Expectativa política y mediática por la primera entrevista formal entre Pedro Sánchez y Quim Torra. El presidente español recibe al president en un clima de distensión entre las dos administraciones después de que sus antecesores se dieran la espalda.

Sánchez llegó a La Moncloa prometiendo diálogo con Cataluña. La presidencia del líder del PSOE rompió la estrategia del independentismo de confrontación con España. El silencio de Mariano Rajoy y el itinerario policial y jurídico del PP se rompe con Sánchez cogiendo desprevenido al independentismo. El principal adversario ya no manda y Rajoy es sustituido por Felipe VI. Ahora son nuevos tiempos. No obstante, el independentismo más radical, el de Carles Puigdemont y la CUP, queda al margen. El posibilismo encarnado por ERC y el PDeCAT empieza a hacerse un hueco, a pesar de la vigilancia de las entidades secesionistas lideradas por la ANC, que todavía se mueven en el mantra de la república y actúan de vigilantes de las esencias.

Quim Torra ha sido claro sobre de qué pretende hablar: el president pondrá encima de la mesa el derecho a la autodeterminación, el 1 de octubre, el discurso del rey del 3 de octubre, el 27 de octubre y la no proclamación de la independencia, del artículo 155 y del resultado de las eleccions del 21 de diciembre. Todo un relato del pasado. De momento, sobre el futuro solamente ha dicho que exigirá un referéndum de independencia  pactado otorgando validez a declaraciones de organismos sobre el derecho a la autodeterminación, incluso la declaración de Suresnes del PSOE de 1972 o el programa electoral del PSC de 2012. Todo lo que Torra lleva a Sánchez es pasado. El futuro lo deja en manos de un segundo encuentro en Barcelona en otoño. Así, Cataluña ya habrá celebrado la Diada con miles de personas en las calles bajo el lema "hacemos república catalana". Será la sexta Diada desde 2013 con la promesa de una independencia inmediata.

La disposición al diálogo de Sánchez, además, ha abierto brecha entre el independentismo. Por un lado están los irredentos, con Puigdemont y su grupo y la CUP. Por otro, el posibilismo de ERC, el PDeCAT y una parte del Govern catalán, que han dejado de lado la unilateralidad y hablan de referéndum pactado, aunque segundos antes hayan dado validez al resultado del 1 de octubre, en una clara contradicción. Esta última semana ERC ya ha avisado que era la última vez que votaba en el Parlament proclamas de unilateralidad que son recurridas, no sirven políticamente y enrarecen el clima, tanto en Cataluña como en España.

Desde el independentismo más irredento se tenía la esperanza de que La Moncloa aplazaría la entrevista después de la moción unilateral en el Parlament. Asimismo, tienen aún la esperanza de que Torra dé un portazo a Sánchez de la misma manera que lo hicieron Artur Mas y Carles Puigdemont con Rajoy. No obstante, aunque desde el Gobierno, con Carmen Calvo a la cabeza, se ha dicho por activa y pasiva que Sánchez dirá no a un referéndum, sí que trasciende que la ministra Meritxell Batet ha preparado con Elsa Artadi una hoja de ruta con asuntos de los que tratar.  Desde la Generalitat se estima que el encuentro puede ser largo. Torra espera conocer de primera mano cuál es el proyecto del PSOE para Cataluña. Miquel Iceta, líder del PSC, ya le ha dicho en el Parlament que los documentos son públicos y que los puede leer.

Todo indica que Sánchez y Torra hablarán de política, dejando las reivindicaciones de competencias para las comisiones bilaterales, que la Generalitat ya ha puesto en funcionamiento a la espera de que el Gobierno haga lo mismo los próximos días. Asimismo, el Gobierno podría retirar pronto diversos recursos que Rajoy presentó al TC sobre leyes catalanas, algunas de ellas aprobadas por unanimidad (con el voto del PP catalán) y otras por una amplísima mayoría fruto del consenso. Entre estas leyes, por ejemplo, están la de sanidad universal o la del cambio climático, muy parecidas a las aprobadads por gobiernos del PSOE como Andalucía o Comunidad Valenciana.