Este miércoles, el conjunto dirigido por Ernesto Valverde se la juega en uno de los estadios con más historia del fútbol inglés, St. James Park. Los leones, no llegan en su mejor momento, con tres derrotas en los últimos cinco partidos que han disputado. En la máxima competición intercontinental, la cosa no es diferente. El Athletic solo ha conseguido los tres puntos en su último partido ante el Qarabag, situándose en los puestos de eliminación de la competición.
Por ello tratarán revertir esa mala dinámica, pero no le toca contra un rival precisamente fácil. El Newcastle de Eddie Howe lleva dos victorias consecutivas en Champions League colocándose en undécima posición. En Premier están en la misma zona de la tabla y parece que no terminan de arrancar en la competición doméstica.
Sin embargo, no mucha gente conoce la hermandad que hay entre leones y urracas, por la que en el estadio local hay presente una bandera con la ikurriña acompañada con el escudo del equipo vasco.
El fútbol amansa a las fieras
Para explicar esta historia, hay que remontarse a 1994, más concretamente a la copa de la UEFA (actual Europa League). Ambos conjuntos se encuentran los dieciseisavos de la competición. El Newcastle llegaba como el líder indiscutible de liga, mientras que los leones se situaban en séptima posición.
En el equipo inglés destaca el delantero inglés Andy Cole, que años después conseguiría ganar la Champions con el Manchester United. Por su parte, el conjunto vasco contaba entre sus filas a jugadores míticos como su actual entrenador, Ernesto Valverde, Goikoetxea o Julen Guerrero entre otros.
El encuentro de ida se disputó en suelo inglés y las urracas, de la mano de Ruel Fox, P. Beardsley y Andy Cole. Pero el equipo español no se echó atrás y con los goles de Ziganda y Suaces se acercaron en la eliminatoria. Días después, la catedral acogía una vuelta que se consagraría como un evento canónico para ambas hinchadas.
Fue un partido muy igualado, hasta que en el minuto 67, el hombre de la eliminatoria, Ziganda marcó el gol que le daba el pase a la siguiente fase. Tras el pitido final, la hinchada rojiblanca invadió el campo para celebrar la victoria. En un momento de la celebración, los aficionados españoles fueron a la esquina donde estaban los hinchas rivales y empezaron a corear ‘Newcastle, Newcastle’, a lo que los ingleses respondieron con gritos de ‘Athletic, Athletic’. Desde entonces, la hermandad entre ambos clubes se ha mantenido desde los últimos 30 años.
Aquella noche marcó un antes y un después; es difícil imaginar hoy una invasión de campo para aplaudir a los rivales, pero el Athletic y el Newcastle lo hicieron posible.