En discutir si Pedro Sánchez es más o menos valiente por aceptar o no debates en las condiciones que quieren sus oponentes consumimos el tiempo de la campaña y tras los debates será apasionada la discusión de quién los ganó como si fuera un combate de boxeo, pero no hablaremos en la misma medida de lo que verdaderamente afecta a gran parte de los españoles. La cuestión laboral en España es un asunto de siempre, así que parece un tema agotado electoralmente, la mayoría lo manosea, pero si se puede pasar a otra cosa mejor, bueno, excepto cuando se fabrican datos como el que fabrica pruebas para responsabilizar de una catástrofe a alguien. Se trata de intercambiar golpes para emocionar al público, no de abordar la cuestión seriamente y con la calma que se necesita.

Para el aficionado a los indicadores macroeconómicos tal vez parezca una cuestión de menor importancia el peaje que se ha cobrado la crisis. La economía española mejora y el paro baja, ¿qué más queremos? Mucho más, pues el drama personal con el que conviven tantos es un precio que se pagó y aún no se ha reparado. No se han recuperado los derechos sociales que se perdieron por soportar el golpe de la crisis con el que besamos la lona, siguiendo con el símil pugilístico.

El paro sigue bajando, diga lo que diga Pablo Casado, que es experto en mentirse y mentir a los españoles, pero la precariedad laboral de España está en récord: contratos temporales y salarios bajos. Por no hablar de la dificultad de dar trabajo a las personas que superan cierta edad. Una economía que se recupera para unos pocos y que deja fuera a tantos es injusta y muy alejada de los valores solidarios que comparten la mayoría de los españoles. Las medidas sociales del gobierno del PSOE con Pedro Sánchez a la cabeza han ido dirigidas precisamente para luchar contra esto y, por desgracia, con una oposición tremenda por parte de las derechas, que en algunos casos hasta insinúan que estos problemas son un invento de este gobierno.

Las derechas prefieren dedicarse a ignorar las tasas de riesgo de pobreza infantil con la que viven miles de niños, que es dramática y para colmo, mientras tanto, vamos de récord en número de súper ricos. Rentas súper altas a los cuales, en Andalucía, la derecha se ha apresurado a bonificar, como si le fuera mal la cosa a estos ricos y su situación fuera de extrema gravedad.

A nivel nacional el bloqueo a los presupuestos es el ejemplo del papel secundario que ocupa para muchos estas cuestiones, votado en contra por las derechas y el independentismo catalán, y en general subraya la necesidad de un apoyo firme electoralmente para quienes van a impulsar este tipo de medidas. El mandato de las urnas debe ser claro, porque las derechas están con los ojos cerrados y son incapaces de ver que los problemas de la gente corriente no se han resuelto y que, de seguir así, no se van a resolver.

Un proyecto de corte social es lo que se necesita ahora en este tiempo de bonanza económica. Trabajar para que a los de abajo le vaya mejor, porque la justicia social da cimientos sólidos para soportar los duros envites de la globalización. Toca aplicar lo aprendido tras la terrible crisis que hemos soportado y es que sabemos sobradamente que tenemos que estar más preparados para cualquier invierno económico que nos sobrevenga. Además, mientras haya gente que le vaya tan mal en la vida, a España le quedará trabajo urgente por hacer. Como oí en el mitin socialista de inicio de campaña en Dos Hermanas: Si el progreso no es para todos, no es progreso.