Leyendo “El declive de la Socialdemocracia”, de José V. Sevilla, podremos entender muchos de los temas de máxima actualidad, por ejemplo el resultado de las últimas elecciones municipales francesas, o la mala situación de los partidos socialistas en Catalunya y España, a pesar del mal gobierno del Partido Popular.

Cuando en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, estalló en Estados Unidos la crisis financiera que desembocaría en la actual crisis económica, muchos pensaron que era el final de treinta años de políticas neoliberales. Sin embargo, lo que los hechos posteriores han puesto de manifiesto ha sido la consumación del proceso de declive de la socialdemocracia.

A partir del inicio de la década de 1980, a medida que desaparecía el mundo bipolar, las bases del estado socialdemócrata empezarían a diluirse. El capitalismo cerraba el paréntesis abierto por la Primera Guerra Mundial y retomaba con brío el camino de la globalización lo cual otorgaría una enorme influencia al ámbito de la economía sobre la política democrática. Ante esta realidad, los partidos socialdemócratas optaron por ir cambiando su discurso reforzando sus sectores más liberales y relegando los de tradición obrera, al tiempo que adecuaban sus políticas.

Ese dominio creciente del mundo económico resultaría fatal para el equilibrio social. La renuncia del estado a jugar como contrapeso de una economía en clave neoliberal, sería causa de un fuerte aumento de las desigualdades de renta y riqueza, de una mayor inestabilidad económica y, desde luego, de una menor calidad de la democracia. Todas estas debilidades acumuladas, han aflorado con la actual crisis económica y las políticas dominantes, orientadas a reducir los costes de la mano de obra, son consecuencia de esa nueva relación de fuerzas.

El libro mencionado es una reflexión esclarecedora sobre el proceso que ha conducido a la actual crisis económica y al ocaso de la socialdemocracia. Un análisis económico y político de gran calado, que presta especial atención a la situación en Europa y en España.

Vicenç Navarro decía en el Plural.com:  Es sorprendente que el que fue Presidente del gobierno socialista español, el Sr. José Luis Rodríguez Zapatero, invitara a Tony Blair a presentar su libro, en el cual explicaba su respuesta a la crisis. A primera vista parecería lógico que así fuera, pues los dos fueron dirigentes de partidos políticos gobernantes (Partido Laborista y PSOE), pertenecientes a la misma sensibilidad política: la socialdemocracia.

Tony Blair fue Primer Ministro del gobierno laborista británico (del 2 mayo de 1997 al 27 junio de 2007), y fue uno de los dirigentes más activos de lo que se llamó la Tercera Vía que, con peculiaridades españolas, se dio también en cierta manera en España bajo el liderazgo del Sr. Zapatero. La Tercera Vía fue la incorporación de un ideario liberal (en el área económica, neoliberal) a la socialdemocracia europea, e incluyó también, entre otros dirigentes, al canciller Schröder del gobierno socialdemócrata alemán.

Estas figuras fueron claves en la construcción de la Unión Europea que hoy conocemos, y su influencia en la socialdemocracia europea no fue menor. En realidad fueron personajes claves en el desarrollo de las instituciones de gobernanza de la Unión Europea y en el establecimiento de las culturas económicas y políticas hegemónicas en tal Unión. Es precisamente por ello que estamos viendo la enorme crisis de la socialdemocracia hoy en Europa. El protagonismo y complicidad de aquellos partidos socialdemócratas en la construcción de una Europa de claro talante neoliberal, es la causa de este deterioro.

Tales políticas neoliberales están desmontando la Europa Social que sus antecesores (la socialdemocracia de la post II Guerra Mundial)  habían creado. Estas políticas públicas neoliberales fueron la causa del enorme deterioro del proyecto socialdemócrata y del colapso de su atractivo electoral.

Vicenç Navarro sigue su reflexión: Mi experiencia al observar las figuras que han adquirido gran poder institucional es que viven aisladas, muy distanciadas de la militancia de sus partidos e incluso del electorado. Tienen una actitud elitista, que les hace creer que ellos se deben “a la historia” y no al electorado, a fin de justificar que se tomen medidas sumamente impopulares. Esta actitud mesiánica, muy común entre personalidades carismáticas, ha llevado al desastre al socialismo en Europa. Olvidarse de que cualquier político representa al electorado es ignorar que lo que tiene que hacer un político es precisamente lo que diga su electorado. Por eso lo eligieron.

En algún caso se ha llegado a cambiar el programa electoral con el que fueron elegidos. Para conseguir lo que personalmente les conviene, manejan los órganos internos del partido (el consejo nacional, por ejemplo)  logrando votaciones nada coincidentes con la realidad. Incluso son capaces de recurrir a burdos trapicheos para que salga elegido su candidato en unas elecciones primarias.

El nuevo primer ministro francés, Manuel Valls, es un socialista francés nacido en Barcelona. Y la primera alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, tiene doble nacionalidad francesa y española, con procedencia andaluza. Son talentos que en su día se fueron de España y fueron educados convenientemente. Caso de haberse quedado, tal vez hoy también serían políticos, pero muy probablemente mediocres.

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