Beatriz es una trabajadora social de la Asociación Valdeperales, una entidad sin ánimo de lucro del madrileño barrio del Pilar. Allí conoció a Kevin, entonces un adolescente tímido al que le costaba integrarse en su entorno. Ambos conectaron y la vida de este joven, de nacionalidad peruana, cambió para siempre: "Poder recibir la ayuda de Beatriz significó mucho para mí. Me ayudó a perder la timidez, a comunicarme con el resto y a aprender a conectar. Beatriz también fue un apoyo importante cuando se separaron mis padres y, hoy día, no sería nada sin ella".

"Lo que se trata es de ayudar a las familias a salir de sus situaciones, pero de una forma que sean ellos los protagonistas"

La Asociación Valdeperales presta apoyo a 310 familias de forma habitual y atiende a más de 400 niños y niñas cada año. Es una de las entidades colaboradoras del programa CaixaProinfancia, una alianza que busca la integración social de jóvenes y niños en riesgo de exclusión a través de la educación y el ocio. No sólo prestan apoyo a los menores, también a sus familias. Entre otras cosas, cuentan con un programa de empleo para ayudar a estas personas a encontrar trabajo. "Lo que se trata es de ayudar a las familias a salir de sus situaciones, pero de una forma que sean ellos los protagonistas. No es decir 'ay, no tengo para comer', 'bueno, pues te doy comida', sino vamos a intentar buscar un trabajo para que tú tengas un sueldo y así puedas tener comida'. Según añade, muchas de estas personas tienes un cierto complejo de inferioridad y llegan a la asociación con la autoestima muy baja. "Es algo que tenemos que trabajar mucho, hacer que se ellos mismos se crean valiosos".

Beatriz conoció a Kevin Herrero cuando era un adolescente tímido al que le costaba relacionarse con los demás. Fue uno de los 15 jóvenes que partiparon en un inédito campamento de verano en el que hicieron el Camino de Santiago. Según recuerda Beatriz fue una experiencia muy bonita y enriquecedora para todos, incluidos los educadores. Para Kevin H., que era como le llamaban, fue un "empezar a soltarse" y a escribir un nuevo capítulo de su vida librándose de lastres del pasado. Siete años después, está estudiando Derecho y es él quien hace de voluntario en las actividades de la asociación. 

Kevin tiene ahora 18 años y es voluntario de la asociación que le cambió la vida

Kevin tiene ahora 21 años, estudia Derecho y es voluntario de la asociación para ayudar a otros chavales

Entre ambos se ha forjado a lo largo de los años una bonita relación, hasta el punto de que Kevin asegura que sin ella, no sería el joven en el que se ha convertido. "Me ayudó muchísimo a vencer la timidez, a cómo comunicarme con los chavales, a cómo conectar. Es decir, bastante. La separación de mis padres... todo. Ha estado allí para apoyarme y se lo agradezco muchísimo porque no sería hoy nada sin ella". Ahora las tornas han cambiado y es él quien ayuda a otros chavales: como monitor de campamento y como refuerzo escolar durante el curso.