Un parte de incidencia alerta a la Guardia Civil de Burgos de la presencia de una culebra en la habitación de una vivienda en el municipio de Nava de Roa. Son las 23:23 de la noche de finales de julio y hay un bebé de seis meses en la casa. La persona alertante pide ayuda y desde el centro operativo de la Benemérita se responde que se desalojará a la familia para que no duerma allí, pero que se envía el parte a agentes medioambientales de la comarca para que retiren la culebra. Y desde allí se contesta que están de guardia de incendios y que no saben si podrán ir.

La situación descrita es un parte real que puede repetirse como un bucle durante todo el verano. Los agentes medioambientales de Castilla y León tienen un solo turno de guardia por comarca: son uno, dos o tres agentes, dependiendo del nivel de peligro de incendios en cada ubicación, que deben hacer frente tanto al fuego como a las culebras que se cuelan en las habitaciones por los huecos de las puertas, las lechuzas que no dejan dormir, las palomas o vencejos que hacen sus necesidades sobre la ropa tendida o cualquier otra molestia producida por animales.

Seres autóctonos y turismo rural

El verano, entrados junio y julio, es esa época en la que los reptiles, que han hibernado durante el invierno, sobre todo culebras bastardas o ‘de escalera’ en Castilla y León, se deslizan hacia lugares habitados buscando comida.

Muchos otros animales silvestres, rapaces o mamíferos, con el auge del turismo rural, se encuentran de bruces a numerosos visitantes en sus territorios, causando la consiguiente alarma a los recién llegados, lo que multiplica las llamadas de auxilio.

Agentes medioambientales para todo

Estos funcionarios públicos, instalados permanentemente en el monte y que son lo mismo jefes de extinción de incendios que vigilantes del medio natural, responsables de supervisar caza, pesca, fauna, flora y casi todo, no dan abasto en verano, porque estos meses se les llama lo mismo para una cosa que para la otra, indistintamente, y si corren a ejercer de rescatadores de familias amenazadas por culebras a sesenta kilómetros de su ubicación, dejan de estar disponibles para el fuego que pueda aparecer simultáneamente en el otro extremo.

Pero además, los agentes medioambientales forman parte, cuando se les requiere, de los dispositivos de rescates de montaña o desaparición de personas en el medio rural, ancianos que se despistan de sus residencias, rastreo de víctimas de accidentes o cualquier otro suceso en el que puedan aportar su conocimiento del territorio.

“Como tú lo veas”

Desde la Asociación Sindical Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León, APAMCYL, se reclama que, como sucede en Castilla-La Mancha, los agentes de guardia lo estén en dos turnos distintos: unos para incendios y otros para el resto de emergencias.

“La Guardia Civil no tiene la formación ni las herramientas para actuar, sacar a los animales y solucionar el problema”, cuenta Esaú Escolar, portavoz de APAMCYL, acostumbrado a acudir a estas alertas con sus pinzas, su linterna y su recipiente para transportar a la fauna de la que se trate.

“Y si se desaloja la vivienda, ¿dónde duerme esa familia esa noche?”, se pregunta, sobre todo, incide, cuando se trata de viviendas turísticas que se están pagando religiosamente por unos días y no existe otro lugar al que ir a dormir.

Escolar alerta sobre el riesgo de tomar una decisión en estos casos cuando, desde la central provincial se les da el aviso y se deja en sus manos acudir o no, dejando descubierta la zona en la que se encuentran de guardia en caso de incendio, que nunca se sabe cuándo se va a declarar. “Te dicen: ‘Como tú lo veas’, y el servicio lo dejan a tu disponibilidad o tu voluntariedad, pero la decisión la tienes que tomar tú”, recalca.

Entre 3.000 y 4.000 incidencias

El asunto no es baladí. “En verano, Castilla y León se llena de urbanitas que vienen a pasar estos meses en las casas de sus familiares y de turistas que alquilan casas rurales”, continúa Escolar, que calcula entre 3.000 y 4.000 incidencias de este tipo durante los meses de estío en la comunidad autónoma que descansan sobre las mismas espaldas sobre las que descansan también los cientos de incendios o conatos de incendio en los que los propios agentes medioambientales tienen que estar a pie de llama.

¿La solución? Como en otras ocasiones, en Castilla y León se reclama mirar al modelo de Castilla-La Mancha, en el que se organizan dos tipos de guardias: la de incendios y la de otras emergencias. “En esta comunidad tenemos nueve provincias y 95 comarcas, a una media de diez comarcas por provincia”, recuerda Escolar.

Un territorio inabarcable, la comunidad autónoma más grande de Europa, llena de infraestructuras turísticas separadas unas de otras por infinitos kilómetros, en la que, en ocasiones, el agente medioambiental que recoge a un “animal molesto” se ve obligado a llevárselo, capturado, en su coche, directamente al incendio al que le acaban de convocar.