Izquierda Unida Madrid celebra su segunda asamblea regional este fin de semana -15 y 16 de noviembre-, en la que se elevará a una nueva líder. Los militantes han tenido que elegir entre dos candidaturas y su decisión marcará el futuro de la formación en Madrid. Por un lado, se presentaba ‘IU es su militancia’, liderada por Carolina Cordero, apoyada por la dirección saliente y vencedora. Por el otro, ‘La IU que necesitamos para el Madrid que queremos’, comandada por Yolanda Hidalgo y con muchas coincidencias con la dirección federal.

La mayor diferencia entre ambas reside en la política de alianzas: Cordero apuesta por pactar con partidos "de matriz marxista", como Podemos o Anticapitalistas; mientras que Hidalgo prefiere una coalición amplia parecida a la que reunió Sumar en 2023. La cuestión clave es si existe algún partido interesado en pactar con IU. Parece que Podemos sí, aunque la pretensión de los morados de resucitar Unidas Podemos podría significar que estos siguiesen al mando.

A la par, Movimiento Sumar quiere continuar con la actual Coalición Sumar. Esto también lleva implícito que los magentas mantuviesen la dirección. Además, Más Madrid es la organización de referencia de la coalición Sumar en el ámbito regional de la capital y no parece que quiere pactar: siguen renegando del pacto original entre Podemos e Izquierda Unida de 2016 y lideran la oposición al Gobierno de Ayuso. Todas las fuerzas reman exclusivamente por sus intereses, pero la cuestión es qué quiere IU.

¿Qué quiere IU?

Esa es la pregunta de esta asamblea. Tras quedarse sin representación en las autonómicas y municipales madrileñas de 2023, a las que hay que añadir el golpe de las europeas, en las que Manu Pineda (representante de IU en la candidatura Sumar) no consiguió el euroescaño, hay cierto recelo a repetir coaliciones pasadas (basadas en lo que diga el o la todopoderosa Cesar).

A falta de que, este fin de semana, se hagan oficiales los resultados ya revelados y tengan lugar otras votaciones importantes, ambas candidaturas ya han reconocido que Carolina Cordero ha ganado las primarias con un 59,3% de los apoyos. Es la segunda mujer que lidera IU Madrid desde la efímera etapa de Susana López Blanco (exceptuando las dos coordinaciones colectivas, que incluyeron a mujeres como Inés Sabanés o Libertad Martínez). La pretensión es que este liderazgo dure más tiempo y tenga un final distinto al de coordinadores como Ángel Pérez, Gregorio Gordo o Miguel Reneses.

Si Cordero pretende construir una IU más cohesionada no debería de renegar del proceso de primarias. Y más teniendo en cuenta el estado de la federación madrileña. Pero tiene la oportunidad de remediarlo y como portavoz ha demostrado que cuenta con la habilidad. Además, debe contar con Hidalgo, quien ha obtenido el 38,1% de los votos y ha demostrado que pone atención al detalle, fundamental para el cuidado de la militancia. Ésta también tiene que poner de su parte. Parece que será así, ya que ha citado un par de veces a Felipe Alcaraz (exsecretario general del Partido Comunista de Andalucía): “Los procesos internos son como una partida de ajedrez. Cuando acaba la partida, todas las fichas se guardan en la misma caja”.

Paralelismos y diferencias entre lo federal y lo regional

Álvaro Aguilera, coordinador de IU Madrid saliente, se presentó a las primarias federales para suceder a Alberto Garzón bajo la premisa de una IU independiente. Por otro lado, Antonio Maíllo, que salió triunfador de esas primarias, apostó y apuesta por una coalición lo más amplia posible y constituida a través de un proceso de primarias. ¿Les suena la discusión? Misma diferencias, pero en esta ocasión ha ganado el otro sector. 

Cualquier partido político busca tener una identidad reconocible y una presencia notoria que le lleve a influir sobre las decisiones de la agenda pública. Pero a día de hoy, IU es más recordada que conocida: la sombra de Julio Anguita es alargada, Garzón es conocido más como figurante que como protagonista y algunos hasta se acuerdan de Cayo Lara, Gaspar Llamazares o Gerardo Iglesias, que volvió a la mina después de liderar la coalición y a día de hoy sigue sufriendo las consecuencias de su profesión.

El reto de Izquierda Unida requiere de un esfuerzo hercúleo: hay que salir de la encrucijada y tener una presencia notoria a la vez que se construye una alianza plural y democrática. La mejor estrategia es la honestidad. En este caso, abogar por un proyecto ideológico feminista, ecologista y socialista. No tiene que dar miedo o vergüenza reconocernos. Y si lo hace, algo debe cambiar. Es necesario, de igual manera, fijarse en militantes de otras organizaciones que realizan una gran labor, que mantienen el fuego vivo y anhelan el mismo horizonte: el socialista. Y es que, como dijo Cayo Lara, “nadie sobra y falta mucha gente”.

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