Alimentar a las personas sin hogar es una ardua tarea en la ciudad de Madrid, especialmente al encontrarse con todas las trabas que pone el Ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida. Es lo que le ha pasado a la organización sin ánimo de lucro Bocatas Madrid, que responde al nombre oficial de Asociación Pasión Por el Hombre y que se dedica a alimentar a personas en situación de calle y de exclusión social, además de establecer vínculos y amistades con ellos para ayudarles a salir de la soledad de la marginalidad. En primera instancia, el Consistorio prohibió a esta organización realizar uno de sus últimos proyectos, consistente en llevar una furgoneta a la plaza de Ópera de Madrid, donde residen unas 300 personas sin hogar, y amenizarles el día y darles de comer. El Ayuntamiento alegaba que esta actividad no estaba permitida porque no estaba recogida en ninguna normativa municipal y que suponía un riesgo para la salud pública, y ahora, les exigen tener un local para poder continuar con su actividad. No obstante, desde Bocatas consideran esta exigencia una excusa, ya que ponen el ejemplo de otra fundación de índole similar, Plaza Solidaria, que tenía su propio establecimiento en la Plaza de Tirso de Molina para alimentar desinteresadamente a la gente y les hicieron clausurarlo. 

"El concejal del distrito de Centro ha mantenido varias reuniones y contactos con representantes de las asociaciones Granito a granito y Bocatas ante la imposibilidad de mantener el reparto de comida en la vía pública sin ningún tipo de control por suponer un riesgo para la salud y el orden público en la ciudad. La labor realizada por las asociaciones es encomiable, pero son varios los incumplimientos continuados que surgían cada día de reparto", argumentan las fuentes del Ayuntamiento.

"Se producía la entrada no autorizada de vehículos al distrito ya que se realiza fuera del horario establecido de carga y descarga en Centro, ocupaban la vía pública con el apilamiento de innumerables cajas de alimentos, y la gente se aglomeraba para recibir unos alimentos que no cuentan con la trazabilidad correspondiente y no se puede garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias oportunas", alegaban. "A todo ello, se suma que una de las asociaciones cuenta con un local propio en el que podría realizar esta labor", señalan, refiriéndose a Bocatas y al garaje en el que almacenan todo su material. Pero el ejemplo de Plaza Solidaria ya ha dejado un precedente muy espinoso: tenían un local para lo mismo, y lo tuvieron que clausurar.

Las pegas del Ayuntamiento

Por su parte, el propio alcalde de Madrid explicaba que repartir bocatas en las calles de la capital es una actividad del todo "ilegal"; independientemente de que las intenciones de sean benévolas. "Siempre las apoyaremos, pero lo único que decimos es que lo hagan de forma que la intervención social de verdad pueda fructificar en algo más que dar un bocadillo cada semana", señaló el primer edil ante la prensa.

Almeida insistió en que lo único que le demandan a Bocatas Madrid es "cumplir una serie de cuestiones", por lo que le han puesto sobre la mesa su cooperación para que dispongan de un local desde el que "poder repartir los bocadillos" para evitar que sea en la calle. La asociación cuenta con un garaje en el que esta petición sería factible, pero el fantasma de Plaza Solidaria está vivo y nada garantiza que la actividad no vaya a ser cesada igualmente. Además, el Ayuntamiento también les reclama que hagan una "filiación de aquellos que reciben" los alimentos porque el área de Asuntos Sociales tiene la capacidad de "poder llegar a esas personas y poder darles una salida o una ayuda" y proporcionarles la asistencia que demandan. Desde la asociación, no obstante, afean la petición del listado, alegando que "no es necesario que alguien tenga el carnet de pobre para que venga a pedir un bocadillo y nosotros se lo demos".

El propio Almeida criticó que el reparto de bocadillos se hace "sin saber a quién se están repartiendo" y precisamente éste habría sido el motivo de enfado para algunas asociaciones de vecinos. Incluso apunta a que éstas se habrían acercado a "probar que efectivamente no se sabe a quién" se están distribuyendo. Por eso, cree que desde el punto de vista de la intervención social, "tiene una eficacia dudosa". Fuentes del Consistorio consultadas por ElPlural.com, por su parte, ahondan en la idea de la "imposibilidad de mantener el reparto de comida" en vía pública sin control porque supone "un riesgo para la salud y el orden público en la ciudad".

Desde Bocatas, aseguran que el único problema que existe en Madrid es que "los pobres molestan". "Nosotros pensamos que es una molestia soportable y llevable", aseguran a este periódico desde la ONG, que reivindican su labor porque entienden que "hay que sacar a los más débiles adelante".

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