Cuando nació Adelante Andalucía, todos se fiaban de todos. Dos años después, nadie se fía de nadie. Entiéndase: de nadie que a su vez sea alguien.

La marca que nació para convertirse en la casa común de las izquierdas no socialistas es hoy una jaula de grillos cuya principal singularidad es que los dos partidos que la fundaron y la sostienen ya no sienten representados en o identificados con ella.

Izquierda Andalucista y Primavera Andaluza sí siguen alojados en Adelante como en casa, pero su peso familiar es insignificante: significativo pero insignificante. El andalucismo de izquierdas que lideran Pilar González y Pilar Távora es solo la escarapela blanquiverde que Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez graparon oportunamente en el mascarón de proa de la flamante nave bautizada como Adelante.

Dos años después, Izquierda y Podemos no se sienten cómodos en la jaula, y mucho menos desde que supieron que en las escrituras de propiedad de la pajarera no figuran sus nombres: Adelante está registrado como partido político pero solo a nombre de personas leales a Teresa Rodríguez, que no es que haya dejado de ser coordinadora de Podemos, es que ha dejado de ser de Podemos.

La aflicción de la madre Teresa

Izquierda Unida reclama la devolución de la marca a sus legítimos dueños -ella y Podemos- o la anulación de las escrituras de una propiedad cuyo valor real, por cierto, es una incógnita, pero Rodríguez se resiste a atender los requerimientos de los socios fundadores.

La dirigente gaditana tiene buenos motivos para sentir que la confluencia Adelante es hija suya, pues ella la parió y sin su voluntad y determinación nunca habría nacido. Un tribunal del cariño le daría, sin apenas deliberación, la razón a la madre Teresa; un tribunal tribunal, no.

Digamos que la suya fue una especie de gestación subrogada: aunque desempeñó ejemplarmente su compromiso de ejercer de vientre de alquiler, el bebé no es suyo. La madre se ha encariñado con él, pero sus legítimos progenitores son IU y Podemos.

Yo ya no soy yo

¿Qué ha pasado en estos dos años? Ha pasado, como diría Alberti, que yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa. Ni IU es ya IU ni Podemos es ya Podemos: no al menos los que eran hace dos años, cuando la primera era liderada por Antonio Maíllo y el segundo por Teresa Rodríguez, comprometidos en hacer de Adelante lo que, algo pomposamente, ambos denominaban un nuevo ‘sujeto político andaluz’, aunque hoy muchos sospechan que Teresa interpretaba la expresión en su sentido fuerte, literal y prácticamente equivalente a crear un nuevo partido, mientras que Antonio entendía lo del sujeto de un modo mucho más laxo, cuando no sigilosamente metafórico.

El cetro lo ostentan ahora Toni Valero y Martina Velarde. Una Martina Velarde que, sin nombrar a Teresa, repite en todas sus comparecencias públicas que se acabaron los “hiperliderazgos”: naturalmente, se acabaron en Podemos Andalucía, no en Podemos en general, dirigido por un hiperlíder por antonomasia llamado Pablo Iglesias.

El cofre del tesoro

Teresa por un lado y Toni por otro puede que, a la postre, se estén peleando por un cascarón vacío, por un cofre del tesoro que solo guardara en su interior un puñado de polvo. Recuérdese que Adelante no fue un proyecto electoralmente exitoso, sino más bien todo lo contrario: logró tres diputados y 280.000 votos menos que IU y Podemos por separado.

Aquel aciago 2 de diciembre de 2018, el día en que iba a empezar todo fue en realidad aquel en que todo comenzó a declinar. Hoy asistimos a la consumación de un hundimiento que empezó hace muchos meses: Adelante va hacia atrás.

Si el niño fracasó aun contando con todo el cariño y los desvelos de sus ilusionados progenitores, ¿qué no sucederá en la siguiente cita electoral, con la familia rota y disputándose en los tribunales los pecios de la infortunada travesía?