El debate parlamentario de hoy, y en especial la votación que en buena lógica deberá cerrarlo, será sin duda una muy buena oportunidad para que las distintas formaciones políticas representadas en la cámara autonómica catalana expongan sus posiciones. Meridianamente claras y absolutamente legítimas son las posiciones defendidas por las dos formaciones independentistas –además de la ya mencionada SI, la histórica ERC, así como el diputado no adscrito Joan Laporta, reciente fundador pero ahora ya escindido de SI-, que evidentemente han anunciado sus votos favorables a la proposición de ley. Tan claras y legítimas como estas opciones son las que defienden tanto el PSC como el PP, ICV-EUiA y C’s, que desde posiciones sin duda alguna muy diferenciadas no son partidarias de que el Parlamento de Cataluña aprueba esta proclamación unilateral de independencia. La posición de CiU, el grupo parlamentario mayoritario y por consiguiente el único que realmente podría hacer que dicha proposición de ley fuese finalmente aprobada, es de una calculada y muy peligrosa ambigüedad, ya que mientras la práctica totalidad de los máximos dirigentes y parlamentarios convergentes han participado en las consultas ciudadanas celebradas en Cataluña y casi todos ellos han explicado en público que su voto se ha sumado a la apuesta por la independencia, está claro que hoy, en esta votación decisiva, todos los diputados de CiU evitarán que prospere dicha proposición de ley, ya sea con su voto en contra o simplemente con su abstención.

Una vez más, la nacionalista CiU recurre a la ambigüedad y el doble lenguaje en un tema identitario. A diferencia de las formaciones independentistas, que defienden esta opción desde vías obviamente democráticas y pacíficas y que por tanto merecen el debido respeto de todos los demócratas, la federación nacionalista fundada por Jordi Pujol y liderada estos últimos años por Artur Mas recurre de nuevo a una calculada y peligrosa ambigüedad, con la intención de pescar en todos los bancos de pesca de un electorado como el suyo, tan amplio como difuso, que abarca desde el catalanismo más tibio de quienes votan CiU sólo porque se trata del centroderecha conservador y liberal que defiende sus intereses económicos y sociales hasta quienes apuestan de forma inequívoca por la independencia, entre otros sectores de la sociedad catalana.

El debate y la votación de hoy pondrán al descubierto con rotundidad este doble juego permanente de CiU respecto al independentismo. No es éste un buen momento para que la ambigüedad de CiU aparezca ante la luz público, a poco más de un mes de las elecciones municipales del próximo 22 de mayo, y cuando los graves recortes en políticas sociales emprendidos por el Gobierno de la Generalitat presidido por Artur Mas están creando en amplios sectores de la sociedad catalana un auténtico estado del malestar, una reacción lógica y natural ante el desmantelamiento del Estado del bienestar que tantos esfuerzos nos ha costado construir en las últimas décadas.

Jordi García-Soler es periodista y analista político