Apenas cinco años después de su fundación, Podemos tiene al alcance de la mano los cielos que soñaba asaltar. El partido que –con apuros no exentos de arrogancia– dirige Pablo Iglesias está a las puertas de ese palacio de la bienaventuranza que es para todo partido el Gobierno de una nación.

El pueblo morado está a las puertas de la Tierra Prometida, pero al gallardo caudillo que lo ha conducido hasta ella le ha sido vetada la entrada. Con soberbia mal disimulada, en esta obra de autoría colectiva Pedro Sánchez hace el papel de Dios y, según sospecha todo el mundo, ha puesto como condición que el Moisés con coleta no entre en el Gobierno. "No es no, ¿qué parte no has entendido, chaval?".

Teme Gallo Pedro que Gallo Pablo le dispute el puesto. O que le alborote el gallinero. O que espante a los invisibles pero vigilantes Dueños de la Granja. O que, llegada la ocasión, se alíe con la primera Zorra que aparezca por allí. A lo que parece, solo habrá Gobierno si Iglesias se resigna a quedar fuera de él.

A su vez, no acepta Pablo la imposición de Pedro: o entra por la puerta grande en el gallinero con toda su gente o gallos y gallinas se quedarán a la intemperie. "¿Que los israelitas no entran en la Tierra Prometida? ¡Pues que no entren! O entramos todos o no entra ni Dios".

Sea por delicadeza, sea por cálculo o sea por ambas cosas, los guardianes de la Moncloa no han querido trasladarle abiertamente a Iglesias un veto que guarda estimulantes paralelismos con el célebre relato titulado ‘El reincidente’ y que muchos consideran el pasaporte que le garantizará a Ferlosio una segura inmortalidad literaria.

En la breve fábula, el Lobo intenta entrar en el Cielo pero el Guardián de éste le niega el acceso una y otra vez con distintas excusas –por asesino de pastores, por ladrón de ovejas, por salteador de despensas–, hasta que finalmente el Divino Portero acaba despachando al animal de vuelta a la Tierra con este argumento ad hóminem sin réplica posible:

"Bien, tú has querido, con tu propia obstinación, que hayamos acabado por llegar a una situación que bien podría y debería haberse evitado y que es para ambos igualmente indeseable. Bien lo sabías o lo adivinabas la primera vez; mejor lo supiste y hasta corroboraste la segunda; ¡y a despecho de todo te has empeñado en volver una tercera. ¡Sea, pues! ¡Tú lo has querido! Ahora te irás como las otras veces, pero esta vez no volverás jamás. Ya no es por asesino. Tampoco es por ladrón. Ahora es por lobo".