No estoy seguro de mi recuerdo, pero creo que era Manuel Gerena quien tenía una letra flamenca en la que se refería a un hipotético “señorito” para decirle “vergüenza debe de darte”. ¿El motivo? Que si era patrón de las tierras, debería de darle vergüenza que la hierba estuviera tan alta y el pueblo muerto de hambre. Concluía con la propuesta (sobre las tierras) de que “o las labras o las dejas”. Eran los tiempos en que aún estaban vivos en la memoria de los campesinos andaluces tiempos de miseria, de bajos salarios, de jornadas de sol a sol y de abusos consentidos por los poderes públicos. Aquellos tiempos pasaron, y a pesar de que la agricultura andaluza aún tiene problemas, estos son de otro tipo, puesto que las relaciones laborales están ya marcadas por regulaciones legales más justas.

Sin embargo, todavía hay hechos por los cuales alguien debería sentir vergüenza. Y ese es el caso de Javier Arenas, menos preocupado por la transparencia que por los documentos notariales. Durante la campaña electoral de las municipales ya hizo la propuesta, que como mínimo puede ser calificada de ridícula, de que los partidos acudieran ante notario para respetar la lista más votada, y ahora en lugar de hacer algo tan sencillo como mostrar su declaración de la renta de nuevo recurre a un notario que ha dado fe justo de aquello que él le ha pedido que de fe. Ni más ni menos, porque Arenas no miente cuando ha hecho pública la certificación notarial de sus ingresos, pero no es eso lo que se exige a un cargo público que se expresa y se manifiesta como él lo hace. A mí siempre me ha parecido que está muy poco convencido de cuanto afirma porque tiene la costumbre de repetir las frases, y no creo que sea porque le parezcan ingeniosas, sino porque trata de reafirmarlas con la reiteración en lugar de con argumentos.

Siempre he defendido que los cargos públicos deben estar bien retribuidos, entre otras cosas porque el ejercicio de la actividad política tiene unos costes en cuanto a la dedicación personal que no existen en otros ámbitos, pero al mismo tiempo nunca he entendido que nuestros representantes simultaneen cargos. Por ejemplo, que haya alcaldes en la presidencia de diputaciones o en escaños autonómicos o de alguna de las dos Cámaras de las Cortes Generales. Javier Arenas dirige como presidente al PP andaluz, es diputado autonómico, senador en representación la Comunidad andaluza y vicesecretario de Política Territorial del PP. Además, debe viajar mucho, puesto que su partido le asigna 54.534,18 euros para “gastos de representación”, entre los cuales al parecer incluye hasta los donativos. A esa cantidad hay que sumarle lo que le paga el Senado, que también le da dinero para gastos, al igual que el Parlamento andaluz. La verdad es que para quien manifiesta día sí y día no su preocupación permanente por los parados andaluces debería ser motivo de vergüenza mantener ese nivel de ingresos, todos ellos procedentes de instituciones públicas, porque no olvidemos que los partidos políticos reciben la mayor parte de sus recursos de los fondos aportados por todos los ciudadanos, en cuanto que de acuerdo con el art. 6 de la Constitución son el instrumento fundamental para el ejercicio del sistema democrático.

Cuando veo ese modelo de político, que realiza tanto viaje y tanta reunión como debe representar el desempeño de tantos cargos, siempre pienso que tendrá poco tiempo para la reflexión y para la lectura. En el caso de Arenas ello nos podría ayudar a comprender la escasa consistencia teórica de sus intervenciones, su falta de rigor y la demagogia a la que recurre con tanta frecuencia. Y dada esa vaciedad que lo caracteriza, se entiende aún menos que esté tan bien pagado. Sin duda debería de darle vergüenza, claro que también a Rajoy, puesto que es el responsable de que se produzca una situación como esa.

A los votantes de la derecha parece no importarles que se produzcan situaciones como la de Arenas, ya están acostumbrados con la presidenta de Castilla la Mancha o cuando han sido capaces de mantener en el poder a ese conjunto de políticos pendientes de la acción de la justicia de la Comunidad valenciana. Ahora sería de esperar que algunos se indignaran en especial con Arenas, y que no hicieran afirmaciones genéricas sobre los políticos y la política democrática, que ajustaran un poco su punto de mira y fuesen capaces de ofrece matices en sus planteamientos. Con toda seguridad, Arenas no sentirá vergüenza de su contradicción entre lo que predica y lo que practica, pero los andaluces sí deberían tomar nota de su comportamiento y ya que él no lo practica, deberíamos avergonzarlo en las urnas.

* José Luis Casas Sánchez es Profesor de Historia