Un operario ajusta una válvula en la refinería de petróleo de Baiji, en Irak). EFE/Archivo

 

 


En la década de los 90 del siglo pasado abundaban los análisis de economistas que anunciaban que el precio del petróleo rondaría los 200 dólares barril al comienzo de este siglo. El consumo desmedido, el agotamiento de reservas y el control de la producción por parte de los países de la OPEP avalaban esas tesis. Lo que nadie se podía imaginar es que, ante el terror que provocaba la posibilidad de los 200 dólares por barril, los países desarrollados se pusieran las pilas y comenzaran a invertir en otras energías, como las renovables, o que se desarrollaran nuevas tecnologías que permitieran hacer rentable la extracción de petróleo a profundidades que hace 20 años eran impensables. Y lo que ya nadie podía vislumbrar es que Estados Unidos pasara a ser, en esos 20 años, de primer consumidor e importador de petróleo a autosuficiente e incluso a ser país exportador. Todo eso ha pasado en apenas 20 años.

Por debajo de los 70 dólares
La organización de países productores de petróleo, OPEP, estuvo la pasada semana reunida durante tres días en Viena para decidir si mantenían la producción en los 30 millones de barriles al día o la reducían. Hasta ahora cada vez que el precio del petróleo bajaba demasiado, los países productores recortaban la producción para provocar que volviera a subir. Desde hace más de un mes el barril de Brent (el de referencia en Europa) está por debajo de los cien dólares y ha ido de récord en récord a la baja. Esto perjudica seriamente a países productores como Venezuela o Rusia, cuyas cuentas públicas se resiente gravemente si el precio del petróleo baja. Cuando la OPEP se reunió la pasada semana el precio del barril Brent esta ligeramente por encima de los 70 dólares. Tras decir que mantenían la producción, el precio se desplomó. Sólo en el mes de noviembre el barril de petróleo ha bajado un 15% y este lunes, el barril Brent cayó un 2,5% hasta los 68,29 dólares mientras el barril Texas caía a los 65,5 dólares. En lo que va de año el precio del crudo acumula una caída superior al 25%.

¿Contra Estados Unidos?
En lo que va de año el precio del petróleo acumula una caída del 25%, algo sorprendente bajo cualquier punto de vista,  por lo que en los mercados financieros circulan básicamente dos teorías: o estrategia concertada para perjudicar a Estados Unidos o contra Rusia. La crisis económica mundial implica menos consumo de energía porque se produce menos al consumirse menos, pero ello por sí solo no explica semejante descenso de precios. Y desde luego no explica las razones por las que la OPEP no recurre a su llave mágica de reducción producción para subir el precio.
Los que defienden que es una estrategia contra Estados Unidos explican que el hasta hace pocos años mayor consumidor -ahora superado por China- y el mayor importador, ha pasado en tan solo 5 años primero a ser autosuficiente y después a exportar petróleo y gas. ¿Cómo lo ha conseguido? básicamente con el 'fracking' el sistema que permite sacar crudo y gas de capas muy profundas, de yacimientos enquistados entre rocas. Con este sistema Estados Unidos puede convertirse en uno de los mayores exportadores del mundo en las próximas décadas. Pero el sistema tiene un problema, el fracking es una tecnología mucho más costosa que la del bombeo tradicional de los pozos de petróleo, por lo que con un barril por debajo e los 80 dólares no es rentable para las empresas. Si la OPEP baja el precio del barril muy por debajo de los 80 dólares, Estados Unidos dejara de producir mediante fracking.

¿O contra Rusia?
La otra teoría, con menos seguidores por cierto, sostiene justo lo contrario, que la estrategia de mantener la oferta y bajos precios está siendo impulsada por Estados Unidos para perjudicar a Rusia y a Venezuela. Ambos países dependen estratégicamente de sus ventas de crudo y las bajadas de precio impactan directamente en sus presupuestos estatales y, por tanto, en la calidad de vida de sus habitantes. La economía rusa se encuentra al borde de la recesión y los partidarios de esta teoría sostienen que es una forma de castigo que imponen los norteamericanos a Putin por la invasión e Ucrania.