La crisis amenaza de nuevo. Al menos así lo consideran los mercados, que han acentuado en los últimos meses su preocupación por la deriva económica mundial.

 

La guerra comercial, con aumento de aranceles entre Estados Unidos y China, y los signos de debilidad que está mostrando el Banco Central Europeo han desencadenado un incremento del precio del oro, que alcanza su valor más alto en los últimos 6 años. Un signo que podría considerarse sintomatológico de una recesión. Lo cierto, es que, según señalan los expertos: parece que algo no va bien.

El pasado mes de junio, el Banco Mundial alertaba de que la economía global podría decrecer un 2,6 por ciento, siendo los mercados emergentes los más afectadas por este retroceso. Pero, ¿por qué ahora?

Estados Unidos vs China: el origen

Tras una década de crecimiento sostenido y pleno empleo en las que se han alternado el Gobierno demócrata de Barack Obama y el Republicano de Donald Trump, Estados Unidos podría estar rozando su techo de cristal, o lo que es lo mismo, llegando a un fin de ciclo alcista. Aunque el país norteamericano roza el pleno empleo, lo cierto es que las últimas cifras revelan una desaceleración en la creación de puestos de trabajo.

Además, las empresas estadounidenses endeudadas mantienen un ratio de deuda financiera en los mismos niveles que durante la pre-crisis financiera, por lo que el riesgo que asumen, empieza a ser preocupante.

Por su parte, China, el otro actor decisivo en esta batalla por el control de los mercados, comienza a sentir los efectos de la tensión con Estados Unidos. La devaluación de la moneda local, el yuan, que alcanzó una caída superior a la de los siete yuanes por dólar, cifra que no había superado desde la crisis financiera de 2008, hizo saltar la voz de alarma acerca de una posible guerra de divisas. El Banco Popular de China advertía a Estados Unidos de que sus últimas acciones “desencadenarían turbulencias en el mercado financiero, obstaculizando el comercio internacional y la recuperación económica mundial”. Por su parte, la administración estadounidense, que no se anda con rodeos, respondió asestando un golpe tarifario al gigante asiático en forma de sanciones.

Precisamente, la confrontación vivida en los últimos días entre ambas potencias hizo tambalearse a las bolsas de todo el mundo, especialmente las europeas. Además, en nuestra zona más próxima, el PIB de tres de los cinco grandes de la UE - Italia, Alemania y Reino Unido- ha comenzado a erosionarse. Como ejemplo, la industria alemana, que lidera el conjunto de la Unión, cayó un 1,5 por ciento, según datos del último mes y se encuentra a la espera de nuevos informes desalentadores.

Pero, ¿Por qué Europa se puede ver afectada directamente por la batalla comercial entre Estados Unidos y China? La crisis a la que se enfrentan Estados Unidos y China impacta directamente en el volumen de las exportaciones e importaciones de la UE. Ante una situación de desaceleración en la demanda y el riesgo de imposición de nuevos aranceles, la Eurozona quedaría, de nuevo, comprometida. Por lo que, ¿qué hacer para paliar el efecto dominó?

Estados Unidos ha reaccionado en primera instancia presionando, en primer lugar, a la Reserva Federal (FED), que decidió el pasado 31 de julio y, por primera vez en una década, bajar los tipos de interés en un nuevo intento de amortiguar una contracción. Una decisión criticada por los expertos y que cuestiona la independencia del organismo. Con la bajada de los tipos de interés, la FED pretende reactivar el crédito y rebajar las facturas financieras de las empresas, además de colaborar a la estrategia de reelección del actual Presidente.

Mientras tanto en España

La incertidumbre política no colabora a la estabilidad económica. España podría encaminarse a sus cuartas elecciones en cinco año y el lastre de la debacle económica aún lo padecen los españoles. El pasado mes de julio, los datos del Índice de Producción Industrial (IPI) revelaban que el país ha retrocedido un 1,8 por ciento en los sectores industriales -a excepción del energético- y que los bienes de consumo, intermedios y de equipo también recortaron su producción. Además, a comienzos de la temporada estival, la EPA refleja que existe una desaceleración en cuanto a la creación de empleo.

Un último informe emitido por el Instituto Nacional de Estadística (INE) detallaba que el paro descendió en 123.000 personas en el segundo trimestre del año es decir, un 3,7 por ciento menos que el trimestre anterior. Se trata del peor dato registrado en los segundos trimestres desde el año 2012, cuando se arrojó un aumento del paro de 63.100 personas.

Además, el PIB interanual, que creció un 2,3 por ciento, muestras signos de ralentización, pues creció una décima menos que el trimestre anterior y 3 décimas menos que el del mismo trimestre hace un año. Mientras las empresas se preparan para intentar combatir los problemas derivados de las exportaciones, que ya afectan a sus principales socios comerciales, el Estado ha de estar listo para regresar al tiempo de las trincheras económicas y poder sobrevivir a una nueva embestida.