[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]PEDRO EL CRUEL[/cita]Es la canción del verano. Pedro es malo malísimo. No le llaméis Pedro Sánchez, llamadle Pedro el Cruel. Los tertulianos y editorialistas de la derecha lo tienen claro: España no puede permitirse que el primer partido de la oposición lo lidere un tipo como él; ay, qué tiempos aquellos en que el líder del PSOE era un González, un Rubalcaba, aquellos sí que eran líderes, contra ellos sí que estaba permitido crear sindicatos del crimen y hacer todas las trampas políticas y judiciales posibles porque ellos sí tenían talla para aguantar lo que fuera, eran tipos que tenían lo que hay que tener, menuda diferencia, menudo abismo con esta nenaza de Pedrito que quiere ganar en los despachos lo que no supo ganar en el campo de batalla electoral. ¿Y todo por qué? Por resentimiento, por venganza, por rencor contra el legítimo ganador de las elecciones…[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]PATRIOTAS SIN FRONTERAS[/cita]Los patriotas están indignados porque tienen el gobierno al alcance de la mano y el PSOE no cede. Muchos pensamos que cederá… pero todavía no. Sencillamente, no podrá no ceder, aunque está por ver en qué momento y a qué precio lo hace. El 26J ha arrojado una composición del Congreso que, salvo carambola en las elecciones vascas del 25 de septiembre, deja en manos socialistas –y solo en ellas- la investidura del presidente. El PP lo sabe y por eso aprieta. El PSOE también lo sabe y por eso hace como que no lo sabe. Naturalmente, lo que los patriotas de la derecha están exigiendo con tanta indignación y premura al Partido Socialista jamás se lo exigirían al Partido Popular si la situación fuera inversa y el PSOE sumara con Podemos 170 escaños, de manera que con un puñado de abstenciones su candidato pudiera ser investido presidente. ¿Y por qué habría de negarle el PP su abstención a un presidente de izquierdas? ¡Por patriotismo, naturalmente! En España, el patriotismo rara vez ha funcionado en las dos direcciones.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]LA ALTERNATIVA IMAGINARIA[/cita]Ahora bien, el ventajismo histórico de la derecha no puede seguir siendo excusa para dinamitar las reglas de juego, que son como se sabe lo que permite que haya juego. Hoy por hoy no hay ninguna alternativa viable a un gobierno de la derecha. Pretender que sí que la habría sumando al PSOE con Podemos y los partidos independentistas es una ligereza solo disculpable por la candidez ideológica o por el desconocimiento absoluto de los sentimientos territoriales de la mayoría de los votantes del PSOE (y de una gran parte de los de Podemos). Regla de juego es, por ejemplo, que si uno puede formar gobierno y otro no, éste debe dejar al primero que lo forme. No es tan difícil de entender. Ni tan gravoso de cumplir. Nos estamos equivocando –todos- en la gestión de los resultados que ha empezado a arrojar la democracia española tras la irrupción de los nuevos actores políticos: son resultados que exigen no más generosidad como se dice, sino más sentido común: es decir, menos épica.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]JUGADAS DE ALTO RIESGO[/cita]El PSOE ha pronunciado tantas veces y con tanta intensidad su ‘no, no y no’ a Rajoy que no le será fácil virar a la abstención. Por eso quizá esté decidido a esperar a las vascas del 25 de septiembre, en la esperanza de que el PNV necesite al PP para formar gobierno en Vitoria y se produzca en Madrid el milagroso trueque que haga innecesaria esa abstención a la que tanto temen los socialistas. Si esos son sus cálculos, la jugada es arriesgada, pues la aritmética del 25S puede no favorecer esa opción. Otra hipótesis para explicar lo remolón se muestra el PSOE es que su pretensión última sea cobrarse la cabeza de Rajoy facilitando la investidura de un candidato del PP distinto: demasiado arriesgado también. Esa jugada tenía sentido si la hubiera explicitado desde el primer momento, pero no ahora, cuando hasta Ciudadanos se ha resignado a comerse el marrón de votar a Rajoy. Como estrategia de desgaste de Rajoy, con un par de sesiones votando en contra parece suficiente. Esperar al 26S equivaldrá a seguir soportando presiones patrióticas durante tres semanas más, y soportarlas además como hasta ahora: sin otra defensa que la vaguedad argumental o el silencio orgánico.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]LA ABSTENCIÓN TAN TEMIDA[/cita]El pánico socialista a la abstención es real, pero los motivos del mismo son imaginarios, pues, más allá de las encuestas más o menos amañadas o más o menos interesadas, al común de los votantes le resulta bastante difícil entender que uno no deje gobernar a otro no pudiendo hacerlo él mismo. Hemos creado un clima y una lógica política donde la abstención –una civilizada figura parlamentaria consistente en consentir educadamente algo con lo que uno está de acuerdo- ha sido destruida: cuando entre el ‘sí’ y el ‘no’ no hay nada, todo es más difícil, hablemos de política o de cualquier otra cosa. Haría bien el PSOE en ser el primero en reivindicar tan conveniente figura. Haríamos bien todos en convenir que las facturas al gobierno deberían cobrarse tras la investidura y no como precio a la misma, pues siempre es preferible un mal gobierno a ningún gobierno. Cuando no hay un gobierno formal que gobierne, quien realmente gobierna, como sucede ahora, es la inercia, que a la larga siempre es peor gobernante que cualquier político elegido por el pueblo.