Hemos hablado con Verónica Collado, psicóloga de atención a la infancia en Save the Children, especializada en terapia familiar sistémica, vinculada al programa CaixaProinfancia, de la Fundación “la Caixa”, que ha tenido, y tiene, trabajo extra con los niños, como consecuencia de la pandemia y el confinamiento.

Pregunta- ¿Qué trabajo estás haciendo para Save the Children en colaboración con la Fundación "la Caixa"?

Respuesta - Trabajo como psicóloga de atención a infancia y familia en el programa Caixa Proinfancia de la Fundación “la Caixa”.

P- ¿En qué situación estamos ahora respecto a cómo ha afectado y cómo está afectando psicológicamente la pandemia a los niños?

R- Lo que más ha influido es el distanciamiento. El distanciamiento físico y las restricciones afectan a los niños, que están en un momento de desarrollo en el que es muy importante la cercanía. La interacción social se ha visto totalmente parada. Para ellos esto ha significado un cambio de rutina que notan una barbaridad. ¿Cuándo notamos las consecuencias? Pues, ahora, cuando se vuelve a salir. Lo que nos encontramos no es una normalidad. Es una situación en la que nos seguimos cuidando. Los niños tienen muchísima conciencia de esto, de los límites, de lo que pueden y no pueden hacer. 

P- ¿Han aumentado las peticiones de atención terapéutica durante este período? ¿Qué pasa con los niños de menos recursos, que suelen estar alejados de la posibilidad de consultas psicológicas?

R- Yo vengo de la atención privada. En la atención privada, tú no ves nada de esto, por supuesto. Esto debería de depender de la atención pública y el servicio de atención pública está sobresaturado. He tenido casos que he tenido que derivar a USMIA, a la Unidad de Salud Mental, para que se hiciera un cribaje. Y resulta que es complicadísimo que entren allí. La ventaja de tener el respaldo de Save the Children es que te abre más las puertas. Lo importante es que, al final, las familias vulnerables se han vuelto aún más vulnerables. Y familias que no lo eran ahora lo son y necesitan este servicio. La demanda ha aumentado muchísimo, porque se ha cronificado el problema. El programa incluye tanto ayuda dirigida directamente al menor, como la que va en dirección a la familia. 

CaixaProinfancia colabora con Save the Children   Imagen de Save the Children

P- ¿Y esto lo tenéis que hacer de una manera activa o ellos son conscientes de que necesitan esa ayuda y la piden?

R- Donde más horas están los peques es en refuerzo, y en ocio y tiempo libre. Esto lo realiza el equipo de educadoras y educadores del centro, en este caso Save the Children. Ellos, en sus programas, enseñan gestión emocional, identificación emocional, habilidades sociales. Todo con juegos. ¿Qué pasa? Identifican directamente la demanda, y de ahí me los derivan. El menor sabe perfectamente que viene a la psicóloga. Yo ya vengo con la demanda, después hablo con referentes, papás, mamás, progenitores. Ellos incluyen un poco más de demanda, y ya tengo la sesión con el menor. Esos menores saben identificar sus emociones de una manera que jamás me había pasado en la consulta privada. Si se realiza ese trabajo previo todo se facilita. En realidad lo ideal es que ese trabajo se haga en las casas, porque es el núcleo primigenio y es el mejor, y siempre dejamos todo para que lo hagan en el cole. Es cierto que en muchas casas no se puede por falta de tiempo o de recursos. Si esto lo hicieran en los coles, la asignatura de Educación Emocional, ahorraríamos muchísimo.

P- ¿Al hilo de lo que dices, en qué punto estamos respecto a Educación Emocional?

R- En cuanto al programa y a lo que yo veo, estamos en un muy buen punto, porque ellos lo entienden, lo integran, preguntan, y entre ellos se apoyan. Es importantísimo el apoyo entre iguales. Se genera mucho debate hasta entre los más pequeños. Tuvimos el caso de sufrir la pérdida de una de las compañeras, de una educadora. Hubo que explicarles. Hay que tratar la muerte, hay que hablar de ella. Fue una experiencia alucinante porque tuvieron la oportunidad de soltar una barbaridad de cosas que tenían dentro, de duelos anteriores que habían podido vivir, de sus contactos con la muerte. No podemos olvidar que en grupos vulnerables han sufrido muchísimas pérdidas, y por lo general, han sido sus primeras pérdidas.

