La retirada del escaño de Laura Borràs por parte de la Junta Electoral Central no solo pone punto y final, por el momento, a la carrera parlamentaria y a la presidencia de la diputada de Junts condenada por prevaricación administrativa, sino que también retrata la obtusa política de la mayoría independentista de la cámara consistente en negar sistemáticamente la evidencia de las cosas. La rigurosidad de la JEC en aplicar la LOREG era perfectamente previsible conociendo los antecedentes del expresidente de la Generalitat, Quim Torra, y del diputado de la CUP, Pau Juvillà, sin embargo, ERC y Junts prefirieron esperar a la intervención de la JEC antes de tomar en consideración la propuesta del PSC que otorgaba al pleno del Parlament la iniciativa en este tipo de contenciosos ante la existencia de diputados condenados sin sentencia firme.

La JEC se ha mantenido fiel a su doctrina, aplicando a Borràs la Ley Orgánica del Régimen Electoral General que recoge la posibilidad de retirar el acto a los diputados a pesar de que su condena no sea firme.  De paso, ha recordado al Parlament, que presentó recurso contra la decisión de apartar a Borràs definitivamente del escaño, la jerarquía de una ley orgánica sobre el reglamento de la cámara, que defiende que hay que esperar a la sentencia firme antes de separar al diputado afectado. De primero de derecho administrativo, pero resulta que los grupos independentistas, empezando por la misma Borràs, llevan semanas resucitando el mantra central del Procés que hace referencia a la supuesta soberanía del Parlament ante este tipo de injerencias.

La soberanía del Parlament de Cataluña es un recurso recurrente que nunca ha tenido ningún recorrido práctico. De hecho, si el Parlament fuera soberano, Cataluña sería un estado independiente y no es el caso, según se empeña en demostrar la realidad. Otra cosa muy diferente y que suele enfrentar a los académicos es la lógica o el absurdo de retirar el escaño a un elegido que ha sido condenado, pero que tiene abierta todavía la vía del recurso al Tribunal Supremo. En el caso de Borràs, es muy probable que el TS se pronuncie cuando haya cumplido su periodo de inhabilitación, iniciado ya por decisión de la JEC.

Resuelto la primera parte de la ecuación -Borràs ya no tiene escaño en la cámara catalana-, debe resolverse también la elección de una nueva presidencia de la cámara. Empieza la segunda parte del sainete. Hasta ayer mismo, Junts ha dejado circular la hipótesis de una inédita desobediencia institucional: dejar vacante la plaza de la presidencia como protesta por la represión que según ellos ha sufrido su diputada. El expresidente Quim Torra fue probablemente el primero en verbalizar tal eventualidad que posteriormente obtuvo algunos otros apoyos menores. El secretario general de Junts, Jordi Turull, ha mantenido un silencio atronador sobre esta eventual renuncia a ocupar el segundo poder institucional de Cataluña.

A medida que se acercaba la hora en la que se previa la resolución de la JEC, la tesis de rechazar esta cuota de poder por parte de Junts perdía fuerza, como era previsible de esperar. Ciertamente esta maniobra complicaría mucho la vida a ERC. Los republicanos quieren recuperar la normalidad prevista en el pacto de investidura cuanto antes mejor, lo que implica votar al nombre que presente Junts sin más exigencias. De no hacerlo Junts, se abriría un abanico de posibilidades, en las que el PSC podría hacer valer sus 33 diputados.

La cercanía de las elecciones municipales invita a todos los protagonistas a esperar acontecimientos. Esta espera para respetar el calendario implicaría mantener vivo el discurso de la injerencia intolerable contra la soberanía del Parlament unos días más de los recomendables, visto que un órgano de la administración electoral ha aplicado por tres veces la ley general sin mayor impedimento. Hasta ahora, la Mesa y el Pleno del Parlament han acatado con la mayor de las diligencias las resoluciones, incluso lo hizo Laura Borràs siendo presidenta cuando se trató de aceptar la pérdida del escaño del diputado de la CUP, Pau Juvillà.