Blanca Espinosa, una vecina de 78 años del barrio Gótico de Barcelona, ha sido desahuciada por los Mossos d’Esquadra de la vivienda en la que residía desde hace 55 años. La propietaria del inmueble, que atesora diversas casas por la ciudad, quiere subir el precio del alquiler y ha desalojado a la anciana por una deuda de 88 euros. La especulación se abre paso de nuevo y Blanca dormirá esta noche en una pensión, a la espera de que Servicios Sociales le asigne una vivienda asistida para personas mayores que se desconoce cuándo llegará.

Blanca no tenía más fuerzas para resistir. El pasado noviembre, la asamblea de la vivienda, Resistim al Gòtic, y vecinos solidarizados consiguieron evitar el quinto intento de desahucio que sufría la anciana, en una muestra de honor y resistencia. Este jueves, ninguna persona resistía frente al portal. Así lo había pedido Blanca, que no quería pasar de nuevo por la tortura de saberte fuera de tu hogar. Un acuerdo entre propiedad y Ayuntamiento para mantener a la vecina en su casa pendía de un hilo, pero finalmente ha decaído por las reticencias del consistorio.

Un juez ha considerado que el no pago de una obra en la cocina, la cual Blanca asegura que se hizo mal y por eso no la abonó en señal de protesta, es suficiente justificación para expulsar a una anciana de su casa. De hecho, el pago finalmente llegó por el temor al desalojo, pero ni por esas se ha conseguido frenar el lanzamiento. La realidad es que la propietaria quiere subir el alquiler hasta los 1.000 euros mensuales, muy por encima de la renta antigua que ha pagado Blanca religiosamente durante muchos años, y tan solo buscaba una excusa para vaciar el inmueble. 

Una artimaña de la propiedad, la aceptación de la judicatura y la inacción política han concluido con otra persona en la calle. El acuerdo entre la especuladora y el consistorio, que establecía que la administración abonaría la parte complementaria hasta los 1.000 euros de cuota hasta que Blanca pudiese ser realojada en una vivienda social, se daba por hecho y desde Resistim al Gòtic acusan al Ayuntamiento de su fracaso. “El Ayuntamiento se ha echado atrás, a pesar de los informes favorables de los Servicios Jurídicos del Instituto Municipal de Vivienda y de los muchísimos precedentes de actuaciones similares”.

El movimiento de la vivienda asegura que han sido los Servicios Sociales los que, “con alevosía”, han desestimado el acuerdo “a última hora”. El pago de las cuotas a propietarios que hacen negocio con el hogar de las familias, transfiriendo recursos públicos a especuladores, jamás será una solución aceptable para combatir el problema de la vivienda, pero en esta ocasión daba un balón de oxígeno a Blanca. “Nosotros no vemos en esta decisión ningún criterio técnico ni jurídico, sino un cambio de criterio político”, denuncia Resistim al Gòtic.

Desde el equipo del alcalde, Jaume Collboni, justifican que la ruptura de las negociaciones con la propiedad se debe a que esta exigía que, además de completar los 1.000 euros de alquiler, el Ayuntamiento funcionase como aval de la anciana. El consistorio asegura que incluso había propuesta asumir el alquiler integro, pero se ha negado a aceptar la demanda de aval, pese a que los movimientos sociales aseguran que esto ya se ha realizado en otras ocasiones en la ciudad condal.

Blanca ha sido desahuciada a las 10:00 horas, pero antes ha tenido que ser atendida por los servicios médicos tras sufrir un ataque de ansiedad frente a la comitiva judicial y a los Mossos d’Esquadra que aguardaban apoyados en la puerta de la vivienda, con lo insultante de una actitud rutinaria, que abandonase la vivienda. Un desahucio que se podría haber evitado se ha realizado y el precedente sentado abocará a muchas familias en riesgo de inclusión y en situación de pobreza y vulnerabilidad a pasar por el mismo trámite.

La maquinaria no frena y la guillotina se cierne sobre otra familia, que ahora sabe que el proceder ha cambiado y que lo siguientes pueden ser ellos. “Nosotros, por nuestra parte, seguiremos organizándonos. Porque, como demuestran día tras día las instituciones, la única garantía que tenemos para hacer efectivo el derecho a la vivienda es la organización y la lucha colectiva”. Una promesa gritada por los únicos a los que verdaderamente les importa Blanca y los vecinos que todos los días, con otro nombre y otra cara, sufren la misma violencia a manos del sistema.