Noviembre de 2013. El PP andaluz busca presidente después de que Juan Ignacio Zoido decida abandonar el cargo, en el que nunca se sintió cómodo, para dedicarse plenamente a la Alcaldía de Sevilla, que perdería dos años después. En las primeras quinielas sobre su sustituto solo aparecen dos nombres: José Luis Sanz, alcalde de Tomares y número dos del partido con Zoido, y José Antonio Nieto, alcalde de Córdoba, aunque el favorito con diferencia es el primero.

Ambos son bastante conocidos en el PP andaluz, el primero por haber sido secretario general y el segundo por haber ganado la Alcaldía de Córdoba. Será unas semanas después cuando se cuele en las quinielas el nombre del entonces bastante desconocido Juan Manuel Moreno Bonilla, más tarde rebautizado políticamente como Juanma Moreno.

Esperando a Rajoy

Hacia finales de ese mes de noviembre de 2013, la gente de Sanz lleva semanas filtrando a la prensa amiga que el alcalde de Tomares iba a ser muy pronto ungido como número uno. Sus patrocinadores: Juan Ignacio Zoido, en Sevilla, y María Dolores de Cospedal, en Madrid. Solo faltaba que Mariano Rajoy diera su nihil obstat. Solo eso.

La pugna entre candidatos a liderar el Partido Popular de Andalucía había sido en realidad más una cosa periodística que propiamente política. En aquellos tiempos la derecha no tenía problema sobre si las primarias debían ser abiertas, cerradas o simplemente entornadas. Donde otros partidos tenían primarias, el PP tenía a Rajoy. Y punto.

Cospedal humillada

Sería ya bien entrado febrero de 2014 cuando se despejaría la incógnita: el nuevo presidente sería Juanma Moreno –entonces todavía Juan Manuel Moreno Bonilla– merced a los buenos oficios de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y del entonces todavía muy influyente Javier Arenas, enemigo íntimo de María Dolores de Cospedal. Sorpresón en toda regla.

La designación del candidato de Cospedal había sido tan anunciada, publicitada y asegurada que la nominación de Moreno fue una humillación en toda regla para la secretaria general, hasta ese momento convencida de tener un poder orgánico mayor del que realmente tenía. Desaires como aquel, a la vista de todo el mundo, no se perdonan.

Con el alma en vilo

Más tarde, Moreno se distanciaría de Arenas, al que le costaba acostumbrarse a que el presidente del partido fuera otro, pero su gran anclaje seguiría siendo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Si ella gana las primarias y es la nueva presidenta del PP, todo será más fácil para Juanma.

Si quien sale victoriosa es María Dolores de Cospedal, los días de Moreno al frente de la organización pueden estar contados, particularmente si los resultados electorales de las autonómicas de marzo no le acompañan, y las encuestas dicen hoy por hoy que no lo harán. Puesto que las municipales serían solo dos meses después, Cospedal tal vez esperaría hasta entonces para que le fuera servida la cabeza de Moreno.

La incógnita andaluza

La decapitación sin escándalo ni motines populares de Juanma sería posible porque en los tres años que lleva de presidente no ha sido capaz de ganarse el puesto de líder. Tal escenario habría sido inimaginable con un Javier Arenas. Blindado tras un puñado de fieles en la sede de la calle San Fernando, Moreno tiene problemas para ejercer un liderazgo efectivo en provincias como Sevilla, Córdoba, Jaén o Granada.

Esas clamorosas lagunas en su liderazgo explican en buena medida sus cautelas ante las primarias nacionales. De pronunciarse públicamente a favor de Santamaría, como sin duda sería su deseo, correría el riesgo de que muchos de los suyos no le hicieran demasiado caso.

Neutral dentro de un orden

En principio, mejor mantener oficialmente una neutralidad que, en caso de apuro si no gana su candidata, podrá esgrimir como aval de juego limpio. No obstante, si su madrina Sáenz de Santamaría le pide que la respalde públicamente, tal vez no pueda negarse. Juan Ignacio Zoido, sin ir más lejos, ya lo ha hecho por Cospedal.

No es fácil, en todo caso, conjeturar qué podrían votar los cerca de 170.000 afiliados que dice tener el PP andaluz y que será representados por casi 550 compromisarios en el congreso nacional. Saben que su presidente regional prefiere a Santamaría y saben también que la organización andaluza podría ganar peso orgánico si vence la vicepresidenta.

El partido está más abierto que nunca. Los buenos tiempos en que las primarias eran cosa de otros han pasado: ni Rajoy es ya Rajoy ni el PP es ya el PP.