El Tribunal Constitucional ha vuelto a la unanimidad en su decisiones, algo a lo que no nos tenía acostumbrados; y lo hace resolviendo un recurso presentado por el Gobierno, en el que se interesaba la anulación, por ilegal, de la declaración de soberanía aprobada por el Parlament catalán. Podía no haberse pronunciado, de entender que se trataba de una declaración política sin efectos jurídicos, pero puede intuirse que la decisión de entrar en el fondo es fruto de un consenso propiciado por los magistrados progresistas, a cambio de que la resolución abordase otros aspectos que condujesen a la búsqueda de una solución del problema catalán, que parece estar enquistado en estos momentos. Y es que cuando dos nefastos políticos, como Mas y Rajoy, se enfrentan entre sí, se produce una inadmisible situación de bloqueo, que no hace más que aumentar el problema.

Parece obvio que la declaración de soberanía aprobada resulta ilegal, y en esto podemos estar todos de acuerdo, salvo Mas y pocos más. Pero la altura de miras que ha tenido el Tribunal Constitucional con la resolución dictada parece abrir un camino de esperanza, que nos puede hacer pensar que en su seno se ha recuperado la cordura, lo que no nos debe dejar indiferentes. Y confiemos en que no sea flor de un día, si tenemos en cuenta los numerosos recursos pendientes de resolverse.

Parece evidente que Cataluña no es soberana, pero el hecho de que se admita en la propia resolución que el “derecho a decidir” es válido por sus cauces legales, y que incluso sugiera que tal derecho puede tener cabida en nuestra Constitución, siempre que se formule de manera distinta a la que se pretende, descartando que se utilice la figura del Referendum, es un avance importante que puede liberar la actual situación de bloqueo. Al menos con esa intención se pronuncia.

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