Estamos hiperconectados. Es una realidad. Vivimos pegados al smartphone, la tablet, el ordenador, el smartwatch etc. Dispositivos “inteligentes” que capturan nuestra atención, consumen nuestra energía vital y, en ocasiones, parecen haberse convertido en una extensión de nuestro propio cuerpo. Hemos perdido el control y eso nos hace plantearnos: ¿Nos hemos vuelto autómatas de nuestra propia tecnología?

Estar conectados 24 horas al día, 7 días a la semana puede tener graves consecuencias para nuestra salud. Así lo indica un estudio realizado por el  International Workplace Group, IWG -antes Regus-, que especifica que, “la sobreestimulación puede tener consecuencias negativas en la capacidad de concentración y dificulta la desconexión tecnológica”.

De hecho, el IWG, especializado en la gestión de espacios de trabajo flexible, se hace eco de otros estudios similares que avalan su hipótesis, por ejemplo, el realizado por la Universidad de Yonsei en Corea de Sur, donde un grupo de científicos ha descubierto que, el aumento de energía que requiere responder al flujo constante de información está provocando tensión física y psicológica en los empleados. Es decir, vivimos estresados.

Además, una segunda investigación, llevada a cabo por la Universidad Técnica de Dinamarca, confirma que la hiperconexión afecta a nuestra capacidad de atención y de aprendizaje, que se está reduciendo a causa de la cantidad de información que consumimos y que nos es imposible digerir. Sí, somos más torpes que antes. Por lo tanto, cabe preguntarse, ¿estamos agotados mentalmente?

Eso parece. Según las conclusiones del IWG, nos hemos convertido en personas menos productivas ya que las consecuencias derivadas de permanecer hiperconectados influyen en la motivación de los empleados, especialmente de aquellos que pertenecen a la generación Z -jóvenes nacidos entre 1995 y 2015-, todos ellos nativos digitales, ultraconectados, dependientes de la tecnología y expuestos al riesgo del agotamiento y otras enfermedades relacionadas con el estrés.

Pero, ¿qué soluciones son viables para combatir el agobio tecnológico? “Es necesario encontrar el equilibrio adecuado. Los espacios de trabajo flexibles y las zonas designadas a estar libres de tecnología son solo dos de las soluciones a este problema de hoy en día, que ayudan a las personas a separar sus horas de trabajo del tiempo no laboral y además minimizan las distracciones mientras realmente trabajan”, asegura Philippe Jiménez, country manager de IWG Group España.

Desconexión tecnológica

En el año 2017, Francia aprobó una ley que otorgaba a los empleados de empresas compuestas por más de 50 personas el derecho legal a ignorar los correos electrónicos recibidos fuera del horario laboral. Le siguieron Italia y Filipinas.

En 2018, España fijaba el derecho de los trabajadores a la desconexión digital en el ámbito laboral destacando la no obligación de atender llamadas ni correos fuera de su horario de trabajo mediante la conocida, Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales. Iniciativas que, aunque han colaborado a mejorar nuestra calidad de vida, aún están lejos de respetarse por completo.

Según una encuesta realizada por la empresa recursos humanos, Ranstad, el 30,3 por ciento de los trabajadores han sido contactados por sus jefes durante sus días de descanso. La mayoría lo han hecho mediante WhatsApp. Frente a este dato, un 3,8 por ciento de los trabajadores han sido quienes han contactado de forma voluntaria con su empresa, incapaces de desconectar.

Sentarse de nuevo cara a cara. Dialogar sin la necesidad de revisar un último e-mail recibido o las redes sociales. Dar un respiro a la mente son algunas iniciativas que, mediante la creación de espacios flexibles alejados de la influencia tecnológica, están implementando empresas como Allianz, Volkswagen o Daimler, preocupadas por el rendimiento de sus empleados.

Otras, como Telefónica, han sellado un acuerdo con el sindicato internacional UNI Global Unions y con UGT y CCOO -Acuerdo Marco Internacional- que regula el derecho a la desconexión digital durante los tiempos de descanso diario y fines de semana, permisos, vacaciones, días de asuntos propios, incapacidades o excedencias. Medidas que las grandes corporaciones consideran cada vez más necesarias y que colaboran al resultado final de los proyectos y a la estabilidad física y emocional de los trabajadores, porque como dice el refrán, un trabajador feliz es un trabajador productivo”.