno y sobre todo agradecido... Muchas gracias a todos, hasta pronto”.

Un 5 con alma de 10

Ya lo dijo en su día la leyenda argentina, Juan Román Riquelme, en una entrevista a ESPN: “Busquets confundió al fútbol mundial”. Lo confundió en cada finta, en cada pase, en cada salida de balón. A rivales, a aficionados… incluso a sus propios compañeros. El de Badía es un experto en encontrar la salida más inesperada y eficiente ante las situaciones más complicadas. Un 5 con alma de 10, como señaló el propio Riquelme: “Desde que apareció Busquets empezamos que el 5 debe tener buen pase, empezamos que si los equipos juegan mal es porque el 5 pasa mal la pelota. Ya nos olvidamos de que antes era el número 10 el que te hacía jugar bien, ahora parece que si el equipo juega mal es por culpa del 5, 'no, el 5 la pasa mal, el 5 no la agarra...’”.

Sergio Busquets es ese futbolista que está más valorado entre sus compañeros de profesión que entre los que ven el fútbol por la televisión. Tiene una explicación: la labor que hace escapa de lo que muestran las pantallas. Aunque, en ocasiones, parezca invisible al ojo humano, está ahí, bien colocado. No es rápido, no es físico, pero siempre ha poseído unas cualidades únicas que lo han diferenciado del resto. Es por eso que, al seleccionador que le hizo debutar con España, Vicente del Bosque, le gustaría parecerse a él: “Si yo fuera jugador me gustaría parecerme a Busquets. Lo hace todo, está continuamente en disposición ayudar al equipo, es generoso, se vacía defensivamente, y es de los primeros que empieza a jugar al fútbol. Y cuando él está bien, el fútbol se hace más fluido".

Busquets, un jugador único

Si los datos entran en juego, la carrera de Busquets está al alcance de muy pocos: 36 títulos entre club y selección entre los que se encuentran tres UEFA Champions League (2009-2011-2015) y nueve Ligas con el FC Barcelona o un Mundial (2010) y una Eurocopa (2012) con España. Pocos mediocentros en la historia del fútbol han acumulado tal colección de éxitos siendo, además, pieza indiscutible en cada conquista.

Su irrupción llegó de la mano de Guardiola en el PepTeam, cuando debutó en la temporada 2008/2009 con el Barça, club en el que recaló en su etapa juvenil. En apenas un año pasó de jugar en Segunda B con el filial a ser titular en el primer equipo. Sorprendió su debut en la segunda jornada del campeonato nacional, ante el Racing de Santander, pero gracias a su calidad se ganó un puesto en el esquema blaugrana, ganando el sextete en su primera temporada como jugador del Barça. Incluso relegó a la suplencia al mismísimo Yaya Touré, que a la segunda temporada compartiendo vestuario con el de Badía, puso rumbo a la Premier League.

Con la selección, Busquets fue uno de los grandes protagonistas de la edad dorada del fútbol español. Su papel en Sudáfrica 2010, con apenas 21 años, le dio el aval de veterano precoz, y se consolidó como indiscutible durante más de una década. Sus compañeros lo definían como el “equilibrio”, la pieza que daba sentido al resto del engranaje. Más allá de los números, redefinió el rol del mediocentro defensivo. Ya no bastaba con destruir; había que construir, organizar y pensar más rápido que nadie. Desde su irrupción, la figura del ‘5’ se transformó para siempre.

Ahora, tras cerrar su etapa en el Inter de Miami junto a viejos amigos como Messi o Jordi Alba, Busquets dice adiós dejando un vacío difícil de llenar. Su marcha no es solo la despedida de un futbolista irrepetible, sino también el cierre de una manera de entender el juego que marcó a toda una generación. En cada estadio en el que jugó dejó una huella silenciosa, la del futbolista que hace que los demás brillen; sin egoísmo, sin buscar ser el protagonista. Deja un gran legado tras de sí, con pivotes que tienen buen trato de balón, gran regate, poderío físico… sin embargo, por mucho que lo intenten, ninguno podrá ser como el catalán, porque Busquets solo hay uno.

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