P- Los niños, seguramente, reaccionan de una manera natural ante la Educación Emocional. ¿Hay, por el contrario, prejuicios departe de los adultos?

R- Es la evolución natural de la sociedad. Mis propios padres decían "¿qué es eso?" cuando yo daba en el colegio ética y moral. Imagina si ahora les menciono la Educación Emocional. Lo cierto es que se trata de una prevención y de una formación alucinante. Es cuidar de la salud mental, es brindarles recursos. Ahora mismo se ve en adolescentes que no han tenido estos recursos. Adolescentes de grupos vulnerables que se han visto aislados en casa, sin poder tener contacto social y demás, con 14 años, sin recursos emocionales, sin ayudas cercanas de este tipo. ¿Qué ha pasado? Pues se han encerrado en la habitación. Aislamiento, muchas horas de pantalla, pensamientos rumiantes referentes a los negativo, a lo que se estaban perdiendo, a lo que no llegaba. Cuando se han podido soltar un poco, ¿qué ha pasado? Sobreexposición. Ahora están sobrecompensando todo lo que no han podido hacer, depresiones, etc. Mis principales derivaciones a Unidad Mental son de adolescentes, porque no cuentan con estos recursos. En cambio, tú ves a los más pequeños cómo gestionan las emociones, niños que se han criado con Save the Children, con el programa, entonces reconocen y gestionan el conflicto de una manera sorprendente.

Save the Children en colaboración con la Fundación la Caixa   Imagen de Save the Children

P- ¿Hay alguna parte positiva en el tema de las pantallas? La comunicación no es cara a cara, pero da la posibilidad de conectarse con gente de todo el mundo. De hecho lo hacen con los videojuegos.

R- Claro, a mí no me gusta demonizar las pantallasHan sido las únicas ventanas hacia la sociedad, el único lazoHa sido muy positivo su uso. Además, si les hubiéramos quitado esto, apaga y vámonos. El único problema que ha habido aquí ha sido el explicar un buen uso. En marzo, empezamos un grupo terapéutico con adolescentes y preadolescentes, entre 13 y 17 años, en el que explicamos un buen uso de las redes sociales. En los colegios se explica mucho la parte tecnológica y el funcionamiento de esas redes, algo que está muy bien, pero la historia es que no existe el aprendizaje emocional, el de experiencias en primera persona. Personas que han tenido una mala experiencia por fiarse de más o por no saber si algo tiene que hacerse o no. Incluso el aprendizaje hacia los papás, para que puedan valorar cuál es el límite de horas que pueden estar frente a la pantalla. E igual es bueno que navegues con tu hijo, que le enseñes tú mismo cuáles son páginas que son referentes, explicar por qué dejamos el ordenador en la habitación y no en el comedor. Muchos se preguntan ¿y ahora cómo se lo quito? Abrieron tanto la mano en el período Covid, que ahora se les hace difícil volver al período prepandemia. Pues volvemos otra vez, sin problema, a normas y límites, que es lo que tuvimos siempre y es lo que necesitan.

P- Por no hablar de cuánto más saben de informática los niños que los padres. Hay que poner límites sobre algo que los peques conocen más que sus progenitores.

R- Claro, por eso es importante el acompañamiento. Que haya una comunicación de ida y vuelta. Yo pedí para el año que viene que hiciéramos un cambio, o por lo menos, lo dividiéramos. Que el grupo terapéutico del que te he hablado ya no se enfocara tanto para los adolescentes o preadolescentes, que muchas veces ya tienen mucha información, sino que se lo diéramos más bien a los padres. Que con los peques trabajáramos más experiencias personales. Siempre lo que preocupa es que les vayan a engañar. Eso los niños ni lo valoran. Directamente se les puede decir "mira, cuando conozcas a alguien, primero tenemos que asegurarnos de la veracidad de que esta persona sea la persona que dice ser". Ellos se sorprenden y lo entienden. Hay que hacerles reflexionar emocionalmente. Evidentemente, la conducta adolescente está muy abierta a la experiencia, por lo que el trabajo en este sentido es muy difícil. Volviendo al principio, no, no hay que quitarles las pantallas, hay que promover su buen uso.

La psicóloga Verónica Collado

P- Hay que aprender a convivir con ellas y a darles su lugar, ¿no?

