El debate sobre la toma en consideración de la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, celebrado este martes en el Congreso de los Diputados, ha vuelto a evidenciar el aislamiento político de Vox, que ha sido el único partido con representación en Castilla-La Mancha en votar en contra de un texto que moderniza el marco institucional de la región.
La formación ultraderechista ha optado por la provocación y la escenificación, con un discurso del diputado Manuel Mariscal que ha derivado en un espectáculo de bronca, insultos y gestos populistas, muy alejados del tono institucional del resto de grupos.
Mariscal, natural de Talavera de la Reina, ha acusado a PSOE y PP de “estafar a los castellano-manchegos” y de impulsar una “nueva farsa del bipartidismo”, pese a que el único salvavidas del Partido Popular y de Paco Núñez en Castilla-La Mancha, una hipótesis difícil pero no imposible, pasaría por gobernar bajo el yugo de Vox.
En un gesto preparado para la galería, ha roto en pedazos un folio de su intervención, asegurando que eso mismo hará Santiago Abascal con el Estatuto “cuando gobierne”. Su actuación ha causado visible incomodidad al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, presente en el hemiciclo.
El dirigente de Vox ha recurrido al lenguaje del insulto y la descalificación, llamando “trileros” y “timadores” tanto a Page como a Núñez, ridiculizando el consenso alcanzado en las Cortes de Castilla-La Mancha, donde el Estatuto fue aprobado el pasado mes de mayo casi de manera unánime, a excepción de Vox.
En su intervención ha afirmado que “nadie ha pedido” una nueva norma básica para la región, obviando que el texto busca actualizar los derechos sociales, reforzar la igualdad territorial y blindar los servicios públicos.
En contra de revertir el "pucherazo" de Cospedal
El diputado de extrema derecha ha centrado sus críticas en el aumento del número de diputados autonómicos, que pasará de 33 a 55. Lo ha presentado como un “capricho político” pese a que esa cifra solo devuelve a las Cortes regionales el tamaño original que tenían antes del recorte impuesto por María Dolores de Cospedal en 2013, una medida que fue ampliamente cuestionada por vulnerar la representación territorial y favorecer al PP en el reparto electoral.
Mariscal también ha acusado a Page y a Paco Núñez de acudir “juntitos de la mano” a Madrid para “engañar” a los ciudadanos, repitiendo el argumentario de Vox de que “tanto monta, monta tanto”. Sin embargo, ni siquiera entre las filas populares ha calado su discurso, más centrado en atacar a los adversarios que en ofrecer propuestas para Castilla-La Mancha.
El parlamentario ha llegado a comparar la reforma autonómica con el modelo catalán, criticando la creación de una agencia tributaria propia y calificando el Estatuto de “chiringuito político”. Una afirmación falsa, dado que el texto no prevé competencias fiscales ni privilegios económicos, sino mecanismos de coordinación tributaria para reforzar la autonomía financiera regional dentro del marco constitucional.
El tono bronco y vacío de propuestas con el que Vox ha intervenido ha contrastado con el debate constructivo mantenido por el resto de grupos, que han defendido el consenso alcanzado tras más de una década de bloqueo. Con su puesta en escena, Mariscal ha tratado de convertir un paso institucional histórico para Castilla-La Mancha en un acto de confrontación partidista, utilizando el Congreso como un escenario más de la estrategia de agitación política de Vox.
El nuevo Estatuto introduce avances en materia de igualdad, participación ciudadana, financiación autonómica y sostenibilidad. Frente a ello, Vox ha preferido seguir instalado en la negación y el ruido, reduciendo el debate a un gesto de papel roto que resume su forma de entender la política: espectáculo, desprecio a las instituciones y ningún proyecto para Castilla-La Mancha.
Núñez defiende el Estatuto mientras depende políticamente de quien promete derogarlo
Mientras el que sería su socio natural en Castilla-La Mancha escenificaba su rechazo al Estatuto en el Congreso con insultos y papeles rotos, Paco Núñez ha tratado de mantener un tono institucional y conciliador durante su intervención en el debate.
El líder regional del PP ha defendido que en este nuevo texto Castilla-La Mancha “no pide privilegios, pide igualdad; no reclama agravios, reclama oportunidades; no exige imposibles, pide justicia”, reivindicando el consenso alcanzado con el PSOE como un ejemplo de responsabilidad política.
Sin embargo, pese al tono institucional de hoy, Núñez ha reconocido en otras ocasiones que solo podría gobernar con el apoyo de Vox, un partido que ha reiterado por activa y por pasiva su intención de derogar el Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha en cuanto llegue al Gobierno.
Esa contradicción entre el discurso moderado que el PP intenta exhibir y la dependencia política de una formación que desprecia el consenso autonómico evidencia la fragilidad del relato de Núñez y la dificultad de sostener su aspiración de “nuevo tiempo” sin apoyos que buscan precisamente lo contrario: desmontar el autogobierno castellano-manchego.
Así, mientras Vox convertía el Congreso en un escenario de bronca y desprecio institucional, el PP de Castilla-La Mancha intentaba defender el equilibrio de una reforma que solo es posible desde el diálogo. Un equilibrio tan precario como la hipótesis de un gobierno conjunto entre quienes hoy defienden el Estatuto y quienes prometen destruirlo.
El PSOE replica a Vox y acusa a la ultraderecha de “ignorancia” sobre el autogobierno
El encargado de responder al discurso bronco de Vox ha sido el diputado socialista Sergio Gutiérrez, quien ha desmontado punto por punto los argumentos de Manuel Mariscal. Desde la tribuna del Congreso, Gutiérrez ha recordado que los organismos autónomos de recaudación que Vox califica de “separatistas” existen en ayuntamientos y diputaciones donde el propio partido gobierna.
“No es que ustedes sean radicales, es que son ignorantes”, ha afirmado el parlamentario castellanomanchego, reprochando a la ultraderecha que sus debates “se basan fundamentalmente en la ignorancia”.
El socialista ha defendido que el nuevo Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha busca avanzar en derechos y hacerlo con armonía, subrayando que las autonomías “han garantizado progreso” y que renegar de ellas “es renegar también de la Constitución”.