Petróleo y energía han colocado la inflación en España por encima del 2% en el pasado mes de abril y asoma como amenaza no solo para los bolsillos de los consumidores que ven perder su poder adquisitivo, sino que además afecta a la marcha del ahorro. Muy de forma directa a ese billón de euros que los españoles tienen en cuentas corrientes y depósitos bancarios con un interés del cero pelotero.
Son numerosas las teorías sobre el devenir de los precios a corto plazo. Existen dos factores inflacionistas: la emisión de dinero por parte de los bancos centrales y, de otro, los problemas de abastecimiento de distintos productos debido a la pandemia. El moderado crecimiento del crédito entre empresas y familias, sobre todo estas últimas, aleja expectativas de repuntes muy altos. En Estados Unidos, las expectativas de inflación para este año han aumentado hasta el 3,3% y en cinco años al 2,7%, previsiones que ya se reflejan en los tipos de interés del bono a 10 años que en este país ofrece una rentabilidad del 1,67%.
A corto plazo el incremento de la inflación y el crecimiento de las economías después de las caídas provocadas por la pandemia de la Covid-19, configuran un panorama ya conocido por los expertos. Patrick Zweifel, economista jefe de la principal gestora de renta fija del mundo, Pictet AM, desvela los activos que tienen un mejor y un peor comportamiento en este entorno económico, basándose en un estudio que analiza lo ocurrido desde los años cincuenta del pasado siglo.
TIPS (deuda pública protegida contra la inflación, materias primas, oro y vivienda registran rentabilidad positiva en períodos inflacionarios, que alcanza el doble dígito en el caso de materias primas y oro. Materias primas, oro y bienes inmuebles muestran correlación positiva incluso con la inflación retrasada. Por su parte los mercados monetarios, aunque también positivamente correlacionados con la inflación, muestran una rentabilidad real ligeramente negativa en períodos de precios altos y crecientes. Sin embargo un aumento de la inflación viene acompañado de menor rentabilidad en deuda del Tesoro de EEUU y de los bonos de mayor calidad.
Por su parte un aumento del crecimiento económico viene acompañado de mayor rentabilidad para todas estas clases de activos, especialmente deuda de alta rentabilidad y acciones, pero es negativo para bonos del Tesoro, TIPS y oro, especialmente para los bonos del Tesoro.
En períodos de aumento simultáneo de la inflación y del crecimiento -el resultado más probable los próximos trimestres-, las materias primas generaron una rentabilidad anual del 14 %, el S&P 500 13 %, la deuda de alta rentabilidad y oro en torno a 11 % y la vivienda 7%. Fue el segundo mejor entorno económico para las acciones y para la deuda de alta rentabilidad, lo que sugiere que en este escenario el crecimiento es un factor más importante que la inflación. Por el contrario en ese entorno le fue mal a los mercados monetarios (Letras, Pagarés, fondos de dinero), la deuda del Tesoro y los TIPS.
También hay que tener en cuenta que la década de 1970 dejó muy claro que un aumento de la inflación no siempre coincide con un aumento del crecimiento. En concreto, en períodos de alta inflación y bajo crecimiento, materias primas y oro generaron rentabilidades anuales del 19 %, TIPS 8 % y deuda del Tesoro 7 %. Pero en esos períodos los mercados monetarios, la deuda de alta rentabilidad y las acciones tuvieron peores resultados. Por último, en periodos tanto de baja inflación y bajo crecimiento los bonos del Tesoro y crédito de grado de inversión registraron rentabilidades del 8% y las acciones 6%, mientras que materias primas y oro tuvieron los peores resultados.
Un trabajo muy interesante que puede servir de guía para que los ahorradores muevan sus activos o sus fondos de inversión de acuerdo a cómo vaya evolucionando la economía y la inflación en los próximos meses. La necesidad de mover la cartera de ahorro para sacar el máximo rendimiento es obligado en estos meses de incertidumbre. Y, además, aquellos que sigan anclados en sus cuentas corrientes o depósitos pueden tener una orientación para mover su ahorro y que la inflación no devore su capacidad adquisitiva de manera silenciosa.