R- Claro, porque además, si las prohíbes, también generas exclusión por parte de sus iguales. Insisto en que va todo mucho más enfocado hacia los papás. Por ejemplo, Tik Tok. Tik Tok puede ser muy divertido y muy entretenido, pero es una red social que es para chicos a partir de los 13 años, y hay que supervisarlo. No podemos dar un móvil a un peque de 13 años y que haga lo que le dé la gana. Yo tengo niños que han desarrollado fobias a través de esta red social, porque han visto vídeos de miedo. No lo puedes filtrar, y si lo pudieras filtrar, mira, yo soy la primera que no lo conoce. Los papás, pues menos lo van a conocer. Hay que apuntar, entonces, a un manejo conjunto de Tik Tok. A un niño de 13 años puedes enseñarle perfectamente, hacer vídeos con él. No dejarle a sus anchas con el móvil, porque si no, luego accede a un contenido que no es apropiado para su edad, y ya tenemos ahí un miedo.

P- Es interesante eso que dices, porque a bote pronto, lo primero que nos viene a la mente como inadecuado para niños es el contenido sexual, pero así es que nos olvidamos del miedo o de la violencia.

R- Claro. Es verdad que hay mucho contenido sexualizado, pero hay muchos vídeos de terror y cosas a los que están expuestos. Y para peor, tendemos a controlar el contenido principal, pero de repente se traga un anuncio de YouTube, o uno de Tik Tok, que decimos no les van a dejar dormir.

P- Recuerdo una charla de Pedro Almodóvar y Antonio Banderas, en la que hablaban de las restricciones que tuvo "La ley del deseo" en Estados Unidos, por inlcluir una relación homosexual, y sin embargo, no preocupaba que el protagonista fuera un asesino.

R- Tal cual. Es que al final lo que nos molesta a los adultos, pero no lo que va a influir negativamente en los niños, por ejemplo, la violencia. 

P- ¿Cómo ha influido la pandemia en cuanto a la aparición de nuevas situaciones, totalmente desconocidas, en la vida de los niños?

R- He tenido a niños de entre 8 y 10 años que han tenido mucha ansiedad por separación. Han sufrido cómo los papás han enfermado, y era la primera vez que veían a sus padres enfermar, algunos de ellos con ingreso hospitalario. Cuando han vuelto ya recuperados, han aparecido conductas regresivas: volver a dormir con papá y mamá, volver a hacerse pipí en la cama, etc. Han aparecido demandas que antes no teníamos. Por ejemplo, tuvimos un niño que tenía un hábito -no hay que usar indiscriminadamente la palabra adicción, ya que lo que más vemos son hábitos- muy alto de consumo de pantalla. Esto se pudo atajar con una economía de fichas. ¿Pero qué pasó? Llegamos al confinamiento, y ahora que hemos vuelto a salir, nos hemos encontrado con el mismo problema. Afortunadamente, la escuela de verano ha venido increíble. Siempre estamos a tiempo, y de eso hay que concienciar a los papás, los niños son muy plásticos. No hay que tener miedo de hacerlo. Estamos en una rigidez mental, sin saber las potencias que tienen ellos. El problema está en que no lo atajemos y que sigan creciendo. Ahí sí que vamos a tener un problema, pero atajándolo ahora, lo aceptan muy bien. Es evidente que no les va a gustar que les pidamos solo una hora y media de pantalla, pero lo aceptan.

P- ¿Qué importancia tienen los estímulos para que dejen de estar tanto tiempo frente a esa pantalla? Me refiero al atractivo de otras actividades que puedan hacer durante ese mismo tiempo.

R- Muchísima. Y ese refuerzo positivo lo tienen que elegir ellos. Hay que trabajar mucho con ellos economía de fichas y con contratos de conducta, porque les encanta sentirse mayores. Y además, con un patrón para que no se frustren. Es decir, por ejemplo: "tienes la posibilidad de lograr 15 puntos, y eliges tú el refuerzo". Y eligen desde decorar cupcakes, o hacer una fiesta de pijamas con papá y mamá. Cosas que para ellos son una locura. Les ponemos 15 puntos, les marcamos las tareas que no les mantengan sentados en una silla y mirando por la ventana. También es importante darles la posibilidad de que si no llegan a esos 15 puntos, y llegan a los 10, les damos una tarea extra para que puedan lograr el objetivo. Así ellos entienden lo que es la frustración, la reflexión, pero siempre dándoles una oportunidad. Límites, pero sin dejar de ser flexibles.

