Mariano Rajoy ha dado un par de zas en toda la boca al Congreso en su sesión de investidura de hoy. El primero ha sido mostrar a sus señores diputados cómo se hace para dormir al personal cuando se habla de una situación tan dramática, problemática y tensa como es la española (debería pasarse algún día a poner orden por un plató de Sálvame). El segundo, enseñar que es el mejor estratega a la hora de jugar al escondite inglés, donde se necesita una perfilada y desarrollada técnica personal para no mover ni las manos ni los pies. Cosa que a él le es bastante sencilla.

Durante la hora y cuarto que ha andado saltando de un juego a otro, ha dicho "muchas cosas", pero, cómo ha podido comprobar este diario después, la mayoría absoluta de los politólogos han caído presos de los brazos de Morfeo durante la sesión. La otra parte restante, o eran de la caverna o han perdido inevitablemente la atención ante un discurso tan rancio, caduco, vacío y ensayado. Desde aquí todo nuestro apoyo al colectivo, cuyos nervios después de este último año deben estar como los de los periodistas: bastante resentidos.

Don Mariano tse-tse

A falta de politólogos y un discurso decente en el que el presidente en funciones diga alguna verdad razonable, en ELPLURAL.COM hemos querido saber si tras su comportamiento no verbal había algo que tuviera un mínimo de interés y que se nos había pasado por alto. Para ello hemos hablado con José Luis Martín Ovejero, experto en comunicación no verbal y miembro de la Asociación ACONVE, que nos explica las razones de que el discurso de don Mariano tse-tse se haya cobrado tantas víctimas.

"Nos encontramos ante un discurso muy preparado, es decir, cero improvisación. Un discurso que además ha leído en su totalidad. Todo ello conlleva que pierda emotividad y, en consecuencia, hable desde la razón a la razón. Difícilmente habría conseguido mover a ningún diputado de sus posiciones anteriores". 

Durante los 75 minutos que Rajoy se ha dirigido al Congreso, "se ha mantenido firme y tranquilo", reconoce Ovejero. "Han sido excepcionales los tics nerviosos que en ocasiones similares descubren su inquietud, inseguridad o desagrado por la situación. Estaba cómodo". Tan cómodo, que ha empleado dos minutos en presumir de cómo su gobierno iba a regenerar la democracia (en serio). Es más, ha tenido la osadía de decir, "recuperaremos hasta el último euro robado por los corruptos". Como decía Pablo Echenique en Twitter: "en la bancada popular había aplausos y caras de susto".

La técnica del perro de escayola

Para Ovejero, durante la sesión de investidura hemos visto a dos Mariano Rajoy. Y no precisamente por las lágrimas de sopor que rodaban por nuestras mejillas. En primer lugar, "uno más implicado, con mayor gestualidad -gestos ilustradores que se emplean para enfatizar y remarcar el contenido de lo que se expone-, y otorgando a su voz y su palabra recursos positivos de oratoria, como son los golpes de voz y los silencios cuando se pretende remarcar especialmente unos contenidos específicos".

Este proceder lo hemos podido advertir "cuando ha tratado los tres motivos por los que se presenta la investidura; al centrarse en por qué España necesita un gobierno, en lo negativo de la repetición de elecciones y al tratar el tema de la independencia de Cataluña".

Por otro lado, también hemos visto una actitud clásica del presidente en funciones: hacerse el perro de escayola. Según Ovejero, ha mostrado "un discurso plano, sin gestualidad, con una lectura más fría y menos comprometida, al ir detallando su proyecto político para España, con referencia a datos y cifras que evidentemente pueden provocar la desconexión del espectador".

El experto en comunicación no verbal analiza también los presentes y los ausentes de su discurso. "Ha agradecido en varias ocasiones a sus aliados para la investidura (principalmente Ciudadanos y Coalición Canaria) su apoyo. Pero salvo una alusión inicial a Pedro Sánchez para referirse que ya dijo él también que España necesita un gobierno, han sido nulas las referencias a PSOE o cualquier otra fuerza política que ya sabe votará en contra de su investidura como Presidente del Gobierno".