La bandera de la igualdad y las fechas históricas del 4-D de 1977 y el 28-F de 1980 han sido los ejes en torno a los cuales ha girado el discurso de Susana Díaz en la clausura del 13 Congreso del PSOE-A que la ha reelegido secretaria general por abrumadora mayoría.

La frase de Susana Díaz que ha acaparado finalmente la mayoría de los titulares estaba en este párrafo: "Pedro, vas a tener la lealtad de todos los socialistas andaluces y la mía la primera. Y sé que esa lealtad también la tendrás con Andalucía. Lo único que te pido como secretaria general y como presidenta de la Junta es que nunca me hagas elegir entre las dos lealtades porque soy presidenta de todos los andaluces".

Andalucía no se toca

El discurso de Díaz no fue agrio pero sí reivindicativo, muy atento a marcar territorio institucional y orgánica: ‘todos somos socialistas, pero Andalucía que nos la toquen’. El tono general del discurso de la presidenta no fue particularmente retador, pero esa frase que acabó llevándose los titulares tenía cierto aire de familia con lo que es un ultimátum propiamente dicho.

“No era un ultimátum”, aseguraban después fuentes socialistas. ¿Pero no le ha sobrado esa frase? “Al discurso de Susana no le ha sobrado nada”.

La larga espera

Más allá del alcance, la intención o la fortuna de esa frase sobre la doble lealtad, la clausura del congreso transcurrió bastante plácidamente dentro del salón de actos del Hotel Renacimiento, pero con algunas sorpresas y tensiones en el amplio vestíbulo que daba entrada al plenario.

El tren de Pedro Sánchez había llegado a Santa Justa pasadas las once y media de la mañana y apenas 15 minutos después el secretario general llegaba al hotel del congreso. Sin embargo, aún había de transcurrir más de una hora hasta que los dos contendientes de las primarias hicieran su aparición conjunta para entrar al plenario.

¿Por qué tanto tiempo?, preguntaban una y otra vez los periodistas. “Es que todavía se están contando papeletas de la votación sobre los órganos elegidos por el congreso”, respondían los servicios de prensa del partido. Tal vez fuera cierto, pero nadie los creyó: la mayoría de periodistas que cubren el congreso prefería pensar que la demora se debió a que Sánchez y Díaz estaban negociando cosas tan peregrinas como cuál de los dos hablaba el último o si entraban en el plenario juntos o separados.

La ‘venganza’ del pedrismo

La sorpresa saltó cuando, en el momento en que ambos líderes cruzaban el vestíbulo, varias decenas de sanchistas ‘infiltrados’ entre los periodistas gritaban al unísono ‘¡Pedro, presidente! ¡Pedro, presidente!’. La tensa escena habría de tener una nueva versión al término del congreso cuando, mientras dentro se cantaba el himno de Andalucía, el sanchismo belicoso entonaba La Internacional a voz en grito en el vestíbulo. Sánchez no pudo ver a los suyos clamando en favor de los pobres del mundo porque salió por una puerta distinta.

Blanco y verde

En su discurso, la presidenta, vestida a su vez de blanco y verde y rodeada de una puesta en escena nítidamente andalucista, se ha envuelto metafóricamente en la bandera de Andalucía: “Nos encontramos –ha advertido– ante quienes nunca entendieron lo que fue el 4D y el 28F y quieren aprovechar la oportunidad para recentralizar y recortar nuestro autogobierno. O ante quienes, desde el otro lado, han acuñado esa asimetría que se traduce en desigualdad para cuestionar lo que con dignidad y con lucha, y en el marco de la Constitución, un pueblo entero dijo el 28F, por eso somos legítimos herederos del 4D y del 28F".

En otro momento de su discurso hizo esta advertencia: "No me va a faltar valentía ni me van a temblar las piernas en la defensa de Andalucía".

Ser españoles

Sin mencionar expresamente a la Generalitat de Cataluña y su controvertido 1-O, Díaz hizo esta civilizada reflexión: "Somos españoles no porque compartamos lengua, religión o cultura, lo somos porque compartimos ciudadanía, que es lo que nos hace hombres y mujeres libres, en una democracia cuya fortaleza es el derecho a vivir en libertad. Por eso, cuando alguien pretende que las singularidades y la diversidad se imponga a otro que piensa de otra manera, eso daña la convivencia”.

Tampoco esta vez olvidó la presidenta a Podemos: "Les puede más el antisocialismo que la defensa de Andalucía; prefieren aliarse con el PP para tener a Andalucía secuestrada durante 80 días o para impedir que se pongan en marcha avances lógicos ahora con la recuperación económica de la mano del PSOE".

Sánchez no entra en batalla

Como si no hubiera oído la frase que se llevaría todos los titulares, el secretario general procuraba mostrar sus coincidencias con el discurso Díaz y recordaba a la presidenta de la Junta que tiene "todo su apoyo y el del conjunto del socialismo" para ganar las elecciones en esta comunidad.
 

Pedro Sánchez decidió cerrar el congreso en son de paz:
 "Cuando yo escucho a Susana hablar de su historia vital, de las cosas que le mueven y le conmueven, al igual que a otros militantes, yo me reconozco en ella: Susana, tú y yo hablamos el mismo idioma, el de la igualdad y la fraternidad".

Aun así, el secretario general no midió bien sus tiempos. O no miró la hora que era cuando empezó a hablar, hacia las dos de la tarde. Su intervención resultó demasiado larga y falta de emoción y ritmo. No así de contenido, con severos reproches al Gobierno del PP y a la corrupción que lastra la gestión de Mariano Rajoy.

La palabra maldita

Sánchez habló de la cuestión territorial pero sin mencionar expresamente la palabra maldita: plurinacionalidad. Habló de ella pero sin ánimo de provocar: para el PSOE de Sánchez España es una nación de naciones, pero el proyecto federal socialista debe, en todo caso, garantizar la igualdad de los territorios y los ciudadanos.

Diferencias, todas las que se quiera; desigualdades, ninguna, vino a decir el líder socialista. No parecía que, en el fondo, estuviera diciendo algo muy distinto de lo que dice el propio PSOE andaluz; sin embargo, mucha gente de Díaz piensa que sí.