Un largo aplauso, mucho más prolongado de lo habitual en estos casos, y con todos los miembros del Comité Director del PSOE de Andalucía en pie precedió este lunes la intervención de Susana Díaz ante el máximo órgano entre congresos que habría de aprobar el calendario del XIII Congreso Regional del PSOE-A. Se sabe cuándo será, el 29 y 30 de julio, pero no se sabe cómo será: si Díaz será la única candidata o si, como casi todos descartan aunque sin poner la mano en el fuego, el sanchismo presentará un nombre propio para disputarle la Secretaría General a la presidenta andaluza.
El otro cálido aplauso de la tarde fue para el exconsejero del Gobierno andaluz Antonio Ávila, sobre quien la justicia ha despejado definitivamente todas las sombras que ella misma levantó con más precipitación que buen juicio.
Los mensajes
El discurso de Díaz fue algo más breve de lo habitual, pero sus mensajes fueron los ya conocidos: Pedro Sánchez es el secretario general de todos al que hay que ayudar con generosidad para recuperar la confianza mayoritaria de los ciudadanos; ahora toca Andalucía, cuyo Gobierno hay que impulsar: “a currar”, llegó a decir Díaz; el PSOE es mucho PSOE pero lo será más cuando vuelva a ganar las elecciones; el partido en Andalucía es el pulmón del socialismo español; la socialdemocracia no está en crisis, lo están los partidos; basta de mirar el ombligo, ahora toca la gente.
Un día raro
El de ayer no era un día fácil para Díaz. Era un día raro. Era su primer encuentro cara a cara con sus compañeros en un órgano de amplio espectro tras el amargo traspiés sufrido el domingo 21 de mayo a manos de Pedro Sánchez en las primarias. Si alguien esperaba autocrítica debió quedar decepcionado. Nadie vio a una Susana Díaz predispuesta a exhibir sus heridas de guerra: más bien mostró una determinación y un optimismo que intentaban ser los de siempre, aunque el clima del Comité Director estaba irremediablemente enrarecido por olor acre de la derrota.
Los miembros de la Ejecutiva Regional que presidían el encuentro estaban, inevitablemente, a la vista de todos. Tal vez sean buenos políticos pero son humanos, y un humano no puede estar vigilando continuamente su propio rostro para impedir que exhiba los sentimientos lo embargan. Y el sentimiento general de ayer en el Comité Director era una extraña mezcla: no poca tristeza, bastante decepción, total incertidumbre, algo de resentimiento, una cierta esperanza… Todo eso podía leerse en las caras de muchos dirigentes. Tras las primarias, ciertamente la vida sigue, pero no sigue igual.
Dos nombres
Dos nombre propios parecían encarnar ese nuevo y ambivalente estado de cosas en el PSOE de Andalucía: Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, el hombre clave del sanchismo andaluz cuyos planes son todavía una incógnita, que se exhibió con euforia prudentemente contenida en el salón del hotel Renacimiento de Sevilla, ya sin esa aura inversa de los apestados que, aun contra su voluntad, solía arrastrar consigo en otras reuniones orgánicas del pasado; y Máximo Díaz-Cano, el inteligente jefe de gabinete y hombre fuerte del equipo de estrategia de la presidenta, que ayer dio pie a la maledicencia de los cronistas políticos, tan dados por definición a la maledicencia, al no vérsele como en otras ocasiones al lado de Díaz. “No queráis ver fantasmas donde no los hay”, terciaba oportuno un experimentado socialista.
Pedro y la alta costura
Lo cierto es que Díaz debe estar sin duda rumiando –y así lo ha dado a entender en varias ocasiones– futuros cambios para fortalecer su Gobierno, aunque en ningún caso parece que se vayan a concretar antes del Congreso Regional. ¿Habrá candiato alternativo a Díaz en ese cónclave? "Si Pedro es tonto, sí", aventuraba con sarcamo un veterano. ¿Y lo es? "Lo ha sido", replicaba cauteloso.
El Comité Director, por lo demás, transcurrió sin sobresaltos. Hubo 18 peticiones de palabra, pero en ninguna de ellas se dijo nada que no pudiera ser escuchado por los periodistas aunque, como siempre, ya habían sido invitados a salir del salón.
La intervención más esperada era la de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis: fue crítico con la temprana fecha del Congreso Regional, pero no se ensañó. Eso sí, de los tres minutos que tenía para intervenir, dedicó uno de ellos a guardar silencio en memoria de las tres mujeres asesinadas por violencia machista en el fin de semana. “Este tampoco da puntada sin hilo”, susurró con malicia uno de los presentes. Y no era, por cierto, cronista político.