Pues ya es un hecho. Donald Trump ha sacado a Estados Unidos de los acuerdos de París para combatir el cambio climático. La excusa han sido las implicaciones económicas y para el empleo que el mandatario argumenta que tendría que la economía americana. De nada han valido las presiones de los gobiernos de otros países. Ni las más sintomáticas que han surgido de grandes compañías norteamericanas.

Renovables, clave en el empleo

Porque la clave en la apuesta por las renovables no es ecológica. O al menos, no solo es ecológica. Dar la espalda al desarrollo de fuentes de energía limpias significa frenar un impulso económico que se está revelando muy poderoso. Y con diversos vectores. Si hablamos del empleo, según la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA), esta industria ocupa a más de 10 millones de personas en todo el mundo. Y eso solo de forma directa. Además, es uno de los pocos sectores en los que la demanda de mano de obra no para de crecer. Entre un 5% y un 10% cada año. Se estima que en 2030, 24 millones de personas trabajarán en este ramo. Por el contrario, en sectores como el petróleo o el gas, el empleo no para de decrecer. Precisamente en Estados Unidos, en 2015 se perdieron un 6% de los empleos relacionados con el petróleo y nada menos que un 18% en el gas.

Energía más barata

En relación directa, gente sin empleo pero que debe calentar sus casas, está el precio de la energía. Aquel viejo paradigma de que las renovables son más caras ya no se cumple. El precio de las energía renovables no ha dejado de bajar en los últimos años. En países como Alemania la gran oferta energética ha bajado los precios casi hasta cero. Chile ha experimentado una espectacular baja de precios en el consumo de energía gracias a su decidida apuesta por la fotovoltaica. I+D, comercialización de patentes y equipos, reducción del gasto sanitario, bajada de las horas laborales perdidas por restricciones de tráfico y, por supuesto, pérdida de competitividad en un sector clave en los próximos años. Solo un estúpido considera que la lucha contra el cambio climático es una paranoia hippy.