Elon Musk, como cualquier otra multimillonario, es conocido por mucho aspectos que van más allá de las compañías que sustentan su fortuna; sin embargo, estas requieren de una atención y un cuidado que evite su desplome. Más allá de la mina de esmeraldas que su padre tenía en Zambia y le permitió dar el salto que los ricos hechos a si mismos gustan de llamar meritocracia, Tesla es una de las apuestas y sustentos principales de Musk, pero se ha visto sumamente tocada por su idilio con el ultra y presidente de los Estados Unidos.
El acercamiento a Donald Trump, hasta el punto de mostrarse como su número dos en la campaña electoral, ha salido caro al sudafricano y a su empresa de automoción, que ha ganado un 71% menos en el primer trimestre del año, en comparación con el resultado de 2024. Aunque este retroceso no se traslada en pérdidas, Tesla ha registrado un beneficio de 410 millones de dólares entre enero y marzo, lo que representa el peor trimestre para la compañía desde finales de 2020, y sus acciones valen la mitad que en diciembre de 2024.
Tesla ha vendido un 13% menos de productos, cayendo los ingresos por el producto principal, los coches eléctricos, un 20%. Europa ha sido uno de los mercados donde más se ha desplomado y no precisamente por el retroceso de compras de estos vehículos, que ha crecido notablemente. La propia empresas, que no pertenece en su totalidad a Musk, ha reconocido una cierta relación entre el desplome y el periplo electoral que se ha marcado el excéntrico sudafricano junto con Trump, que tan pronto como llego a la Casa Blanca ha salido pitando para apagar sus fuegos.
“En un mes voy a reducir significativamente el tiempo que dedico al Departamento de Eficiencia Documental (DOGE, por sus siglas en inglés)”, desde donde asesora al jefe de los Estados Unidos. “El gran volumen de trabajo necesario para poner en marcha el equipo DOGE está prácticamente terminado; seguiré dedicándole uno o dos días a la semana mientras el presidente lo desee”, ha terminado por recoger cable. Asimismo, ya se muestra abiertamente contrario a la política arancelaria de Trump que, como muestran los resultados trimestrales, perjudica al negocio internacional de sus compañías.
“Solo quiero enfatizar que la decisión sobre los aranceles depende totalmente de Estados Unidos. Daré mi consejo al presidente, que escuchará mi consejo, pero luego, por supuesto, le corresponderá a él tomar la decisión”, se descargaba de responsabilidad en la presentación trimestral de resultados. “He dicho muchas veces que creo que los aranceles más bajos son, en general, una buena idea para la prosperidad, pero esta decisión depende fundamentalmente del representante electo del pueblo. Seguiré abogando por aranceles más bajos en lugar de más altos, pero eso es todo lo que puedo hacer”, añadía.
Trump no lo necesita más
“Creo que el trabajo que estamos haciendo allí es realmente muy importante para intentar reducir el déficit insano que está llevando a nuestro país, Estados Unidos, a la destrucción”, trasladaba el empresario sudafricano en la llamada con analista, donde han abordado los pésimos datos de Tesla. “El equipo del DOGE ha logrado muchos avances en la lucha contra el despilfarro y el fraude, pero una reacción negativa natural es que aquellos que estaban recibiendo el dinero malgastado y amasando fortunas con él intentarán atacarme a mí”, justificaba.
No obstante, ha asegurado que se mantendrá el tiempo que haga falta. Musk quiere hacer ver que su salida progresiva responde a una recuperación paulatina de sus obligaciones empresariales, pero lo cierto es que su líder ya no le necesita y, además, sus movimientos desde el Despacho Oval están golpeando a sus empresas. “Creo que Elon es genial, pero también tiene una empresa que dirigir, o varias empresas”, anticipaba Trump a comienzos de este mes. “No tenemos prisa”, continuaba, “pero llegará un momento en el que Elon tendrá que marcharse”, terminaba por clavar el último de los clavos.