Munic, su hermana Fatou y su hermano Ismael nacieron en Sabadell, pero sus padres llegaron desde Gambia -como es de suponer, con una mano atrás y otra adelante-. En la ciudad catalana funciona, desde hace más de cuarenta años, la Ludoteca de Margarida Bedós, una de las cuatrocientas entidades españolas que forman parte del programa CaixaProinfancia. Este programa busca la promoción y el desarrollo integral de la infancia en situación de pobreza y vulnerabilidad social, ya que, en ocasiones, la escuela no es suficiente para romper el círculo hereditario de pobreza, ni para garantizar la igualdad de oportunidades. Allí, en la Ludo, como se la conoce popularmente, Munic y sus hermanos lograron esa integración justa y necesaria. En la Ludo se utiliza el juego como herramienta de integración y educación para paliar las falencias que puede presentar la educación formal.

Munic colabora hoy como voluntario en la entidad que le dio las herramientas para desarrollarse como persona

Munic, como la enorme mayoría de los niños que crecen en un entorno de precariedad, estaba en riesgo de asimilar valores subvertidos y de fracasar en la escuela. En la Ludo se le brindaron herramientas tanto para aprender los valores fundamentales, como para progresar en los estudios, y allí fue donde también se inició en la música, después de participar en un taller de trap. Munic confiesa que la música le sirvió como vía de escape, y tanto le gustó, que quizá acabe dedicándose a ella, siempre y cuando no se decida por su otra pasión, el fútbol americano. A este deporte, que practica en los Barberá Rookies, también llegó gracias al respaldo de la Fundación “la Caixa”, con la que ahora colabora como voluntario en la propia ludoteca. Según sus propias palabras, de esta manera puede “devolver el favor” dando un servicio.

El gran éxito de Munic es la posibilidad de elegir a qué dedicarse, si al fútbol americano o a la música. Bendito dilema.

La participación de Munic en el fútbol americano es una buena muestra de su espíritu de superación, potenciado desde la Ludo. Cuando conoció este deporte, le gustó, pero sus conocimientos sobre el mismo eran nulos. “El primer año no fue nada fácil. Yo empecé jugando a algo de lo que no sabía nada. Yo era muy malo, muy malo. Vale, dije, vamos a hacer algo, toca mejorar”, confesó. Se planteó hacer algo productivo cada vez que pisara el campo, ponerse las pilas y ser mejor que el día anterior, con el apoyo y la ayuda de sus compañeros, porque “pedir ayuda no es de cobardes, es de valientes”. Hoy es toda un referente del equipo.

El de Munic no es más que un ejemplo concreto de lo que puede lograr el programa CaixaProinfancia por el bien de la comunidad. El programa asume un planteamiento integral de la educación de los niños y jóvenes dentro y fuera del sistema escolar. En la actualidad atiende, nada menos, a 40 mil menores y 60 mil familias en situación de pobreza y riesgo de exclusión. El objetivo, en principio, es combatir el fracaso escolar, pero una vez logrado, producir un efecto dominó, un círculo virtuoso que integre al niño a la sociedad. El apoyo de los padres es fundamental, por eso también se organizan talleres de ayuda a los progenitores, a los que se les ayuda a desarrollar sus competencias parentales.

El caso de Munic es un magnífico reflejo de los exitosos resultados que está logrando el programa. En contextos de bajo nivel socioeconómico, la media de abandono prematuro de la ESO es del 30%. En la misma franja, entre los que reciben el apoyo de CaixaProinfancia, la tasa baja hasta el 6,3%. Y si nos centramos en el éxito escolar, el porcentaje sube del 51% al 77%. La educación integral es el verdadero motor del cambio, y por eso el programa se subdivide en ProEducación y ProSalud, para que ningún detalle se quede fuera de la ecuación, ya que tan importante como los conocimientos científicos y culturales, lo son la alimentación sana, la higiene, o el acceso a gafas y audífonos.

Desde 2007 son más de 300 mil niños y casi 200 mil familias los que se vieron beneficiados por el programa CaixaProinfancia. Munic es hoy la cara visible de los sueños posibles, como también lo son su hermana Fatou, que es enfermera, o su hermano Ismael, que estudia para higienista bucodental. Solo les hacían falta las herramientas para hacer realidad esos sueños. “Solo es progreso si progresamos todos”.