Increíble pero cierto. Mariano Rajoy repite una y otra vez que España no puede esperar, pero mantendrá su primera reunión con el líder de Ciudadanos el próximo 3 de agosto, prácticamente ¡40 días después! de haber ganado las elecciones y resultar evidente para todo el mundo que el único partido con el cual el PP podía configurar una mayoría estable era Ciudadanos y nadie más que Ciudadanos.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]LA AMENAZA[/cita]El jueves el presidente se propuso alargar todavía más esos 40 interminables días dejando entrever que podría no presentarse a la investidura si no suma los apoyos para lograrla. No hará tal cosa. Puede amenazar veladamente con hacerla, pero es improbable que la haga pues en ese caso los demás partidos parecen decididos a exigir su dimisión: tendrían para ello motivos tan buenos como que si Rajoy ha sido incapaz de reunir los apoyos necesarios para su investidura el PP debería buscar otro candidato que sí pudiera conseguirlos.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]EL TEATRILLO[/cita]Pero antes de reunirse el miércoles con Rivera, el día anterior Rajoy perderá todavía un poco más el tiempo en una reunión con Pedro Sánchez cuyo resultado es sobradamente conocido de antemano. El encuentro con Sánchez será, pues, puro teatrillo: marear un poco más la perdiz y poner al día el arsenal propagandístico contra el Partido Socialista. Con el no de Sánchez del próximo martes, Mariano Rajoy volverá de nuevo a cargarse de razón repitiendo la cantinela de que los socialistas están bloqueando la investidura presidencial.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]EL BLOQUEO[/cita]En realidad, quien está si no bloqueando sí demorando calculadamente la investidura es el propio Mariano Rajoy, y la prueba de ello es que no ha llegado a entablar una negociación en serio con Ciudadanos para poner encima de la mesa los 170 diputados que meterían una fortísima presión al PSOE a favor de esa abstención, total o parcial, que facilitaría ¡por fin! la investidura.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]LA EXPLICACIÓN[/cita]La única explicación de que Rajoy todavía no se haya tomado en serio la investidura es su temor a que, en el transcurso de las negociaciones, Ciudadanos ponga como condición su propia cabeza: sí a la investidura de un presidente del PP siempre que este no sea Mariano Rajoy. Lo que el presidente intenta impedir a toda costa es que Ciudadanos se salga con la cuya. ¿Y cuál es la suya? Que madure en la opinión pública la idea de que el obstáculo para que haya Gobierno es Rajoy, solo Rajoy y nada más que Rajoy.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]EL PRECIO[/cita]Por su parte, el partido de Rivera no desea explicitar su exigencia de la cabeza de Rajoy porque hacerlo es muy arriesgado: si pone abiertamente ese precio a la investidura, el PP dirá rotundamente que no. De hecho, no podría decir otra cosa, sobre todo considerando que Rajoy mejoró el 26J los resultados del 20D. Pero a su vez, Ciudadanos necesita poner un precio muy alto y muy visible al sostenimiento de un partido procesado por delitos de corrupción cometidos mientras Rajoy era su presidente, y ese precio tan alto y tan visible difícilmente puede ser otro que la cabeza de Rajoy.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]LA PACHORRA[/cita]No es fácil, sin embargo, que los de Rivera consigan su objetivo. Rajoy sabe que quieren su cabeza y, naturalmente, no está dispuesto a dársela, pero al mismo tiempo tiene que impedir a toda cosa que cale la idea de que él es el obstáculo para que el país tenga Gobierno. ¿Qué gana el presidente con esta estrategia de la pachorra? Tiempo. Perdiendo el tiempo, Rajoy gana tiempo. En principio, el paso de las semanas multiplicará la presión ciudadana para que se desbloquee la situación de una maldita vez, con lo cual se estrechará el margen de maniobra de C’s para lograr sus exigencias. En todo caso, el proyecto de decapitación del presidente solo es posible si se produce por decantación, es decir, si la idea va calando poco a poco hasta hacerse evidente que no hay otra salida que esa. Es lo que Rajoy quiere impedir a toda costa. Antes de entregar su cabeza, preferirá (si es que no lo prefiere ya) ir a unas terceras elecciones.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]LA PARTIDA[/cita]También cabe la posibilidad de que, si Rajoy gana esta difícil partida donde está en juego su querida cabeza, C’s a avenga a cerrar un pacto con el PP que incluya unas exigencias políticas lo bastante duras como para que la opinión pública eche cuentas y concluya que el precio de esas exigencias es equivalente al de la cabeza del presidente.