El fin del estado de alarma el 9 de mayo abrió las puertas a realizar nuevos eventos sociales, como consecuencia de las menores restricciones. Algunas de las actividades que se mantuvieron paralizadas durante los peores momentos de la pandemia han vuelto a resurgir desde entonces, como es el caso de la celebración de bodas y enlaces.

Como uno de los sectores peor parados por la irrupción de la pandemia en marzo de 2020, la celebración de bodas se paralizó de repente, con cancelaciones y aplazamientos diarios que, en muchos de los casos, todavía no se han recuperado. Un sector que mueve hasta 5.000 millones de euros anuales en España y que en 2020 redujo sus beneficios hasta los 800 millones de euros.

El 80% de las bodas previstas para 2020 se retrasaron y solo el 20% restante se celebraron a lo largo del año, con mucho menos aforo y, en muchos casos, con solo la celebración religiosa o civil. Ahora, en plena temporada de bodas y con el fin del estado de alarma, parece que las parejas se vuelven a animar a celebrar su enlace.

Lo hacen con algunos matices que las diferencian de las bodas de la antigua normalidad, tal y como asegura Isaac Amselem, presidente de la Asociación de Profesionales de Bodas en España (APBE). Una de las diferencias principales es la menor planificación a la hora de organizar y celebrar estos eventos.

Un 5% de las bodas se han celebrado mediante solicitudes rápidas

El experto explica que esto ocurre por la opción de contratar muchos menos servicios, pero también por el menor número de invitados al enlace, no solo por las restricciones, sino por decisión propia de los novios. La previsión se ha reducido y ahora las parejas deciden con menos de un mes o incluso de 10 días cómo organizar su boda.

Puede que la fecha estuviera cerrada pero el resto de proveedores se elige con muy poco tiempo” -explica el presidente de APBE- “ahora entran las prisas a todos para todo”. Tanto que un 5% de las bodas celebradas se han realizado a través de solicitudes rápidas, casi de una semana para otra. “La gente que está pidiendo solicitudes es de forma inmediata”, asegura.

Otro de los cambios principales es el mayor componente sentimental de estos eventos. Según Amselem, “ya no se invita tanto por compromiso, sino que los novios invitan a quien realmente quieren que estén”. “Está cambiando el objetivo principal de la boda, ya no se celebra una fiesta, se celebra el amor”, explica. En base a esto, prevén que las bodas pequeñas caractericen esta temporada.

Sin embargo, la legislación no es igual para todas las comunidades autónomas con respecto a este subsector del ocio. Por ejemplo, en Andalucía puede haber música y baile en el exterior en la celebración del enlace mientras que en otras comunidades las restricciones no lo permiten. A pesar de esto, aseguran que “se puede hacer bien”, respetando la legislación y los controles de cada comunidad autónoma.

Diferencias entre comunidades autónomas

Esta diferencia entre comunidades autónomas podría provocar una mayor movilidad de las parejas a la hora celebrar su boda, con un efecto desigual. “Ha pasado y puede pasar”, explica Amselem, que cita el ejemplo de las bodas celebradas durante los primeros meses de la pandemia en Madrid frente a otras comunidades que no lo permitían. “Vemos esto como algo negativo, cambiar todo a última hora es disponibilidad es un problema”, critica el experto.

Las bodas también confían en el proceso de vacunación, al igual que el resto de la sociedad. “Creemos y vemos que, con la vacunación, septiembre va a volver a ser potente”, anuncia el presidente de APBE. Precisamente septiembre es el mes en el que el sector empieza la temporada, con la búsqueda del vestido, del lugar de celebración, las flores, etc. “Ahí comenzará la reactivación general”, prevé.

“Llegará un momento en conocer la normalidad”, asegura esperanzado Amselem, que recalca que todavía el 30% de las bodas previstas para celebrarse en 2020 se aplazarán hasta 2022, dos años después. Así, prevé llegar a los niveles prepandemia en 2023 y anticipa que “2022 puede ser el año que empiece a recuperar. No va a salvar estos dos años catastróficos pero empezaría a revisar”.

Desde la APBE recalcan de nuevo que solo se han detectado tres focos de contagio en la celebración de 28.000 bodas, un porcentaje ínfimo en comparación con otras actividades. “Si no ha habido focos, ¿por qué no nos dejan hacer una boda? El sector de las bodas ha hecho un protocolo específico sobre cómo hacerlo”, reclama el responsable.