El exfutbolista hispanobrasileño Marcos Senna, campeón de la Eurocopa en 2008 con la selección española, ha reflexionado sobre la inmigración en una entrevista concedida a El Periódico. Desde una posición personal y marcada por su propia experiencia, el exjugador del Villarreal aseguró que está “a favor de la inmigración por las oportunidades que ofrece”, pero defendió la importancia de que quienes llegan “se adapten a la cultura nativa y ayuden a crecer al país”.
“Soy inmigrante y por supuesto que estoy a favor de la inmigración”, explicó Senna, quien subrayó que su apoyo se dirige a “los que vienen a sumar”. El exmediocentro insistió también en que “los que vienen a hacer el mal perjudican a los que venimos a integrarnos con normalidad”, y añadió que España es “un país hospitalario y acogedor”. Para él, la clave está en el respeto mutuo: “Estoy a favor de los que respetan las normas. Sobre los que vienen a molestar, creo que no hay que dejar que se queden. Es una cuestión de respeto”.
Durante la conversación, Senna recordó sus propios orígenes humildes en São Paulo y la importancia de haber construido una vida en España tras años de esfuerzo. “Yo vengo de un barrio humilde. Tuve que trabajar desde muy pequeño para ayudar en casa y salir adelante. Fue duro, pero me forjó como persona”, señaló. Esa vivencia, asegura, le ha llevado a implicarse activamente en proyectos de apoyo a jóvenes y migrantes que buscan oportunidades a través del deporte y la educación.
El exjugador explicó que creó una fundación para ayudar a inmigrantes sin apoyo y, tras retirarse, ha continuado con esa labor desde su actual vínculo con el Villarreal. Además, es embajador de las Becas American Dream de Awex Education, un programa que facilita a jóvenes deportistas estudiar en universidades estadounidenses. “Intento ayudar, ser una persona inspiradora para quienes me rodean e influir en los más jóvenes de cara al futuro. El fútbol es muy bonito, pero la vida es algo más que el fútbol”, afirmó.
Clave en la Eurocopa que lo cambió todo
Nacido en São Paulo en 1976, Marcos Senna da Silva forjó una carrera ejemplar marcada por el trabajo, la disciplina y la serenidad. Llegó al Villarreal en 2002 procedente del São Caetano, y rápidamente se convirtió en el alma del equipo que asombró a Europa con su fútbol técnico y ordenado. Su calidad y compromiso le valieron la nacionalización española en 2006, apenas unos meses antes del Mundial de Alemania.
El punto culminante de su carrera llegó en la Eurocopa de 2008, cuando fue pieza clave del histórico título conquistado por la selección de Luis Aragonés, el primero de una generación que dominaría el fútbol mundial durante años. Senna fue uno de los grandes símbolos de aquella España coral: un jugador nacido en Brasil, pero que representaba la diversidad y la integración de un país en transformación.
Su decisión de jugar con España fue natural, según ha explicado en varias ocasiones. "Cuando supe que podía ser español, me ilusioné mucho, porque pienso que puedo llegar a jugar con la Selección española. Ésa es ahora mi ilusión y sería muy bonito poder conseguirlo", comentó nada más obtener la nacionalidad. Finalmente, lo logró y llegó a sumar 28 internacionalidades, jugando su último encuentro con España pocos meses antes del Mundial de 2010.
Tras colgar las botas en 2015, Senna continúa vinculado al Villarreal como embajador institucional, además de dedicarse a la labor social. Su discurso sobre inmigración nace, precisamente, de ese recorrido vital que le llevó de las calles de São Paulo al césped de Viena, donde levantó el trofeo que cambió la historia del fútbol español.