El patio del CEIP Amadeo Vives, en el barrio madrileño de Aluche, podría tener los días contados. Según ha denunciado la Asociación de Familias del Alumnado (AFA), el anteproyecto de Presupuestos del Ayuntamiento de Madrid para 2026 contempla edificar en ese mismo terreno un nuevo Centro de Mayores municipal. La decisión supondría arrebatar a los niños y niñas del colegio un espacio que –afirman– llevan utilizando desde hace casi 40 años, pese a que el consistorio lo considera una instalación deportiva municipal “inutilizada”.
La parcela afectada es la parte alta del patio, ubicada en calle Camarena 10 (o 2C, según documentación). Se trata de un terreno de titularidad municipal cedido hace décadas al centro escolar. Hasta ahora, ni la dirección del colegio ni el AFA tenían constancia de que no formaba parte oficial de las instalaciones educativas, aunque en la práctica ha sido uso exclusivo y continuado del alumnado desde los años ochenta, sin interrupciones.
El patio es mucho más que un lugar para el recreo. En él se desarrollan las sesiones de Educación Física, las actividades extraescolares, las ligas municipales de fútbol y baloncesto, la liga inclusiva de Copbol, y eventos como Carnaval, el Día de la Paz o los campamentos escolares. Colectivos del barrio también hacen uso del espacio, incluyendo la asociación Madres Solteras, que igualmente se vería afectada por el plan municipal.
El AFA admite la legitimidad de las reivindicaciones históricas del barrio: el distrito de Latina –241.000 habitantes– y Carabanchel –262.000– comparten actualmente un único centro de mayores en calle Camarena 181, con más de 20.000 inscritos. La demanda vecinal de un nuevo equipamiento lleva años sobre la mesa. Pero las familias rechazan frontalmente que la solución pase por quitar a los niños su único patio amplio para el juego y la actividad física.
“Son nuestras madres y padres, abuelas y abuelos en muchos casos, pero creemos que es un error eliminar un recurso público necesario como el de nuestro patio para satisfacer esa reclamación”, sostiene el comunicado.
El patio no se toca
La comunidad educativa afirma no oponerse a la construcción del centro de mayores, sino a su ubicación. Proponen que se atienda a las demandas históricas y se aprovechen otras parcelas públicas –como la situada en Camarena 277, objeto de reivindicación desde hace años– para que ni la infancia ni las personas mayores salgan perjudicadas.
“Les pedimos su apoyo, para entre toda la comunidad educativa, asistencial y social del distrito, podamos encontrar una solución que satisfaga los intereses de todo el mundo”, reclaman.
El tejido social de un barrio, una memoria que no se puede desmantelar
La disputa por este espacio abre un debate más profundo: ¿qué mantiene vivo un barrio? Mantener el tejido social no es solo una cuestión logística; es la base que sostiene la identidad de un lugar. Los barrios no se definen solo por sus calles o sus edificios, sino por las relaciones que se construyen en ellas. Cuando se eliminan espacios de encuentro, el barrio deja de ser comunidad para convertirse en simple urbanismo.
Un patio escolar utilizado por generaciones no es un elemento residual; es memoria colectiva. Por él han pasado niños que hoy llevan a sus hijos al mismo colegio. En él se han celebrado carnavales, partidos, abrazos, derrotas y cumpleaños. Si se pierde ese lugar, se rompe también un hilo invisible que conecta generaciones y que permite reconocerse como vecinos y no solo como habitantes.
La cohesión vecinal se construye en lo cotidiano: en las conversaciones a la salida del colegio, en las ligas deportivas que juntan a familias enteras, en las fiestas del barrio donde año tras año se fortalece un sentimiento común. Cuando estos espacios se sustituyen sin garantizar alternativas, la identidad colectiva se diluye y aumenta el riesgo de desconexión, aislamiento y desarraigo.
Un barrio vivo no es el que acumula infraestructuras, sino el que permite que sus vecinos se encuentren, convivan y construyan redes de apoyo. Por eso, preservar lugares como este patio no es una cuestión sentimental; es una apuesta por el futuro social de Aluche. No se trata de elegir entre infancia y mayores, sino de construir un barrio que siga reconociéndose como hogar compartido.