La familia Perán lleva el emprendimiento en la sangre. De momento van por la segunda generación al frente de su empresa familiar, Pikolinos, el gigante ilicitano del calzado con presencia en 60 países. Aunque Rosana, Juanma y Carolina, los tres hijos del fundador, acaban de culminar su proceso para asumir la dirección ejecutiva de la empresa, ya tienen preparado el protocolo para la siguiente generación. Así lo ha explicado Rosana Perán, vicepresidenta de la compañía, durante su participación en una de las sesiones presenciales de Hub Empresa Valencia, el punto de encuentro de Banco Sabadell dedicado en exclusiva a las empresas.

La sesión se ha retransmitido en streaming en la plataforma Hub Empresa que pone a disposición Banco Sabadell on line para empresarios y empresarias de toda España. David Gómez, Director de la Red de Banca de Empresas de la Territorial Este de Banco Sabadell, ha conducido el evento.

Grupo Pikolinos cuenta con más de 600 empleados y antes de la pandemia llegó a facturar 130 millones de euros. Todo empezó en 1984, cuando el patriarca de la familia, Juan Perán, se lanzó a comercializar zapatos de piel dejando atrás su negocio inicial de fabricación de zapatos de niña. “Empezaron a crecer mucho las ventas, tanto que la capacidad de producción se quedó corta y empezamos a subcontratar la producción, siempre dentro de Elche”, ha explicado Rosana.

Aunque para Pikolinos es una máxima potenciar la industria local, siempre han tenido vocación internacional y la exportación de calzado supone el 75% de las ventas. En esto momento, están reforzando su red internacional y convirtiendo a sus agentes comerciales en empleados. “Es un tema de estrategia, el empleado conoce la marca y vive los valores”, ha comentado.

¿Cómo han conseguido diferenciarse del resto y triunfar en todo el mundo? Su padre siempre tuvo visión de futuro, apostó por la innovación y observó lo que se estaba haciendo fuera.

Integración en la cadena de valor

Una de las decisiones clave de Juan Perón fue integrarse en todos los procesos en la cadena de valor. Entre otras cosas, creó en el año 2000 una empresa para hacer el acabado de la piel de los zapatos: “La piel nos diferencia del resto de zapatos, nosotros la compramos en blanco, la trabajamos y le damos color”. Después llegaría la apertura de las primeras tiendas en Alicante y en 2009 fueron pioneros en la venta online.

“Cuando abrimos una tienda en una ciudad, las ventas de nuestros clientes aumentan”

Rosana ha defendido que hay mercado para todos: “Cuando abrimos una tienda en una ciudad, las ventas de nuestros clientes aumentan”. Aunque ha reconocido que inicialmente pudo haber alguna suspicacia, al final había pastel para todos. “Nosotros no llegamos a los descuentos que hacen nuestros clientes, ni les hacemos competencia y nuestra política es de transparencia total”, ha añadido.

Filosofía japonesa para la "fabrica del siglo XXI"

Este año, la revista Harvard Business Review ha seleccionado a Pikolinos como caso de éxito por la implementación del modelo de producción Kaizen, una filosofía empresarial japonesa que implica la mejora continua. “PikoKaizen es mi hijo. Mi padre siempre quiso tener la fábrica del siglo XXI”, explica orgullosa Rosana. Este innovador sistema implica, entre otras cosas, la recogida de datos y el uso de la inteligencia artificial para mejorar los procesos.

“En Pikolinos pocas cosas pasan por casualidad”

Aunque este sistema es muy novedoso, la mejora continua ha estado presente en Pikolinos desde sus inicios. Juan Perán decidió dejar de fabricar zapatos de niña, en su mayoría hechos con plástico, para trabajar la piel. Apostó también por integrarse en la cadena de valor y ello le llevó a abrir tiendas que han sido todo un éxito. En 2007 compraron Martinelli. “Nuestro objetivo era vestir a las personas de lunes a viernes de Martinelli y los fines de semana con Pikolinos”, explicó Rosana a los asistentes. “En Pikolinos pocas cosas pasan por casualidad”, añadió. Cada paso de la empresa está pensado y testado. La posibilidad de comprar una marca ya estaba contemplada en el Plan Estratégico 2000-2005.

Fueron también pioneros en participar en redes sociales, a las que ven como un canal de comunicación directo con el consumidor. En 2010 ya habían abierto un comité para escucharlos llamado la Voz del Consumidor. “VOC es un altavoz donde recogemos sus opiniones y una forma de interactuar con el cliente”, ha enfatizado Rosana en su intervención.

En este momento están en pleno proceso de apertura de nuevas tiendas a las que están dotando de un carácter especial que mejore la experiencia del cliente. En este sentido, han puesto en marcha el Rincón del Zapatero, un espacio en el que las personas que lo visitan se ponen un delantal de piel para recibir consejos para limpiar y cuidar sus zapatos: “Está impactando mucho y genera vínculo entre el consumidor final y la marca”.

 La otra gran apuesta de Pikolinos ha sido la sostenibilidad. Ya en 2003 el patriarca impuso en todas las ofinas e instalaciones del grupo un plan de Papel 0, cuenta ya con las etiquetas que la certifican como empresa libre de emisiones de alcance 1 y 2, y está a punto de conseguir la de alcance 3. Utilizan en sus procesos energía verde y materiales sostenibles. Además, ofrecen a sus clientes dos líneas de producto: zapatos normales y zapatos sostenibles, que incorporarn procesos más exigentes en el uso de materiales y proceso de fabricación.

La conciencia medioambiental está en el ADN de Pikolinos. Rosana, por ejemplo, ha explicado cómo están utilizando las hojas de la poda de las palmeras de Elche para fabricar los topes y contrafuertes internos de los zapatos, reciclando de esta manera un material que, cuando se quema, es muy contaminante. Asimismo, han ayudado a más de 347.000 personas desde 2007 a través de la Fundación Juan Peran Pikolinos.

Preguntada por la clave del éxito de Pikolinos, no ha dudado en asegurar que son las personas. “Las personas son importantes. Es necesario cuidarlas y que estén a gusto en su puesto de trabajo”, comentó. En este sentido, cuentan desde 1996 con los servicios de una psicóloga, un médico y una sala de siesta, que han tenido que cerrar temporalmente por el COVID, pero que están a punto de recuperar.