Se conoce coloquialmente como ‘paracaidistas’ a esos candidatos que los partidos políticos presentan en municipios con los que los designados no tienen ninguna relación, en los que esas personas nunca han vivido y a menudo, ni siquiera conocen, pero en los que no hay voluntarios ‘afines’ para encabezar una lista, de modo que las formaciones políticas, “colocando” a alguna persona de confianza como aspirantes a las alcaldías de aquellos lugares, pueden decir que también allí han presentado candidatura a las elecciones.

Sin embargo, el municipio zaragozano de Urriés, que tiene 54 habitantes y ha funcionado como concejo abierto desde 1987, no ha acogido precisamente con agrado que los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, hayan presentado candidatos “paracas” en su pueblo, de modo que ha acudido a la Delegación del Gobierno en Aragón, a la Dirección General de Administración Local del Gobierno aragonés y por último a la Junta Electoral Provincial, reclamando seguir siendo concejo abierto, algo en lo que la ley les ampara, pero sin éxito.

Una cadena de despropósitos

Así, por “una cadena de despropósitos”, dice el hasta ahora, alcalde, Armando Soria, completamente indignado, el concejo abierto se ha transformado, por así decirlo, ‘de carambola’, en ayuntamiento, sin que nadie lo haya pedido, algo que exige la normativa para que se produzca el cambio.

La historia no tiene desperdicio: la Diputación General de Aragón comunica a la Junta Electoral y a la Delegación del Gobierno que Urriés ha superado los 40 habitantes, -en concreto, tiene 14 más-, y al otro lado, se entiende, por error, que, de forma automática, el concejo se convierte en ayuntamiento, cuando en realidad, para transformarse en ayuntamiento, mientras no alcance los 100 habitantes, es la asamblea vecinal la que tiene que aprobar esa solicitud por mayoría absoluta y reclamarlo por escrito, algo que no sucedió.

Las consecuencias son que los vecinos ya no podrán votar en las decisiones que se debatan en asamblea, como hasta ahora, es decir, que se acabó la democracia directa de la que gozaban desde hace más de 30 años, y el municipio deberá regirse por el modelo representativo.

Es decir, que al pueblo le corresponde elegir tres concejales, de forma que las dos mujeres, desconocidas en el municipio, que PP y PSOE han presentado como candidatas, a quienes nadie conoce, pueden formar parte de ese reducido grupo de decisión si alguien les vota en segundo o tercer lugar, y, en ese caso, será ese grupo de tres el que decida entre ellos quién es el alcalde.

Una dirección incorrecta

Pero la carambola no termina ahí. Enterados de que en las próximas elecciones municipales se les considera ayuntamiento, los vecinos recurren a la Junta Electoral Provincial invocando el artículo 17 de la ley aragonesa de 2009 que regula los concejos abiertos, en la que se especifica que “los municipios y entidades locales menores con una población superior a 40 habitantes que funcionen en régimen de Concejo abierto, podrán solicitar la autorización para regirse por Ayuntamiento o Junta vecinal al Gobierno de Aragón, que resolverá en sentido favorable cuando se acrediten las ventajas que aconsejen su aplicación”.

En base a esto, los vecinos inciden en que no han pedido ser ayuntamiento, y quieren seguir siendo concejo abierto. Pero la Junta Electoral Provincial remite su recurso a una dirección antigua de la Junta Electoral Central, de modo que esta no lo recibe en plazo, y, finalmente, contesta, demasiado tarde, que no se admite, sin hacer referencia alguna al artículo 17 al que el pueblo apela.

El alcalde de Urriés, que lo ha sido en los últimos ocho años, lamenta que nadie les advirtió del cambio de concejo abierto a ayuntamiento, porque, de haber sido así, el pueblo habría presentado los nombres de tres vecinos, y de ese modo, las candidatas de las “listas fantasmas”, señala, no hubieran tenido cabida, puesto que los habitantes de Urriés habrían tenido tres personas a las que votar como representantes.

Armando Soria explica que, de no llegarse a acuerdo sobre la formación de gobierno municipal con esas dos desconocidas, “que ni siquiera han venido a explicarnos quiénes son ni lo que plantean para el pueblo”, dice, Urriés corre el peligro de que su destino lo decida una comisión gestora de la Diputación de Zaragoza.

Urriés no reblará

“Urriés no reblará” (“Urriés no se rendirá”), se titula su carta a sus convecinos, en la que Soria escribe: “Una comunidad es un conjunto de personas que conviven, que comparten intereses, y que juntos se enfrentan a ellas. Pues esto nos han robado, la capacidad de ser comunidad. A partir de ahora en nuestro pueblo, en Urriés, dos personas de fuera puestas a dedo por dos partidos, PP y PSOE, podrán decidir quién es el alcalde, qué proyecto sale adelante o bloquear nuestros avances como sociedad”.

“A partir de ahora, nuestro futuro vendrá escrito de nuevo desde Madrid o Zaragoza y la opinión de mis vecinos no valdrá nada. A partir de ahora, volveremos a ser un número más en eso que ellos llaman España Vacía, para que así de nuevo puedan volver a llenarse la boca con grandes ideas que nunca aplicarán, pero venderán votos. ¡Qué buenos son, que han velado por nuestros intereses, qué se han preocupado por nuestra realidad! Por cierto, esta España no está vacía, estamos nosotros, y aquí queremos seguir”.

Un enclave especial

Este pequeño enclave zaragozano, pionero en la lucha contra la despoblación, es uno de los municipios que presentó un proyecto turístico, “Culturural”, junto al soriano Sarnago y al navarro Burgui, a los Fondos Next Generation en mayo del pasado año, y desde 2015 ha doblado su número de habitantes.

En su amplio currículo destacan numerosas iniciativas, compartidas o en solitario, que pugnan por sacar a los núcleos rurales del bucle del reto demográfico mediante la innovación y, además, toneladas de imaginación.

El pueblo organiza festivales de música y congresos de periodismo, tiene en marcha una comunidad energética municipal única y reconocida en Europa y ofrece servicios de apoyo a sus mayores y más pequeños, pero además, puede presumir de una larga lista de reconocimientos: fue premio Nacional de Comercio Interior, reconocido como Cultural Heritage in Action, Mejor producto de Turismo activo Nacional, Actividad de Interés turístico regional, y es subcampeón de la Copa España Creativa.