P- La pandemia lleva un año y medio. Si bien para los adultos es un período relativamente corto, ¿cómo influye en los niños, en el sentido de que se trata de un porcentaje muy alto de su vida?

R- Han perdido acontecimientos importantes de su vida. Hay niños que han perdido su graduación, el paso de primaria a secundaria, viajes de fin de ciclo, etc. Aunque sea el viaje a Port Aventura, que puede parecer una tontería para los mayores, para los niños es todo. Son hechos que no se van a volver a repetir. Su situación es de vulnerabilidad y eso supone una frustración total. Hay que hacerles entender, hay que prever la situación actual de sobreexposición. Tenemos adolescentes que se abonan a "lo no bebido por lo servido", y quieren darlo todo en muy poco tiempo. Como decías, no es lo mismo pasar de los 33 a los 35 o de los 40 a los 42, que un niño de los 14 a los 16. No tiene nada que ver, porque son experiencias, y es el período en el que el cerebro está madurando y está generando una serie de aprendizajes que además se contextualizan, es un aprendizaje social. Y si no tienen esas experiencias, ellos mismos no saben cómo gestionar todo lo que van viviendo, porque aprenden de esa manera.

P- En ese sentido, se nota mucho cuando nosotros mismos podemos recordar casi año a año lo que ocurrió en nuestra vida desde los 5 hasta los 17, y sin embargo, nos cuesta ubicar en el tiempo lo que pasó hace uno, dos o tres años.

R- Claro, y si no se vive el cambio, no se produce el crecimiento. Muchas veces el punto no está en repetirlo. La historia está en darle la importancia emocional que tiene, el acompañarle, el entenderle en esa emoción, el sostenerle, en explicarle. Muchas veces, hasta se sienten culpables, o hasta llegan a períodos prolongados de tristeza que podemos asociar a la depresión. Muchas veces da miedo de hablar de depresión en edad infantil o juvenil, pero la realidad es que existe. No hay que olvidar que le hemos fastidiado la ilusión que tenía desde hace dos años. Esto apareció en marzo y se iban en junio de viaje. Cada dos semanas, nos decían que esto se alargaba más y más, y cada vez se ponía peor. Ni siquiera pudieron llegar a prever. Hay que darle la importancia que tiene, que es mucha, y acompañarles. Todo tiene que ver con la expresión emocional. Si ellos llegan a expresarlo, si llegan a tener esa línea de comunicación con los papás, ya tenemos mucho camino recorrido. Tampoco hay que olvidarse de la parte positiva. Hay peques que han tenido un acercamiento con los papás como nunca. Antes, los papás no estaban en casa y, de repente, mi papá y mi mamá juegan conmigo. Ahora sabemos lo que son los juegos de mesa. El ludo, el parchís, el Monopoly han vuelto, y les encantan. En terapia les llevo muchos juegos, y ahora me miran y me preguntan "¿dónde está el Juego de la Oca?" Hay una parte positiva, que es esta, y una parte negativa, que se puede atajar. No hay que llevarse las manos a la cabeza, hay que intervenir. Quien tenga la posibilidad económica de hacerlo y pueda verlo, ya en ambientes no vulnerables, que lo lleven al psicólogo, porque es necesario. Lo que se puede atajar ahora en un para de sesiones familiares o individuales. En cuanto a los vulnerables, con Save the Children, y gracias a la Fundación "la Caixa", llegamos a un máximo de peques a los que podemos ayudar. Yo he tenido este año más de 50 familias, y con intervenciones largas, y casos fuertes. Mucha intervención se tuvo que hacer online. Por ejemplo, el territorio de Paterna estuvo confinado casi todo el año, y cara a verano, ya nos dejaron invervenir, y recién en ese momento pude intervenir presencialmente. Cuando te ven en persona, alucinan. Y claro, adelantas muchísimo. Ya lo tienes todo ganado, ya les conoces, ya no tienes que generar la alianza, y desde el minuto 1 ya te van a contar, y te van a presentar a su mejor amigo, a su mayor enemigo, qué es lo que más le gusta, lo que menos y cómo están. A veces te traen hasta trabajos que hacen en clase y otras hacen cosas que te dejan alucinada. Me acuerdo de una niña que había dejado un globo rosa, un compañero lo cogió, lo miró y lo dejó. La niña le gritó "Miguel, los colores no tienen género". Esta es una prueba de que el aprendizaje es tanto emocional como social.