El mercado de energías renovables ha emergido como uno de los sectores con mayor crecimiento en los últimos años. El Grupo Santander está a la cabeza en el mundo tanto en financiación de grandes proyectos de infraestructuras "verdes" como en asesoría de operaciones en energías renovables.

La pandemia sanitaria del covid-19 ha avivado el debate sobre la necesidad urgente de construir un nuevo modelo económico y social más sostenible y resiliente. Los bancos, que representan dos tercios de la financiación a nivel mundial, juegan un papel esencial en la transición hacia una economía de bajas emisiones. “El reto no es solo financiar lo que ya es verde, sino hacer verde el resto de la economía”, señala Ana Botín, presidenta de Banco Santander, en un artículo publicado en su perfil de Linkedin, donde recuerda la necesidad de un crecimiento que impulse la inversión en tecnologías verdes. De hecho, el grupo financiero de origen español está decidido a servir de ejemplo en la lucha contra el cambio climático e incluye varios compromisos medioambientales entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Uno de ellos es facilitar 120.000 millones de euros para financiar proyectos verdes hasta el año 2025 y alcanzar los 220.000 millones en 2030. Según los últimos datos públicos de la entidad, el grupo ya ha destinado 22.000 millones de euros a este propósito durante el primer semestre de este año 22.000 millones de euros, cifra a la que se suman los 19.000 millones de 2019.

En el caso de España, el equipo de recursos naturales y financiación de proyectos energéticos de Santander ya ha ejecutado 22 nuevas transacciones por valor de 3.700 millones de euros y ha cerrado 14 mandatos sobre asesoría de deuda. “SCIB ayuda a los clientes a encontrar la fuente de financiación más adecuada y competitiva, desde soluciones de mercados de puro capital privado donde la deuda proviene de fondos de infraestructura, a alternativas híbridas donde los inversores institucionales y los bancos prestan a una plataforma común”, señalan desde la entidad. Entre estas operaciones destaca la de Helioenergy (Atlantica Yield), en Écija (Sevilla), donde la entidad actuó como único asesor financiero de dos plantas de energía solar por concentración.

Además, dentro del nuevo acuerdo con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para conceder más de 900 millones de euros en préstamos para inyectar liquidez y apoyar las inversiones de pymes españolas afectadas por el coronavirus, ofrece una nueva línea de financiación destinada a empresas que tengan como objetivo apoyar la mitigación y adaptación al cambio climático.

Fuera de nuestro país, destaca el lanzamiento –en colaboración con los otros dos mayores bancos privados brasileños, Itaú y Bradesco- de un plan conjunto para promover el desarrollo sostenible del Amazonas, garantizar los derechos de la población que habita en esta selva y desarrollar su bioeconomía e infraestructuras sostenibles. También en Brasil, ha realizado una operación por valor de 620 millones de reales para Iguá Saneamento (compañía de servicios de agua y alcantarillado en áreas urbanas), con el primer bono verde nacional del país.

Huella medioambiental: Santander cumple su primer objetivo

El consumo responsable y sostenible de energía es un elemento clave para reducir el impacto contaminante sobre el medioambiente y contribuir a la lucha contra el cambio climático. Por eso otro de los retos de Santander es que el 100% de la energía que consume provenga de fuentes renovables en 2025 para reducir su huella ambiental. El primer paso era conseguir el 60% en 2021 y el objetivo ya se ha cumplido: el banco ya consume un 66% de electricidad procedente de fuentes renovables. “El área sobre la que podemos actuar directamente es el impacto directo que nuestra actividad como empresa tienen en el medio ambiente. Con 200.000 empleados, y la responsabilidad de gestionar un negocio en todo el mundo, se trata de un objetivo importante”, destaca Botín.

Banco Santander ya consume un 66% de electricidad procedente de fuentes renovables.

Este reto forma parte de un plan aun más ambicioso: ser neutros en emisiones de carbono en 2020 mediante la compensación de todas las emisiones que genera en su actividad diaria. Para ello, entre otras cosas, queremos seguir ayudando a nuestros equipos a reducir las emisiones viajando menos y utilizando las videoconferencias aún más. También tiene por delante el desafío de que el 100% de sus edificios de todo el mundo tenga en 2025 la certificación ISO 14001, el estándar para diseñar y aplicar un sistema de gestión medioambiental eficaz en las empresas.

Durante la clausura de la XIII Conferencia Internacional de Banca, que se celebró en remoto la semana pasada, Ana Botín puso el énfasis en la necesidad de “un nuevo contrato social” donde prevalezcan, entre otros aspectos, la sostenibilidad y el respeto medioambiental de las actividades económicas. En su opinión, es muy importante que los inversores “recompensen” a aquellas empresas que se comporten como “buenas ciudadanas”, es decir, aquellas que cumplan mejor con los llamados principios ASG, es decir, criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo.

Ana Botín defiende un crecimiento sostenible e inclusivo

Convencida de que la emergencia del cambio climático seguirá cuando la crisis del coronavirus haya pasado, la presidenta de Banco Santander defiende la necesidad de que “el crecimiento sea sostenible e inclusivo”. “Si queremos que el mundo haga una transición ordenada hacia un futuro más verde debemos trabajar todos juntos: gobiernos, empresas, clientes y comunidades”.

El gigante financiero fue uno de los primeros firmantes de los Principios de Banca Responsable definidos por la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que cuenta con el apoyo de 129 bancos de todo el mundo, y se ha sumado recientemente a la Alianza para la Recuperación Verde (Green Recovery Alliance). Esta última, promovida en el seno del Parlamento Europeo, supone un llamamiento a la recuperación sostenible como respuesta a la pandemia del COVID-19 y cuenta con el apoyo de partidos políticos, líderes empresariales y financieros, asociaciones sindicales, ONG, think tanks y grupos de interés.