El propietario de El Ventorro, el restaurante donde el ex president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, comió con la periodista Maribel Vilaplana el día de la DANA, aseguró en su declaración ante la juez de Catarroja que no vio al ex jefe del Consell "preocupado en ningún momento" ni apreció que tuviera prisa cuando se despidió de él. "Fue como un día normal, un día más", aseguró ante la magistrada Alfredo Romero.
Así lo declaró en su declaración como testigo el pasado 21 de noviembre ante la jueza de Catarroja que investiga la gestión de la DANA que arrasó gran parte de la provincia y costó la vida a 229 personas. De esta forma, en la transcripción de su comparecencia, el propietario explica cómo Mazón llegó sobre las 14.15 y las 14.30 horas y "unos 10 o 15 minutos después, llegó Vilaplana". Al hilo de ello, el dueño del restuarante aclaró también que el entonces jefe del Consell entró "solo" y sin guardaespaldas.
El dueño del establecimiento concretó que Mazón estuvo desde las 14.30 hasta las 18.30-19.00 h, "aproximadamente" y puntualizó que "más tarde de las 19.00 horas no se fueron", un dato que recuerda porque los trabajadores se van a las 18:00 o 18:10 horas y ya habían marchado. En ese momento, él se puso a hacer "sus cosas", como rematar facturas, ver botelleros, ver cámaras, repasar un poco el negocio, y calcula que le llevaría "unos 35 o 40 minutos más o menos".
Cuando se fueron los empleados, Mazón y Vilaplana seguían en el reservado. Contó también a la magistrada que los trabajadores siempre se van sobre las seis de la tarde y, si se queda alguna mesa "colgada", se queda el propio dueño para que "se vayan a hacer su marcha para volver al día siguiente". Igualmente, informó a las partes de que solo él "atendió personalmente la comida del señor Mazón" y era "la única persona que entraba, nadie más de sus empleados".
Cuando entraba en la sala para atenderles -"una siete u ocho"-, "ninguna de las veces" vio a Mazón hablar por teléfono. Tampoco observó a Vilaplana con ningún ordenador. Así, apostó que la sala en la que comieron es rectangular y no muy grande y que no escuchó "nada" de las conversaciones.
Interrogado por las dimensiones del reservado, indicó que, "de punta a punta de la sala, por su tamaño, no sabe decir si se escucharía la conversación de alguien hablando por teléfono", ya que desconoce el volumen o el tono con el que están hablando. En una conversación, en la que no está de espaldas y no hay ningún otro volumen, "podría ser que sí se escuchara, pero no lo puede confirmar", remarcó.
En este orden de cosas, el dueño de El Ventorro relató a la instructora la llamada que recibió "de la Generalitat, no sabe decir quién", para avisar de que iba a ir "un señor para llevar un sobre con unos papeles que Mazón tenía que firmar". Él, por su parte, cogió el sobre, se lo llevó a Mazón, se fue, y volvió a los pocos minutos, y fue ahí cuando el ex president valenciano le dijo: "Dáselos que ya están firmados".
En total, el responsable del local calcula que "la comida en sí duraría entre una hora y media o dos". Apostilló que "es lo que suele durar una comida". No obstante, no recordó a qué hora a que se sirvieron los postres o el café y comentó que, si empezaron a las 14:45-15:00 horas, el almuerzo se extendería sobre las 16:30-16:45 "por más o menos sacar una media". Según este testimonio, "es muy común en muchas mesas que se hagan las 18:30 o las 19:00 hores porque están de tertulia, no es cuestión de consumos, es porque están a gusto o están con sus cosas". Por ello, consideró que "no hubo nada extraño en la duración de la comida".
Cuando se puso fin a dicha comida, el restaurador fue entrando "cada 10-15 minutos para que se sintieran atendidos". Al término del encuentro, cuando despidió a Mazón en la cancela, "no vio que tuviera prisa o preocupado". "Fue como un día normal, un día más", dijo el hostelero.
Al margen de todo ello, sobre la reserva, que se realizó unos dos o tres días antes, Romero señaló que "sabe que la persona que le llamó es de la Generalitat porque tiene algunos números grabados, porque le han llamado diferentes personas, no sabe si secretarias, normalmente han sido mujeres".
Le suelen decir a quién tiene que mandar la factura, a la Generalitat o al partido; y luego él lo envía y, en este sentido, entiende que quien hizo la reserva le diría que la iba a pagar el PP porque él lo sabía. Le envió la factura al partido -el propietario ha aportado esta documentación a la causa- más tarde y se la pagan por transferencia.