La economía española crecerá este año a un ritmo del 2%, cuatro décimas menos que en 2018, y se frenará al 1,6% en 2020 y 2021, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El organismo ha empeorado sus perspectivas de crecimiento, paro, deuda y déficit para España en la última edición del informe ‘Perspectivas Económicas de la OCDE’.

Los pronósticos del 'Club de los países desarrollados' son ligeramente menos optimistas que los del Ejecutivo español, que espera un crecimiento del 2,1% este año y del 1,7% en 2020. De hecho, la OCDE advierte de que la incertidumbre política genera "ambigüedad" en el ámbito fiscal.

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A pesar de que España sigue creciendo por encima de la mayoría de economías desarrolladas y de la media de la zona euro (1,2% en 2019, 1,1% en 2020 y 1,2% en 2021), la intensidad de la ralentización de la economía española continuará el año que viene. La OCDE confía en que se modere en 2020 e incluso se revierta en la mayoría del resto de economías.

La pérdida de cuatro décimas en la expansión del PIB prevista para 2020 supone la mayor desaceleración estimada por la institución entre los grandes países avanzados junto a Japón, que frenará su crecimiento del 1% en 2019 al 0,6% en 2020.

La tasa de paro crecerá este y el próximo año

La moderación del crecimiento económico en un contexto de elevada incertidumbre y debilidad de la demanda exterior se refleja también en una evolución menos optimista del mercado laboral. Por ese motivo, la OCDE ha empeorado sus previsiones de paro para España hasta el 14,2% este año, frente al dato previsto en mayo (13,8%). Para los próximos años, el organismo anticipa una tasa de desempleo del 14,1% y 13,6% respectivamente.

"Se prevé que la moderación del crecimiento económico en 2019 continúe en 2020 y 2021", señala la OCDE. La demanda interna seguirá siendo el principal impulsor de esta expansión, "aunque a un ritmo más lento que en los últimos años".

Esto se debe a que la moderación del crecimiento del empleo pesa sobre el consumo y la mayor incertidumbre obstaculiza la inversión, mientras que el menor aumento del mercado de exportación supondrá un lastre para las exportaciones. El organismo considera crucial la mejora de la productividad, que recomienda impulsar mediante avances en competitividad e innovación, así como a través de la formación de los trabajadores.

A este respecto, señala que la implementación de políticas activas de empleo específicas podría mejorar las perspectivas laborales de los trabajadores poco cualificados, subrayando la importancia de dotar de habilidades digitales a los ciudadanos más vulnerables, cuyos empleos están en mayor riesgo de automatización. En la misma línea, recomienda agrupar en un único punto de contacto los servicios sociales y de búsqueda de empleo para desempleados.

"Ambigüedad" fiscal por la incertidumbre política

En cuanto a la evolución de las cuentas públicas en España, la organización expone que la reciente mejora se explica en gran medida por las favorables condiciones macroeconómicas y considera "clave" seguir mejorando la balanza fiscal estructural que permita una reducción duradera del elevado ratio de deuda pública.

En este sentido, la OCDE prevé que la deuda pública de España se situará en el 96,6% del PIB en 2019, el 96,4% en 2020 y el 96,2% en 2021. Por su parte, el organismo ha revisado al alza sus proyecciones de déficit, que cifra en el 2,2% del PIB este año, dos décimas más que su anterior pronóstico, y bajará al 1,8% en 2020, medio punto por encima de la previsión precedente, para caer al 1,4% en 2021.

"Garantizar la implementación efectiva de reformas estructurales previas que abordan la fragmentación interna de los mercados de productos es clave para crear economías de escala", añade la OCDE. De hecho, un incremento adicional de la coordinación y evaluación de las políticas de innovación regionales y nacionales elevaría la calidad de la innovación.

La organización dirigida por Ángel Gurría apunta entre otros riesgos potenciales al impacto del Brexit sobre el sector turístico, a un debilitamiento del consumo más intenso de lo esperado, si la caída del empleo es mayor de lo previsto o si continúa la incertidumbre.

Por contra, la OCDE apunta que, dada la solidez de los fundamentos de la economía española, una reducción de la incertidumbre permitiría aumentar la inversión e impulsar la confianza empresarial.