El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha aprovechado el acto institucional del Día de la Constitución celebrado en las Cortes regionales para lanzar una reflexión de calado sobre el deterioro del clima político en España. Frente a los consensos que hicieron posible la Carta Magna de 1978, ha lamentado que el país viva hoy un escenario "absolutamente opuesto" al de la transición, hasta el punto de que acuerdos de ese calibre serían en la actualidad "impensables" por culpa del frentismo y del incremento del odio en el debate público.

En un discurso de fuerte carga institucional, García-Page ha reivindicado la Constitución como "el mayor éxito colectivo" de la democracia española y ha subrayado que Castilla-La Mancha la conmemora este año culminando la reforma de su Estatuto de Autonomía. Ha celebrado que esta actualización llegue por consenso, a diferencia del clima nacional, y la ha descrito como una coincidencia "muy bonita y hermosa" que refuerza la legitimidad del nuevo texto.

El presidente ha explicado que la reforma estatutaria se ha construido desde el acuerdo, algo que, según ha afirmado, era "condición sine qua non" para aprobar un texto de largo recorrido. Ha agradecido la participación de los sectores sociales presentes en el acto y ha definido el nuevo Estatuto como un documento "plenamente leal", "pensado en positivo" y que blinda "al máximo posible" las conquistas sociales logradas durante la autonomía en materias como sanidad, educación o servicios sociales.

En paralelo, García-Page ha reivindicado el modelo competencial de la comunidad al señalar que Castilla-La Mancha tiene "las que queremos tener y las que creemos que podemos gestionar", rechazando que la región aspire a acaparar atribuciones como fórmula de presión territorial. Lo ha contrapuesto a quienes, según ha advertido, buscan "desconectar" o utilizar las competencias como un instrumento para la separación del país.

El presidente también ha criticado a las formaciones que plantean devolver al Estado las competencias de sanidad o educación, una propuesta que ha calificado como "absolutamente alocada", además de imposible y perjudicial para la región.

España, dominada por "gestores del frentismo y del odio"

Pero el núcleo de su intervención ha girado alrededor de la comparación entre el momento político que hizo posible la Constitución y el contexto actual. García-Page ha lamentado que España se encuentre hoy dominada por "gestores del frentismo y del odio", responsables de un clima que impide acuerdos básicos. Según ha dicho, hay quienes "han hecho del odio y del enfrentamiento artificial su propia mercancía política", y que difícilmente celebrarán con sinceridad el significado de la transición.

A partir de ahí, ha cuestionado "en qué momento hemos llegado a considerar que dialogar y pactar es sinónimo de traicionar", denunciando que "la inmensa mayoría de la sociedad estamos prisioneros" del populismo y la confrontación. Por ello, ha reivindicado la necesidad de recuperar el espíritu de acuerdo del 78 y ha recordado que la transición evitó saltos bruscos o revoluciones que habrían causado "mucho más dolor y sangre".

García-Page ha vuelto a plantear un proceso de armonización territorial coordinado desde el Estado para mejorar la eficacia del modelo autonómico. Ha puesto ejemplos prácticos como compartir una misma tarjeta sanitaria en toda España o unificar la cartelería turística, insistiendo en que el país "no necesita cambiar ni de Constitución ni de régimen", sino perfeccionar lo ya construido.

En su mensaje final, ha advertido de que la democracia "o es viva o es que tiene problemas", y ha defendido que reforzar el Estado y garantizar la igualdad territorial que recoge la Constitución es imprescindible para evitar nuevos procesos de fractura institucional. Según ha concluido, España necesita volver a entenderse, aunque sea "en las cosas de comer", antes de que la fuerza de los acontecimientos obligue a una nueva transición.