La primera condición para una historia de superación personal, sin duda, es la propia determinación. Pero muchas veces, en un mundo en el que las desigualdades están a la orden del día, eso no basta, y ahí es cuando entra a jugar el trabajo de la Fundación “la Caixa”, cuyos proyectos e inversiones se hacen fundamentales para brindar los recursos necesarios a aquellos que no tienen todas consigo para desarrollar su verdadero potencial. Uno de los campos en los que se mueve la fundación es en el de las personas vulnerables por cualquier razón. La marginación tiene muchas caras y puede deberse innumerables motivos como una precaria condición económica, problemas de salud, déficit en oportunidades de integración social, etc.

Cuando se habla de recursos, no se trata solo de recursos económicos, por supuesto, sino también humanos. Por eso, la institución cuenta con la colaboración de destacados profesionales y de voluntarios que no dudan en entregar parte de su valioso tiempo para que podamos vivir en una sociedad mejor. La Fundación “la Caixa”, a través de sus diferentes departamentos, colabora, en muchos casos, con instituciones locales, sin las que no sería posible llevar a cabo la tarea. Se trata de un verdadero trabajo en equipo.

La primera de las historias en la que nos vamos a detener es en la de Kevin Herrero, un joven tímido que se acercó a la Asociación Valdeperales, en el madrileño barrio del Pilar, donde conoció a Beatriz, una trabajadora social. La vida de Kevin, de nacionalidad peruana, cambió para siempre. “Poder recibir la ayuda de Beatriz significó mucho para mí. Me ayudó a perder la timidez, a comunicarme con el resto y a aprender a conectar. Beatriz también fue un apoyo importante cuando se separaron mis padres y, hoy día, no sería nadie sin ella”, afirmó el joven.

Kevin tiene ahora 21 años, estudia derecho y es voluntario de la asociación para ayudar a otros chavales

Todo empezó en un campamento de verano en el que hicieron el Camino de Santiago. Allí, Kevin empezó a soltarse y a relacionarse, librándose así de lastres del pasado. Han pasado ya siete años, y hoy estudia derecho, además de colaborar en actividades de la asociación. No es un caso aislado, muchos son los que de ser ayudados pasan a ayudar, como parte del agradecimiento por lo que han recibido.

En segundo término, nos centramos en una historia que hemos conocido hace muy poco, la de Munic, un chico de origen gambiano nacido en Sabadell. La escuela, en ocasiones, no es suficiente para romper el círculo hereditario de la pobreza, ni para garantizar la igualdad de oportunidades. Munic se acercó a la Ludoteca de Margarita Bedós, o como todos la conocen, la Ludo, y gracias a ella, él y sus hermanos lograron la integración y la educación que muchas veces se hace imposible para niños que crecen en un entorno de precariedad.

El gran éxito de Munic es la posibilidad de elegir a qué dedicarse, si al fútbol americano o a la música. Bendito dilema.

En la Ludo se le brindaron las herramientas para aprender los valores fundamentales y para progresar en los estudios. Allí, Munic se inició en la música, que le sirvió como vía de escape y que se ha convertido en uno de sus futuros posible, con permiso de otra de sus pasiones, el fútbol americano. Hoy, igual que Kevin, colabora como voluntario en la Ludo, para “devolver el favor” dando un servicio, según sus propias palabras.

La tercera de las historias elegidas es coral, ya que se trata de un grupo de adolescentes, residentes en La Marina de Barcelona, en situación de vulnerabilidad social, que presentaron sus trabajos en la exposición Planeta Barrio. La iniciativa forma parte del programa Art for Change de la Fundación “la Caixa”. Los jóvenes utilizaron la fotografía como herramienta de expresión y autoconocimiento tratando de fomentar la confianza personal y el respeto, tanto el propio personal, como el que conceden a los demás. Ellos son Chantal, Daniel, Hamza, Ikhlas, John, Juan Pablo, Manuel, Nadir, Shamil y Valery.

El resultado final es la exposición en la que muestran unas miradas muy personales de sí mismos, del grupo y de su entorno

Sus historias son de lo más variopintas, pero tienen un denominador común: desde una situación precaria, todos ellos han abrazado la posibilidad cierta de la superación. Y vaya si la han logrado. Todos ellos han podido relacionarse con las cámaras digitales, experimentando con la composición y el lenguaje visual. También recibieron clases teóricas de lenguaje fotográfico y visitaron la exposición internacional World Trade Photo en Barcelona. Fundamentalmente, se buscó detectar las necesidades expresivas de estos adolescentes, entender su relación con el entorno y sus dinámicas internas.

Por último, para completar este repaso de historias de superación de 2021, otro proyecto grupal. Veinte jóvenes gitanos dedicados a la venta ambulante se formaron y recibieron ayudas para modernizar el sector. Esta iniciativa forma parte del programa Población Gitana y crisis del coronavirus: Modernizando el sector de la venta ambulante. No solo recibieron la formación, también recibieron aportaciones económicas directas, recursos para la gestión profesional, modernización y digitalización de su actividad: equipos informáticos, cartelería y lonas identificativas de sus negocios. Este caso se diferencia de los anteriores en cuanto a que los jóvenes ya desarrollaban la actividad, pero la necesidad de reinventarse, para no perder el tren del progreso era una condición sine qua non para que su negocio siguiera siendo posible.

Estas son solo algunas de las innumerables historias de superación que ha hecho posible la Fundación “la Caixa” con la colaboración necesaria de entidades locales, de profesionales, de voluntarios y de los propios beneficiados. Brindamos por un 2022 en el que estas historias se multipliquen.