El fin de las lámparas halógenas es ya un hecho. Desde este sábado, los países miembros de la Unión Europea se despiden de esta tecnología de iluminación. Ya no se podrá comercializar con bombillas de este tipo, y solo será posible acabar con el stock almacenado hasta el 31 de agosto.
Esta medida se debe a que las lámparas halógenas ya son incapaces de cumplir los requisitos que estableció la directiva comunitaria sobre la eficacia energética. Por ello, productores y consumidores apuestan que las alternativas son las lámparas LED y las fluorescentes.
La retirada de este tipo de producto corresponde a una iniciativa que la UE puso en marcha en 2009 y que consistía en ir eliminando progresivamente productos dañinos con el medio ambiente.
Sin embargo, la noticia no ha pillado por sorpresa ni a consumidores ni a productores. De hecho, éstos hace dos años que ya esperaban esta medida. Según cuenta Aitor Domínguez a El País, la UE aplazó esta decisión en 2016 porque los "fabricantes manifestaron que no estaban en condiciones de ofrecer al mercado un producto con la calidad suficiente y un precio razonable para sustituir de forma natural este tipo de lámpara".
A rey muerto, rey puesto
La gran apuesta del sector de la iluminación es la tecnología LED. Según señala Alfredo Berges, director general de la Asociación Española de los Fabricantes de Iluminación, a El País, este tipo de bombillas aparecieron entre 2009 y 2010, suponiendo un gran cambio en el mercado. Berges augura que en menos de diez años, las LED controlarán "una cuota de mercado del 63%".
Asimismo, las lámparas LED tienen una vida útil de entre 20.000 y 30.000 horas. Esto, comparado con las halógenas, supone una diferencia de cinco o seis veces más.