Cuando se iniciaron los trabajos de restauración de la cúpula del Palacio Episcopal de Tarazona, municipio zaragozano situado a los pies del Moncayo, nada hacía presagiar que iban a conducir a un hallazgo artístico de importante valor oculto bajo las capas de cal.
Durante las obras, los restauradores han encontrado dos frisos renacentistas de los que nada se sabía y que llevaban ocultos siglos. Se trata de un friso decorativo de grisalla que discurre por la base de la linterna y que alberga representaciones monocromas de estilo ilusionista similares a las de la portada de la Capilla de la Purificación de Santa María de la Huerta; y otro que recorre el tambor y en el que hay inscripciones en pan de oro sobre fondo azul.
Este último, además, tiene un importante valor histórico, pues permite contextualizar la obra. "El texto es un fragmento del Génesis (28, 12-13 y 16) que dice: "Vio Jacob una escalera cuya cima tocaba el cielo, por la que descendían ángeles. Y dijo: verdaderamente este lugar [...]. Año 1551"", explica el historiador Jesús Criado Mainar.
Si bien la frase está incompleta, es clave para interpretar la función simbólica de la cúpula, situada sobre la escalera noble del palacio. "Refuerza la idea de la escalera como vía de ascenso entre el mundo terrenal y el divino, articulando arquitectura, teología y monarquía con una clara intención propagandística en torno a la figura del emperador Carlos V", detalla el restaurador Miguel Ángel Agoiz.
El poder de Carlos V
La escalera noble fue construida por el maestro alarife Juan de León el Viejo entre 1549 y 1552, siguiendo una innovadora corriente arquitectónica que otorgaba protagonismo a los espacios de tránsito. Sobre ella se eleva un tambor dodecagonal y una cúpula semiesférica culminada por una linterna, cuyas decoraciones, atribuidas al artista Alonso González, fueron encargadas por el obispo Juan González de Munébrega.
Lo dinástico se une a lo religioso en este espacio en el que, junto a los retratos de Carlos V y su hijo Felipe II, figuran también el del obispo y el de seis esculturas mitológicas, que representan a las amantes de Júpiter y a distintas virtudes, y que están sostenidas por figuras antropomorfas grotescas.
"Es una alegoría del poder y la legitimidad divina del monarca", precisa Julio Zaldívar, gerente de la Fundación Tarazona Monumental, encargada de la restauración. "Carlos V, próximo a su abdicación, buscaba consolidar su imagen como rey elegido por los dioses, vinculándose al propio Júpiter", destaca.
Restauración integral
Las recién halladas pinturas refuerzan el valor patrimonial del Palacio Episcopal de Tarazona, el cual se equipara ya con el de la Catedral de esta misma localidad por su relevancia dentro del Renacimiento español.
La restauración, que ha llevado nueve meses, ha permitido, además, consolidar la estructura, dañada por el paso del tiempo e intervenciones anteriores. Se han sellado grietas estructurales, limpiado yeserías y esculturas, y reintegrado cromáticamente las pinturas murales. "La cúpula recobra ahora su esplendor artístico y su valor simbólico y narrativo, que habían permanecido distorsionados durante siglos", enfatiza Zaldívar.
Bien de Interés Cultural
El Palacio Episcopal fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno de Aragón en el año 2020 y constituye uno de los emblemas arquitectónicos más singulares de Tarazona. De origen musulmán, fue zuda y más tarde residencia de los obispos turiasonenses y destaca por su fachada volada y su célebre Salón de Obispos.
El edificio cuenta con otra estancia del s.XV conocida como 'Nuevo Salón de los Obispos', que también va a ser restaurada por la Fundación Tarazona Monumental y que guarda bajo sus muros elementos decorativos.
El Palacio puede visitarse de martes a domingo a través de visitas guiadas organizadas por la citada entidad.