Francisco Verdú, exconsejero delegado de Bankia e imputado por este caso, ha explicado en El País que al rechazar la tarjeta black que le ofreció su presidente entonces, Rodrigo Rato, ha sido su salvación. Le dijo que no porque pensaba que suponía una "mala praxis". Con ella podía haber redondeado su sueldo, que había bajado de 2,65 millones anuales, a los 600.000 euros, y darse la "vuelta al mundo" con su mujer, pero no lo vio claro. 

“Le dije a Rato y a los que dependían de mí que no la usaran. Creí que no lo iban a hacer”, asegura. Justifica no haber hecho más para acabar con las tarjetas diciendo que su "perocupación" era salvar el banco de los "graves problemas" que tenía, no lo de las tarjetas, que supusieron para la entidad un gasto de 15,5 millones sin justificar.

Verdú está imputado en el caso Bankia desde 2012. Se investiga su papel en un posible maquillaje de las cuentas de la entidad. Tras la imputación, llegó la depresión, la medicación, la pérdida de ilusión y su marcha a Miami a trabajar para ACS Infraestructuras como economista senior. Según el ex consejero, Bankia podría haber salido adelante de no ser por la crisis del euro.

"Los males de Bankia proceden de los pecados cometidos 15 años antes por Caja Madrid y Bancaja, que se volcaron en el ladrillo; no estuvieron gestionadas por banqueros y sólo quisieron crecer. La crisis dejó desnudos sus esqueletos", aclara. 

El estallido del escándalo de las tarjetas black, en octubre de 2014, ayudó a Verdú a recuperar la autoestima. Su actuación fué un "bálsamo" para él: “Mi salvación, porque me ha ayudado a recuperar mi orgullo”.