Dentro de la amplia oferta de un certamen como el SEFF, la sección Panorama Andaluz juega un papel muy especial. Las sensaciones de cercanía y emotividad que se viven en sus sesiones, sin renunciar a un cine de alto nivel, son únicas frente a la sofisticación o el radicalismo de otras propuestas de la programación. Durante el pase y posterior coloquio de ‘Techo y comida’, sus responsables pasaron del nerviosismo a la felicidad, todo reflejado con claridad en sus caras, una vez llegó la ovación final por parte de un público entregado a Rocío y el pequeño Adrián, madre e hijo que pasan muchas penurias para poner un plato de comida en su mesa mientras esperan un desahucio inevitable. Sobre lo vivido nos hablaba al día siguiente Natalia de Molina, protagonista absoluta de la película: “Cada vez que se proyecta en una sala de cine me siento muy feliz. Todo se ha hecho con mucho esfuerzo y valentía, sin ayudas. Y para Juan Miguel (del Castillo, el director) es todo nuevo y siente la película en el corazón, por eso la ha hecho”.La llegada a salas comerciales el próximo 4 de diciembre de ‘Techo y comida’, puesta en pie gracias al apoyo de una productora de Barcelona, según explicó su autor en el coloquio, ha hecho sentir al equipo que “valió la pena el esfuerzo”, explica la actriz jiennense, quien confiesa que “siempre he confiado en que llegara a salas. La sentía tan necesaria que siempre pensé que el camino iba a ser bonito. Gracias a Málaga (donde ganó el siempre revelador Premio del Público, además de Mejor Actriz) conseguimos la distribución. Es como cuando tienes un hijo y ha salido guapo, y la gente está ahí con la babilla”.UN RODAJE COMPLICADOLos reveses vividos en este proyecto humilde, como que hubiera que retrasar el rodaje unos días por una avería en la cámara o que tuviera que suspenderse por la lluvia la filmación de la secuencia más cara, que recrea una procesión de Semana Santa, han quedado recompensados por las reacciones a la película, aunque nunca les faltó la convicción: “Creíamos que había que contarla para darle visibilidad a esa gente que lo está pasando mal, aunque haya quien no quiera darles visibilidad de la forma en que lo hace la película, porque te identificas más así que viéndolo en las noticias como una desgracia más. Tener techo y comida es un derecho fundamental en el siglo XXI, en un país como España”, defiende la ganadora del Goya por ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’.2012, el año en que transcurre la acción de ‘Techo y comida’, fue el más crítico de la crisis, con records en el número de parados y de familias desahuciadas. El final de la película coincide con la victoria aquel año de la selección de fútbol en la Eurocopa, cuya celebración entre la gente se ve de un modo distinto al contraponerse a la tragedia de la protagonista: “Puede estar pasando la gente las miserias más grandes que, mientras haya algo que nos entretenga, somos felices. Con el final invitamos a la reflexión”, dice la actriz. Precisamente una de las poblaciones andaluzas más castigadas por la depresión económica, Jerez de la Frontera, es el escenario de la película. De allí es su director, que para escribir el guión se inspiró en la historia de una vecina suya. En la barriada de Las Granjas, zona humilde de la población, discurrió buena parte del rodaje. “La gente era muy respetuosa”, recuerda de Molina, “sabían de qué iba la película y ellos también lo estaban pasando mal. Nos invitaban a las zambombás, nos traían comida. El pase más emotivo será en Jerez”.EL TRABAJO MÁS DIFÍCILNatalia de Molina llegó a ‘Techo y comida’ como una apuesta personal del director, que pensó en ella para la protagonista pese a que únicamente había hecho una película antes. La actriz reconoce que todavía le da vergüenza preguntarle cómo se le ocurrió confiar en que podría con un personaje tan complejo y de tanto peso en la película. “Tuve la valentía de decir que sí, aunque dudé, porque era una responsabilidad muy grande. Estoy el 98% de la película ante la cámara, que lo ve todo. La imagen es cruda, las secuencias están rodadas sin cortes y no hay banda sonora que dé lo que tú no eres capaz de dar. Es un ejercicio de actores al cien por cien”, explica.Entre los retos de interpretar a Rocío destaca el de poner acento jerezano, muy distinto al de Linares, lugar de origen de la actriz: “Como andaluza, noto mucho cuando un actor de fuera intenta poner el acento. Me daba pudor, pero salió…”, afirma sonriente. Fue el conductor gaditano que la llevaba al plató de la serie que rodaba en aquel momento el que la ayudó con la entonación. Tan creíble es su habla, que algunos espectadores han preguntado al director si realmente “la niña” es jerezana. “Es el mayor piropo que me pueden hacer”, reconoce. Respecto al trabajo de revivir las condiciones de vida de su personaje, de Molina explica que “investigué y observé mucho. Fui a un comedor social que hay al lado de mi casa en Madrid. Me planteé buscar a la vecina de Juan que inspiró la historia pero no quería romper ese pudor que le da a Rocío contar su situación. Quise respetar al personaje, su dignidad y su miedo”.El resultado a nivel actoral, tras el premio en Málaga y el aplauso de la crítica, deja pocas dudas. “Es un trabajo del que me siento orgullosa, para qué te voy a engañar. Supone un paso adelante en mi carrera, demuestra que lo de ‘Vivir es fácil…’ no fue cuestión de suerte, en plan “mira, una niña mona que hace una sola película”. Quiero enfrentarme a retos”.UNA CARRERA FULGURANTEHace dos años y medio, hablábamos con Natalia de Molina con motivo de un especial sobre el estado de la profesión entre los andaluces. Acababa de rodar ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, su primera película, pero confesaba que no hacía demasiado que había estado sirviendo copas para subsistir. Después llegaron el Goya, la televisión y una comedia adolescente, ‘Cómo sobrevivir a una despedida’. “Me ha ido bien, no he parado de hacer cosas diferentes, y tengo la suerte de estar viviendo de mi profesión. Pero nunca se sabe si vas a volver a trabajar de camarera, no me avergonzaría”, admite la actriz.No parece que vaya a ser así a corto plazo. La actriz presenta estos días en el SEFF dos películas. Además de ‘Techo y comida’, ha estrenado a nivel mundial ‘Pozoamargo’, que ha rodado con el prestigioso director mexicano Enrique Rivero (“uno de los mejores del mundo, no me creo que haya trabajado con él”). Pronto llegarán ‘KIKI, el amor se hace’, el esperado nuevo trabajo de Paco León, y ‘Los del túnel’, comedia coral que supone el debut de Pepón Montero. Antes puede incluso que le llegue una nueva oportunidad en los Goya gracias a esta Rocío que tanto ha calado en ella. Las quinielas la sitúan como favorita junto a Inma Cuesta, Penélope Cruz, Maribel Verdú o Elena Anaya. Reconoce que “me veo con ellas y pienso, ¿qué hago yo aquí? Pero todo lo que sea bueno para la película y le dé la visibilidad que necesita me dará subidón”.Otra vez el entusiasmo porque la película llegue a todos, llevado con un espíritu encomiable: “Eso lo he aprendido de Rocío. La gente cree que la película es poco esperanzadora pero yo no estoy de acuerdo. Esta mujer va a salir adelante, es una luchadora”. A la espera de techo y comida para todos, al menos ya sabemos que tenemos actriz para muchos años.